Señor, Jesús
Repasaba mi vida, aprovechando el encierro,
y si triste era la causa, más tristes mis lamentos.
Un pequeño crucifijo presidía el lugar.
El Buen Pastor, sobre sus hombros, una oveja;
detrás, muchísimas otras le seguían.
A estas alturas, mi vida pende de un hilo:
viejo, enfermo y con las manos casi vacías,
sólo Tú, Jesús, puedes perdonarme.
Tú eres Dios y yo un hombre contradictorio,
eres el Buen Pastor, yo una oveja que huye, que se aleja.
Tú siempre atento a mi y yo un tonto que te ha despreciado.
He rechazado tus enseñanzas, Señor, sabiendo quién Eres,
yo un microbio inmundo, Tú, Rey del Universo.
¡Vaya Diferencia! ¡Vaya desproporción la mía!
Perdóname, Jesús. No quise herir a tu hijo, Ave Maria.
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Jesús Galera Lamadrid