Reafirman Obispos de México su defensa del derecho a la vida humana

La ley debe estar al servicio de la vida y dignidad de cada ser humano

Nuevo Casas Grandes, Chih. 6 de octubre de 2020 Prot. Nº96/20

Saludamos a todo el Pueblo de Dios, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, en nombre de Jesucristo, nuestro Señor.

Existe en el Senado de la República una iniciativa que busca reformar diversas disposiciones de ley bajo el supuesto argumento de promover el derecho a la salud de los mexicanos, y en particular, de las mujeres, de los niños y adolescentes. Todos los ciudadanos mexicanos debemos velar para que estas iniciativas se guíen por el bien de todos y cada uno de los involucrados. Vemos con preocupación que, en el fondo de estas iniciativas, en realidad se atenta contra la vida, la dignidad de la persona, la libertad de conciencia, el interés superior de la niñez y el auténtico derecho a la salud.

Reafirmamos lo que en la Declaración conjunta que hicimos los Obispos de México el 16 de julio del presente año, expresábamos: “Debemos estar atentos a los signos de los tiempos, y con gran pesar, vemos que algunos proponen programas de gobierno, leyes, y criterios judiciales que atentan contra la dignidad de la persona humana y en particular contra su vida. En múltiples intervenciones el Papa Francisco ha identificado claramente este fenómeno humano y lo ha llamado “cultura del descarte” (cfr. EG 53; PGP 20; Declaración conjunta, n. 8).

La Iglesia, que trabaja de cerca en la atención de las necesidades de pobres, enfermos y personas vulnerables, palpa la realidad de millones de mexicanos, que están experimentando dolor y confusión en medio de la pandemia por el COVID-19. Considerando esta situación que atraviesa nuestro País, advertimos del grave peligro que implica otra iniciativa que divida, que polarice a la sociedad y que fracture la institución más importante para los mexicanos, que es la familia.

Asimismo, observamos que la “cultura de la muerte” está golpeando fuerte y repetidamente el corazón del pueblo mexicano (cfr. Declaración conjunta sobre la vida y la dignidad humana n.6). A partir de esto, exhortamos a todos los tomadores de decisión en esta iniciativa de reformas legislativas, a velar por el respeto incondicional y el bien de niñas, adolescentes y mujeres, valorando la dignidad intrínseca de cada ser humano desde el momento de la concepción y hasta la muerte natural. Por eso pedimos respeto y, sobre todo, apego a la dignidad y los derechos humanos de los mexicanos en toda etapa de vida y circunstancia.

No es a través de soluciones ideológicas como se debe responder a las necesidades de las personas, específicamente a una problemática tan compleja como la violencia sexual que aqueja de modo particular a las mujeres mexicanas. En lo particular, esta propuesta de reforma conlleva un riesgo enorme de producir efectos adversos, pues puede facilitar los mecanismos de victimización y explotación con fines sexuales para niñas, adolescentes y mujeres

Exhortamos a todos los fieles laicos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, especialmente a los padres de familia, a estar atentos a estas iniciativas, conocerlas y discernirlas según la lección del apóstol Pablo, “júzguenlo todo, y quédense con lo bueno” (Cfr. 1 Tes 5, 21) y, en su momento, actuar para salvaguardar la vida y la dignidad humana de todos.

Prestemos atención a lo que nos enseña el Papa Francisco en su reciente encíclica “Fratelli tutti”: “Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo “no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” —como los no nacidos—, o si “ya no sirven” —como los ancianos—.” (Fratelli Tutti, n. 18). Más bien, abramos los ojos y seamos corresponsables en la construcción de un país en el que cada mexicano sea acogido con pleno reconocimiento de su dignidad.

A nombre de la Iglesia Católica que peregrina en México, transmitimos este mensaje a todos los hombres y mujeres de nuestro país.

Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey Presidente de la CEM

Alfonso G. Miranda Guardiola
Obispo Auxiliar de Monterrey Secretario General de la CEM

Jesús José Herrera Quiñones
Obispo de nuevo Casas Grandes y Responsable de la Dimensión Episcopal de Vida de la CEM

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