Esquizofrenia
P. Santiago Martín
(Franciscanos de María)
Hace unos días, el 25 y el 26 de marzo, tuvo lugar, en la Universidad Loyola de Chicago, una reunión para tratar la cuestión de la oposición al Concilio Vaticano II. En ella participó un grupo de obispos y cardenales junto a algunos teólogos. Estaban los cardenales Cupich (Chicago), Tobin (Newark) y Maradiaga (Honduras) y el arzobispo de San Juan de Puerto Rico, entre otros.
La tesis que se pretendía lanzar era la de que todo el que se oponga al Papa Francisco es también un opositor al Concilio Vaticano II. Aunque se apuntó con el dedo abiertamente a los que quieren la misa tradicional, en el aire quedaron acusaciones a muchos otros. Y, sobre todo, quedaron muchas preguntas.
Lo que se afirmaba, en el fondo, no era que el que se oponía al Concilio se oponía a Francisco, sino que el que se oponía a Francisco se oponía al Concilio. Y aquí surgen la principal cuestión: ¿qué significa oponerse a Francisco? O esta otra, igualmente importante: ¿Quién se está oponiendo a Francisco, quién es su oposición?
Veamos algunos ejemplos sobre cuestiones clave: la aceptación del ejercicio de la homosexualidad, el sacerdocio femenino o la comunión de los protestantes. Fue el Dicasterio del Clero el que pidió que no se ordenaran sacerdotes a homosexuales que no pudieran vivir la castidad y fue el Dicasterio de Doctrina de la Fe el que publicó un documento pidiendo que no se bendijeran las parejas homosexuales. Ambas cosas fueron aprobadas explícitamente por el Papa.
¿Forman parte los que redactaron esos documentos y sus respectivos superiores inmediatos de la oposición al Papa, especialmente teniendo en cuenta que el propio Papa les dio su visto bueno para publicarlos?
Fue el Dicasterio para la Unión de los Cristianos el que rechazó que se permitiera a los luteranos recibir de forma indiscriminada la Sagrada Comunión y también lo hizo con el apoyo del Papa. ¿Es también el cardenal Koch un miembro de la oposición?
El Santo Padre ha rechazado pública y reiteradamente tanto la ideología de género como la ordenación sacerdotal femenina, ¿forma parte el Papa de la oposición al Papa?
Más aún, el camino sinodal alemán, que propugna la aprobación de todas estas cosas, ha sido criticado tanto por algunos obispos alemanes como por las Conferencias Episcopales de Polonia y de los Países Bálticos, ¿forman parte todos ellos de la oposición al Papa? ¿Se opone al Papa todo el que no esté de acuerdo con lo que quieren aprobar los alemanes?
Incluso creo que hay que preguntarse si son también enemigos del Papa y, como consecuencia, del Vaticano II, todos los que quieren que ese Concilio se aplique con una hermenéutica de continuidad tanto con la Palabra de Dios como con la Tradición. Si así fuera, serían oposición a ambos el difunto San Juan Pablo II y el Papa emérito Benedicto XVI, entre otros muchos.
Después del Concilio se difundió la idea de que sus documentos había que interpretarlos según lo que se llamó “el espíritu del Concilio”, que, en el fondo, promovía la hermenéutica de ruptura con la Palabra y con la Tradición. Pero el “espíritu del Concilio” nunca se concretó y cada uno acudía a él para justificar lo que fuera, incluso las mayores aberraciones. Nadie sabía exactamente en qué consistía porque no estaba escrito, pero sí se sabía que bastaba apelar a él para poder hacer lo que se quisiera, desde la liturgia hasta la doctrina pasando por la moral.
¿Se pretende ahora resucitar el “espíritu del Concilio” llamándolo con otro nombre, algo así como el “espíritu del Papa Francisco”?
Si así fuera, llegaríamos a la conclusión de que no sólo los Papas recientes y muchísimos obispos -incluidos destacados miembros de la Curia vaticana-, por no decir millones de sacerdotes y fieles, formarían parte de la oposición al Pontífice y, como consecuencia, al Concilio, sino que se concluiría que el Papa Francisco está en contra del “espíritu del Papa Francisco”, lo cual ya nos habría hecho cruzar el límite de lo que la lógica nos permite aceptar.
Si eso fuera así, el Papa estaría aprobando cosas -como los documentos citados- con las que en realidad no estaría de acuerdo y cuando se distancia del Sínodo alemán en realidad lo que su “espíritu” dice es que está de acuerdo con él. Todo esto es tan absurdo que convendría aclarar si se puede aceptar lo que el Papa dice y aprueba sin estar a la vez en contra del Papa.
O se aclara esto o la esquizofrenia se instalará en la Iglesia.
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P. Santiago Martín