Las mentiras y la hipocresía de la Guerra de Secesión

Jacob Hornberger
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»

Más de 150 años después de la Guerra de Secesión, la nación está envuelta en una polémica sobre las estatuas de personas que lucharon a favor de la Confederación. Muchos quieren que se quiten las estatuas. Las estatuas, dicen, muestran a hombres que fueron dueños de esclavos, defensores de la esclavitud y traidores. Quienes quieren que las estatuas permanezcan ahí son calificados como racistas. Los sentimientos son tan profundos en ambos bandos de la polémica que podríamos pensar que la Guerra de Secesión acabó ayer mismo.

Ante todo, como libertario me pregunto por qué el gobierno tiene que erigir estatuas a alguien. Sencillamente no es un rol legítimo del gobierno. Además, ¿por qué debería la gente pagar impuestos para financiar una estatua de alguien cuyas creencias y comportamiento les disgustan o les resultan opuestos?

Por supuesto, las entidades privadas deberían ser libres de erigir tantas estatuas como quieran, mientras no sean subvencionadas por el Estado y sean de propiedad privada. De hecho, en 2003 un grupo gastó cientos de miles de dólares para crear el Confederate Memorial Park en Point Lookout, Maryland, que muestra una estatua y banderas de guerra que homenajean a la Confederación. Está financiado privadamente y la gente es libre de boicotearlo o incluso de manifestarse en su contra. Es un ejemplo de cómo funcionan las cosas en un sistema de propiedad privada.

La polémica de las estatuas muestra las mentiras y la hipocresía que caracterizan la descripción popular de la Guerra de Secesión.

La mentira más popular es la que dice que Abraham Lincoln inició la guerra para liberar a los esclavos. Es directamente mentira. Acabar con la esclavitud fue el resultado al final de la guerra, pero está claro que no fue el objetivo de Lincoln al inicio de ésta.

Lincoln tenía una razón y sólo una para iniciar la guerra contra la Confederación: mantener intacta la nación, reprimiendo la secesión del Sur. Eso era todo. Ese era el único objetivo de Lincoln. Antes de la guerra, había dejado claro que la esclavitud era legal bajo la Constitución de EEUU. Así que creía que la única manera de acabar con ella legalmente era por enmienda constitucional.

De hecho, se ven pruebas adicionales del objetivo de Lincoln en su Proclamación de la Emancipación, que sólo liberaba a los esclavos en ciertas áreas. Si hubiera empezado la guerra para acabar con la esclavitud, ¿no habría proclamado la libertad de todos los esclavos y no sólo de algunos?

Supongamos que no hubiera habido esclavitud en el Sur y que éste se hubiera independizado por alguna otra razón, pongamos los aranceles, o sencillamente porque los sureños hubieran decidido que ya no querían estar asociados con el Norte. Incluso sin esclavitud, no cabe duda de que Lincoln habría iniciado la guerra para impedir que el Sur se independizara.

¿Qué pasaría hoy si hubiera una secesión de los Estados Confederados y éstos declararan su independencia? ¿Duda alguien de que se enviarían fuerzas federales de nuevo al Sur para suprimir la secesión? Evidentemente, su objetivo no sería acabar con la esclavitud, sino mantener intacta la nación, el mismo objetivo que tenía Lincoln cuando ordenó que las fuerzas federales invadieran el Sur.

¿Por qué se miente entonces? ¿Por qué no enseñar a los niños estadounidenses la verdad: que la Guerra de Secesión se libró para impedir dicha secesión y que el fin de la esclavitud sólo fue un efecto colateral de la guerra?

Creo que la razón para la mentira es que los defensores de la Guerra de Secesión saben que para muchos suprimir la secesión no se consideraría una causa noble para una guerra que mató y mutiló a cientos de miles de personas y destruyó la mitad del país, por no mencionar que dañó a la libertad y los procesos democráticos de la nación.

No pasa lo mismo con acabar con la esclavitud. Eso es algo noble. Eso es algo que mucha gente diría que habría hecho que valieran la pena los enormes sacrificios de vidas, extremidades, libertad y prosperidad.

Así es como nace la mentira: La Guerra de Secesión se inicia para acabar con la esclavitud, se dice, lo que es una causa noble, una causa digna de sacrificar las vidas de cientos de miles de personas y la destrucción de la mitad del país.

¿Traición?

¿Por qué algunos defensores de la Guerra de Secesión consideran que la supresión de dicha secesión sería una causa menos noble?

Con la secesión, la gente dice sencillamente: “No queremos seguir siendo vuestros socios. Queremos independizar nuestros estados de este país y crear el nuestro propio”.

Con la represión de la secesión, la gente está respondiendo esencialmente: “Mala suerte. No nos importa si queréis continuar siendo nuestros socios o no. Vamos a usar la fuerza contra vosotros para impedir que os vayáis. Os obligaremos a seguir estando asociados con nosotros. Os mataremos y destruiremos hasta que cambiéis de opinión”.

Es bastante evidente que esa postura no tiene la nobleza de acabar con la esclavitud. Indudablemente por eso empezó la mentira.

De hecho, creo que el propio Lincoln empezó a darse cuenta de ello al ir evolucionando la guerra e ir multiplicándose exponencialmente la muerte y la destrucción. Cuando provocó el incidente en Fort Sumter, creo que pensaba que la guerra terminaría rápidamente y que los estados secesionistas serían derrotados rápidamente.

La mentalidad de Lincoln era muy similar a la de la ciudad de Washington, una masa de gente de la alta sociedad y curiosos que se reunieron en Virginia para ver la Primera Batalla de Bull Run al inicio de la guerra. Veían la batalla como una especie de gran evento deportivo, que acabaría bastante rápido, con la victoria del equipo federal. Una vez quedó claro que las fuerzas confederadas estaban ganando la batalla, los petimetres y curiosos de Washington corrieron para salvar sus vidas de vuelta a la capital por miedo a ser capturados o muertos.

Eso es esencialmente lo que han hecho muchos defensores de la Guerra de Secesión. Han huido de la verdad y se han convencido de que la Guerra de Secesión se inició principalmente para acabar con la esclavitud y sólo secundariamente para reprimir la secesión.

Durante la polémica de las estatuas, la gente ha acusado a los secesionistas de ser traidores. Dicen que independizarse de la Unión fue traición por parte de Jefferson Davis, Robert E. Lee, Stonewall Jackson, Jeb Stuart y otros.

¿Pero no es la traición un concepto legal? Si la Constitución permitía la secesión, algo que creían muchos, ¿cómo podría ser traición independizarse? De hecho, al acabar la guerra, los oficiales federales pusieron a Davis en custodia y amenazaron con procesarle por traición. Sin embargo, tras decidir que una retirada a tiempo es una victoria, cesaron en su proceso. Una razón podría haber sido que no querían arriesgarse a que el Tribunal Supremo sentenciara sobre el asunto.

Hay algo importante con respecto a la secesión que tiene que señalarse, algo que muestra la hipocresía de quienes condenan al Sur por independizarse. Y es que Estados Unidos se fundó mediante secesión. Y la mayoría de la gente que condena al Sur por independizarse celebra sin embargo la secesión de Estados Unidos de Gran Bretaña en 1776.

Lo llamamos Revolución Americana, pero ese es un término realmente inapropiado. No fue una revolución en absoluto. Una revolución es un intento de unos rebeldes de acabar con el régimen existente y tomar el control del gobierno central. Eso no era lo que estaban haciendo los colonos americanos en 1776. No tenían ningún interés en asumir el control del gobierno británico. Sencillamente querían independizarse de él.

Tengamos en cuenta que quienes firmaron la Declaración de Independencia no eran estadounidenses. Eran súbditos británicos, igual que las personas de la Confederación eran ciudadanos estadounidenses. Las colonias británicas eran parte de la Gran Bretaña, igual que Puerto Rico, Guam y las Islas Vírgenes son hoy parte de Estados Unidos.

Así que los hombres que firmaron la declaración simplemente estaban diciendo: “Ya no queremos ser parte de vuestro país. No queremos asociarnos con vosotros. Queremos crear nuestro propio país”. No querían apropiarse del gobierno británico. Sencillamente querían independizarse de Gran Bretaña y crear su propio país, igual que los sureños casi 90 años después.

Hoy algunos estadounidenses homenajean a George Washington, Thomas Jefferson, James Madison y Patrick Henry como patriotas por independizarse de su país, mientras que, al mismo tiempo, condenan a Jefferson Davis, Robert E. Lee y Stonewall Jackson como traidores por independizarse del suyo.

Por supuesto, a menudo lo que determina si un secesionista es un patriota o un traidor es quién gana y quién pierde. Gran Bretaña sin duda no consideró como patriotas a sus colonos británicos rebeldes. Por el contrario, los consideró traidores y criminales, de la misma manera en que muchos estadounidenses ven hoy a Davis, Lee, Jackson y otros sureños que perdieron su guerra de por la secesión.

Estados soberanos

La gente afirma que los sureños luchaban por conservar la esclavitud y, por tanto, no pueden en ninguna circunstancia considerarse como patriotas.

Sin embargo, olvidan dos cosas importantes. Una es que los secesionistas en 1776 pretendían conservar la esclavitud en su nuevo país y, sin embargo, siguieron siendo considerados como patriotas.

La otra está relacionada: Es posible luchar por dos principios, uno noble y otro innoble. Lee proporciona un buen ejemplo. Cuando estalló la guerra, Lincoln le ofreció el mando de las fuerzas de la Unión. Lee rechazó la oferta y volvió a Virginia, donde asumió el mando del ejército confederado de Virginia del Norte. En ese momento, su esposa también era dueña de esclavos.

Los críticos hoy califican a Lee como traidor. Dicen que traicionó a su país tomando las armas contra él (igual que algunas personas consideraban que George Washington, que también era dueño de esclavos, fue un traidor por tomar las armas contra su país).

El problema es que esos críticos están observando la situación desde el punto de vista del estadounidense del siglo XXI, que ha sido adoctrinado para ver al gobierno federal y la nación de una forma completamente distinta de como la veían los estadounidenses de los siglos XVIII y XIX.

Hoy se enseña a los estadounidenses a ver a Estados Unidos como una nación, compuesta por estados que son inferiores y están subordinados al gobierno federal.

Esa no era la mentalidad de nuestros antepasados. Éstos veían la nación como una agrupación de entidades soberanas e independientes (es decir, de estados) que simplemente se habían confederado para facilitar asuntos de interés común.

Sin embargo, durante el proceso, los estados entendían que no estaban entregando su estatus independiente y soberano. Esto se manifestó en el tipo de estructura política que crearon. La carta por la que se unieron se llamaba, apropiadamente, los Artículos de la Confederación. Porque sencillamente se unieron como una confederación, sin perder la independencia y soberanía de cada estado. Bajo dichos artículos, al gobierno federal se le daban muy pocos poderes. Ni siquiera tenía el poder de gravar con impuestos.

La mayoría de la gente consideraba su estado natal como su país real. Ahí es donde estaban sus lealtades, no en Estados Unidos, sino más bien en Virginia o Carolina del Sur. La gente no se veía a sí misma como ciudadana de Estados Unidos. Se veían como ciudadanos de sus respectivos estados.

Esa mentalidad se reflejaba en la manera en que los estadounidenses antes de la Guerra de Secesión se referían gramaticalmente a Estados Unidos. Al hacerlo, usaban la forma plural: “Los Estados Unidos se mueven en una dirección diferente”. En algún momento después de la Guerra de Secesión y hasta hoy, al país se lo menciona en singular: “Estados Unidos se mueve en una dirección diferente”.

Fue con esa mentalidad con la que Lee rechazó la solicitud de Lincoln de ponerse al mando de las fuerzas de la Unión. Para su mentalidad, hacerlo habría constituido traición, porque habría conllevado hacer la guerra contra su propio país, que era Virginia. Y esa era la mentalidad de la mayoría de los sureños. En sus cabezas estaban luchando por su país contra un invasor ilegal, a pesar del hecho de que su sistema se basaba en la esclavitud. Es decir, habrían tenido también esa mentalidad patriótica si no hubiera habido esclavitud en el Sur.

Los defensores de la Guerra de Secesión ignoran otros puntos importantes.

Si la guerra hubiera sido realmente por la esclavitud en lugar de por la independencia, las fuerzas de EEUU podrían haber invadido la Confederación, liberado a los esclavos y vuelto a casa, dejando a la Confederación como una nación independiente. Después de todo, ¿no justifica así hoy el gobierno de EEUU algunas de sus intervenciones en el extranjero? Después de que se fracasara en encontrar las infames armas de destrucción masiva en Iraq, los oficiales de EEUU dijeron que en realidad estaban invadiendo y ocupando Iraq para liberar a al pueblo iraquí de la tiranía de Saddam Hussein. En el proceso no absorbieron a Iraq en Estados Unidos.

Podrían haber hecho lo mismo con la Confederación: invadir, liberar esclavos y volver a casa sin reabsorber a la Confederación por la fuerza. La razón por lo que no lo hicieron está clara: la guerra fue por la secesión, no por la esclavitud.

Además, había otra forma de acabar con la esclavitud sin todas las muertes masivas y destrucción que trajo la guerra de Lincoln. El Norte podría haber aceptado la secesión y luego haberse declarado refugio para esclavos fugitivos.

¿Qué pasó con la Ley de Esclavos Fugitivos, que obligaba a los estados del Norte a devolver a los esclavos a sus dueños? Podría haber desaparecido. Recordemos: con la secesión ahora habría dos países separados e independientes: los Estados Unidos de América y los Estados Confederados de América. No habría habido nada que hubiera podido hacer la Confederación para obligar al Norte a devolver esclavos fugitivos.

Eso indudablemente habría hecho doblar el espinazo al sistema esclavista en el Sur. Después de todo, la esclavitud ya era una institución agonizante, no sólo en sentido moral, sino también en su eficacia. Las operaciones basadas en la esclavitud no podían competir contra empresas basadas en empleados voluntarios y asalariados. Hubiera sido cuestión de tiempo que todo el sistema se viniera abajo. Un sistema de refugio en el Norte habría acelerado su eliminación.

Crímenes de guerra

Finalmente, con respecto a las estatuas y el homenaje y glorificación de los líderes de la Unión, es importante tener en cuenta los graves crímenes de guerra ordenados por Lincoln y cometidos por Philip Sheridan y William T. Sherman, especialmente en el valle de Shenandoah, en Virginia, y en la Marcha de Sherman hacia el mar.

Las leyes tradicionales de guerra prohibían la guerra contra los civiles, un principio que habían enseñado a Sheridan y Sherman en West Point. Aun así, fue precisamente esto lo que hicieron estos dos hombres y las tropas bajo sus órdenes. Atacaron intencionadamente a mujeres, niños, ancianos y otros no combatientes al quemar sus casas, sus cosechas y sus pueblos y aldeas, con la intención de matarlos de hambre o exposición a los elementos. La idea era que la guerra así acabaría antes, especialmente desmoralizando a los soldados confederados, que estarían perdiendo a sus mujeres, hijos, hermanos y padres.

Hay una línea directa entre lo que se hizo en el Sur y las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, los bombardeos alfombra de pueblos y aldeas de Corea del Norte, los bombardeos de objetivos civiles en Vietnam del Norte, la matanza de civiles en May Lai y multitud de otras aldeas en Vietnam del Sur y los diversos ataques con misiles y drones a fiestas de boda en Afganistán. Cada uno de esos delitos de guerra se basa en la idea de que están bien mientras salven vidas estadounidenses al acabar antes la guerra, especialmente al desmoralizar al enemigo. Todo eso se remonta a los crímenes de guerra que cometieron Sheridan y Sherman en el Sur.

Sería negligente que no mencionara las acciones extremadamente dictatoriales realizadas por Lincoln. Su arresto del parlamento de Maryland. Su encarcelamiento de periodistas críticos. Su suspensión del habeas corpus. Su adopción del reclutamiento obligatorio. Su aplicación de las Leyes de Curso Legal. Todas fueron ilegales bajo nuestra forma constitucional de gobierno. También son características de algunos de los dictadores más brutales de la historia.

De hecho, no olvidemos que aunque Lincoln se oponía a la esclavitud antes de ser elegido presidente, también fue un separatista blanco, creyendo en el mejor de los casos que negros y blancos debían mantenerse segregados y que los negros debían ser deportados por la fuerza a África.

Lincoln acabó ganando y se acabó la esclavitud, que fue algo bueno que llegó tras la guerra. Pero no es necesario honrar a criminales de guerra y separatistas blancos simplemente porque ganaron, especialmente cuando acabar con la esclavitud no fue la razón por la que empezaron la Guerra de Secesión. En realidad, ¿ganar significa que las mentiras y la hipocresía tengan que ser un legado importante de la Guerra de Secesión?

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El artículo original se encuentra aquí.

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