¿Qué hay detrás del derribo de estatuas?

Si acaso alguien tuviera alguna duda de que existen grupos fanáticos que aprovechan una desgracia para llevar agua a su molino, la tragedia ocurrida en Minneapolis el pasado 25 de mayo les ayudará a verlo todo con claridad.

Desgraciadamente -y esto lo vio todo el mundo- en aquella ciudad estadounidense el afroamericano George Floyd fue asfixiado por un salvaje que le oprimió el cuello con su rodilla.

Pues bien, a partir de ese momento fueron incontables las protestas, seguidas por actos vandálicos que se dieron en Estados Unidos y diversas partes del mundo.

Actos vandálicos azuzados por esa izquierda subversiva que -como al principio dijimos- aprovecha hasta el más pequeño incidente para llevar agua a su molino.

Al ver cómo la estrategia resultaba exitosa, decidieron avanzar un paso más: Acusando de racista a San Junípero Serra, en menos de quince segundos, derribaron en San Francisco la estatua de este misionero español.

Y ya puestos en el tobogán, parece imposible detenerlos, puesto que, acusándola también de racista, decidieron emprenderla contra la estatua de Isabel la Católica que se encuentra en el Capitolio de Washington.

Ni duda cabe que cuando se mezclan el odio, el fanatismo y la ignorancia, lo que se produce es un brebaje venenoso como el que preparan las brujas en sus aquelarres.

Y es que cualquiera que tenga mediana cultura estará de acuerdo con nosotros en que, tanto Isabel la Católica como San Junípero Serra, fueron cualquier cosa excepto racistas.

Hagamos un poco de historia

A raíz del Descubrimiento de América, la Reina Isabel consideró como súbditos de la Corona de Castilla a los habitantes del Nuevo Mundo; tanto así que cuando tuvo noticia de que Cristóbal Colón había hecho esclavos a unos indios antillanos, la Gran Reina preguntó indignada: “¿Con qué derecho el Almirante esclaviza a mis vasallos?”

Al considerarlos vasallos castellanos, la reina tácitamente reconocía que no eran esclavos.

Y por si lo anterior no bastase, vale la pena leer tanto el Testamento como el Codicilo de la Reina Isabel redactados poco antes de morir, en los cuales doña Isabel insiste en que se respeten los derechos humanos de los indígenas.

En el caso de San Junípero Serra (canonizado por el Papa Francisco en septiembre de 2015), si revisamos los libros de historia, veremos cómo, aparte de ser un santo misionero, fue uno de los civilizadores más importantes que han existido en el Continente Americano.

Aparte de haber fundado más de veinte misiones que eran focos de cultura en donde a los indígenas se les enseñaban oficios con los cuales podían ganarse honestamente la vida; aparte de fundar misiones, San Junípero fue un entusiasta impulsor de la unión de las razas.

Los sermones y autoridad moral de San Junípero fueron elementos decisivos para que los emigrantes españoles que habían llegado a California contrajesen matrimonio con mujeres indígenas. Fue así como se fomentó el mestizaje en aquel alejado rincón del imperio español.

La lógica más elemental nos dice que, al fomentar el mestizaje, San Junípero de ningún modo fue racista.

Sin embargo, cegados por el odio sectario y tomando como pretexto el atroz crimen de Minneapolis, turbas fanáticas la emprendieron tanto contra San Junípero como contra Isabel la Católica.

Consideramos que la culpa no es tanto de esos pobres infelices que -quizás a cambio de una humilde paga- se dedican a derribar estatuas. Consideramos que la culpa la tienen no tanto sus jefes sino más bien los jefes de sus jefes.

Estos sujetos suelen permanecer en las sombras y, tras bambalinas, manejar a sus subordinados como si fuesen títeres; son cualquier cosa menos ignorantes. No suelen equivocarse cuando dan órdenes, puesto que saben mejor que nadie lo que se traen entre manos.

Estos sujetos -manejados a su vez por tipos aún más perversos- conocen mejor que nadie la gran obra misionera y civilizadora realizadas por España y por la Iglesia.

Y ese odio tanto a España como a la Iglesia es algo que llevan a flor de piel y que manifiestan con rabiosa virulencia en cuanto llega la más leve oportunidad.

A estos sujetos no vale la pena tratar de instruirlos, puesto que, como bien dice don Quijote: “Hacer el bien a villanos es algo tan inútil como echar agua en la mar”.

Sin embargo, debido a los torpes programas de estudios, existe mucha gente que tiene un total desconocimiento de la verdadera Historia.

En el caso concreto de la gran gesta realizada por España y por la Iglesia en América y Filipinas, recomendamos la lectura de dos obras clásicas: “Defensa de la Hispanidad”, de Ramiro de Maeztu, e “Idea de la Hispanidad”, de Manuel García Morente.

Mas recientemente, otros autores se han dedicado a dar luz sobre un tema tan controvertido, como serían María Elvira Roca Barea, en su libro “Hispanofobia. Leyenda Negra”, y Borja Cardelús, en “La civilización hispánica».

Eso sin contar todo lo que al respecto han escrito afamados autores como José Javier Esparza y Pío Moa.
…………………………..
@NuevaVisionInfo
redaccion@diarionuevavision.com
Nemesio Rodríguez Lois

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *