En la calle, por la vida

— P. Santiago Martín
(Franciscanos de María)

Varias veces he dedicado este comentario a La actualidad de la Iglesia a apoyar la defensa de la vida del ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural.

Aunque la primera misión de la Iglesia es anunciar la buena noticia del amor de Dios, que incluye la existencia de la vida eterna, no podemos callar ante la carnicería que representa el aborto, lo mismo que no podemos callar ante el racismo, la corrupción de menores, el tráfico de drogas o las guerras.

Hablar del amor de Dios y del amor a Dios sin aplicar ese amor a la vida cotidiana, convertiría el cristianismo en una religión espiritualista que sí merecería el epíteto de ser «el opio del pueblo».

El problema no está en si se denuncian o no las injusticias (la mayor de las cuales es el aborto), sino en que se ha perdido la referencia espiritual, la motivación espiritual, en todo el inmenso servicio social que sigue llevando a cabo la Iglesia.

  • Es misión sobre todo de los laicos llevar a la vida pública todas las iniciativas que se desprenden del mandato dado por Cristo de amar al prójimo como Él nos ha amado.
  • Y es misión sobre todo de los pastores ayudar a los laicos a que no pierdan de vista la dimensión sobrenatural en esa difícil tarea.
  • Todos, unos y otros, cada uno en su sitio, debemos hacer todo por Cristo, de modo que Él reine en el corazón de cada uno y en la sociedad.

Un ejemplo de esto es lo que está llevando a cabo NEOS, la nueva alternativa cultural promovida por Jaime Mayor Oreja y María San Gil. Buscan hacer frente a la dictadura del relativismo que, como una apisonadora, quiere laminar los restos del humanismo cristiano para imponer un nuevo orden mundial con un modelo único de pensamiento y de comportamiento.

La ideología de género, el aborto y la eutanasia son tres de los aspectos más llamativos de esta dictadura cuya sombra se extiende cada vez más sobre el antiguo Occidente.

NEOS, junto a la Asamblea por la Vida –en la que se integran las asociaciones que han luchado contra el aborto en estos años–, y junto a más de 200 instituciones, entre ellas el CEU, han convocado a una manifestación en Madrid, para el próximo 26 de junio, partiendo a las 12 del mediodía desde la Glorieta de Bilbao, contra la nueva ley del aborto aprobada por el gobierno social-comunista de España.

Es una ley tan radical que un católico no puede permanecer indiferente ante ella. Se va a permitir el aborto para menores, a partir de 16 años, sin necesitar ni el consentimiento ni siquiera el conocimiento de los padres.

  • Como recordaba Carmen Fernández de la Cigoña, en la rueda de prensa celebrada el martes para presentar la convocatoria de la manifestación, las menores no pueden ir de excursión con el colegio sin un permiso firmado por los padres, pero pueden matar al hijo que llevan en su seno sin que nadie de su familia se entere y les pueda aconsejar.
  • Se suprimirá, incluso, el periodo de reflexión antes de llevar a cabo el aborto, que imponía la ya muy permisiva ley anterior.
  • Además, la nueva ley supondrá aún más acoso a los médicos que se acojan a la objeción de conciencia, pues se hará un registro oficial de todos ellos, con todo lo que eso puede implicar para su vida profesional, si quieren trabajar en la Sanidad pública.

En España, ciertamente, hay una fuerte sensibilización a favor de la vida –la fundación “Derecho a vivir” ha entregado esta semana 91,118 firmas contrarias a la nueva ley del aborto–, pero no es suficiente.

Si en países como Estados Unidos están logrando que se reviertan las leyes abortistas es porque los defensores de la vida humana no han cedido nunca al desaliento ni al acoso de que han sido víctimas por parte de los medios de comunicación. Cada año demuestran su firme decisión de ir contra el aborto en la “Marcha sobre Washington”, que reúne a cientos de miles de personas.

En España es el momento de volver a salir a la calle para que los que están implantando la ideología de género, con el aborto incluido, se den cuenta de que hay un sector de la sociedad que no se ha rendido y que no va a aceptar dócilmente que se le imponga la agenda 2030, que ellos tienen programada.

Un católico debe hacer todo por Cristo y eso debe llevarlo a la práctica en la vida cotidiana. Pero hay momentos especiales en los que guardar silencio ante leyes tan terribles como la nueva ley del aborto significaría hacerse cómplices de ella. Por eso hay que romper la rutina y la inercia y demostrar que existimos y estamos vivos saliendo a la calle. Debemos hacerlo por Cristo y por la vida de los más débiles de entre los débiles, que son los niños víctimas del aborto.
……………………………
@NuevaVisionInfo
redaccion.nuevavision@gmail.com
P. Santiago Martín

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *