Los falsos nuevos derechos
– P. Santiago Martín
(Franciscanos de María
En Estados Unidos, y no sólo allí, algunos se han puesto muy nerviosos y otros han saltado de alegría al filtrarse uno de los borradores de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el aborto. Sentencia que, de emitirse como dice el borrador, acabaría con el concepto de aborto como derecho fundamental.
Eso permitiría a muchos Estados de la Unión legislar definitivamente en contra, salvaría miles de vidas humanas y estaría lanzando un poderoso mensaje al mundo precisamente desde la que ha sido hasta ahora gran impulsora del aborto.
Es evidente que la filtración del borrador de la sentencia procede de alguien que está en contra de la misma, para provocar la reacción violenta que se ha producido y asustar a los jueces, a fin de que no aprueben algo que provocaría desórdenes sociales.
Es la primera vez en la historia que se filtra el borrador de una sentencia del Supremo norteamericano, pero eso es una minucia para aquellos que están familiarizados con la cultura de la muerte y con el negocio de la venta de los productos de esa muerte. El negocio es el negocio y no se iban a frenar por una cosa así.
De todas las maneras, hay que esperar a que la sentencia se haga pública y hay que rezar, sobre todo por los jueces que están en contra del aborto, que estarán sufriendo todo tipo de presiones e incluso amenazas.
Los defensores de la cultura de la muerte son también grandes represores de la libertad. Camuflan la defensa del aborto diciendo que son “pro choice” -pro elección, para que se pueda elegir entre abortar o no-, pero mientras dicen eso, hacen lo contrario, pues atacan a los que piensan distinto de ellos y lo hacen de muchas formas.
Por ejemplo, han amenazado con actos violentos contra las parroquias católicas de Estados Unidos en este fin de semana. Aunque en realidad eso ya lo vienen haciendo en otros países desde hace años, como es el caso de Chile y Argentina.
Pero su mayor ataque lo concentran en el ámbito legal. Después de decir que son “pro choice” se esfuerzan en impedir a toda costa que los que no quieren matar a un inocente tengan derecho a no hacerlo. Su mayor enemigo ahora no son los que rezan el rosario delante de las clínicas abortistas, sino los profesionales de la medicina que se acogen a la objeción de conciencia para no participar en esas carnicerías.
La objeción de conciencia es su próximo enemigo a batir y para ello han transformado legislativamente el aborto en un derecho, en uno de esos que forman parte del conjunto de nuevos derechos humanos que se han inventado y que quieren imponer a toda costa y a todos.
Llegan hasta el punto de promover en el Parlamento Europeo una resolución contra la libertad religiosa, a fin de que, amparándose en ésta, nadie pueda oponerse al aborto ni a la ideología de género. El paso siguiente será que ni siquiera se pueda decir públicamente -incluidas las homilías y catequesis- algo en contra de esos falsos derechos.
El asunto es tan grave que el organismo que agrupa a todas las Conferencias Episcopales europeas ha advertido que se está yendo en contra de los verdaderos derechos humanos, como el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, para someterlos a los “supuestos derechos humanos de nueva creación y no consensuados”.
Se está elaborando una lista de nuevos derechos que restrinja y, por lo tanto, elimine los antiguos derechos humanos. No sólo no te dejarán ser fiel a tu conciencia -acabando con toda posible objeción-, sino que incluso no te permitirán ni siquiera decir lo que piensas, porque hasta eso se considerará un delito.
Nos han acusado durante años de ser enemigos de la democracia por creer en verdades absolutas y han defendido que sólo el pensamiento relativista permite la convivencia. Ahora se quitan la careta y hacen del “prohibido prohibir” su arma letal para acabar con toda disidencia, especialmente la que tiene motivos religiosos, que es la única que de verdad les preocupa.
No sólo están en juego millones de vidas de seres humanos, está en grave peligro la democracia, a manos de estos dictadores que quieren imponer la cultura de la muerte. Están en peligro los valores sobre los que se ha construido la civilización occidental.
Lo que no está en peligro es la supervivencia de la fe, porque, aunque nos persigan, seguiremos siendo fieles a Cristo y volveremos a introducirnos en las catacumbas y a desafiar a los nuevos leones -los de los medios de comunicación- a los que seremos arrojados. Y lo mismo que entonces, volveremos a vencer, aunque tengamos que pagar el alto precio de la sangre y esperar 300 años hasta que su imperio, el edificado sobre la cultura de la muerte, se derrumbe.
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P. Santiago Martín