Cuando la palabra hiere

Comparto una experiencia gratificante que tuve al escuchar la conferencia del Dr. Ricardo Castañón Gómez. El Doctor Castañón acostumbra reflexionar sobre el poder de la palabra. En su libro «Hábitos y actitudes, cuando la palabra hiere», afirma que la palabra afecta al cerebro, tiene un efecto físico, de allí la importancia de que la palabra sea constructiva. Cuando la experiencia ha sido grata se produce dopamina, y hay cambios neuroquímicos. Cuando hay descontento y pelea hay una reacción de adrenalina. Por eso, cuando la gente es peleonera lo mejor es hablar en corto.

Hay que educar en el momento en que la persona produce reacciones bioquímicas positivas. Lo que se asimila deja huella. Si un padre de familia les dice a sus hijos que lo que importa es el dinero, eso les deja huella. Hay que darles información siempre valiosa. El hombre ha nacido para ser feliz, para cultivar su inteligencia y su voluntad; pero hay quienes afirman que “el hombre es un mamífero para el placer y la comodidad” porque olvidan su dimensión espiritual. El espíritu es la parte divina que el ser humano posee.

Actualmente, todo tiene que ser “hoy, ahora”. La gente vive el instantaneísmo. Hay un predominio de la imagen y de la seducción: vale más lo que aparece que lo que se es. Destaca el valor a utilidad: lo que vale es lo útil, lo funcional. Hoy, se busca la calidad material en vez de la espiritual. Se piensa que una vida sin calidad no vale la pena. La calidad se mide por criterios utilitarios y hedonistas. No hay cabida para entender el sentido del dolor y del sufrimiento.

El doctor nos ayuda a reflexionar sobre las distorsiones que hemos recibido y que dejan huella, por eso hay que hablar de estos temas para que las personas busquen nuevas huellas. Cuando hemos herido, dejamos huella. Un principio maravilloso es perdonar.

El centro de la riqueza intelectual del ser humano está en el lóbulo frontal; éste interviene al decidir. Tenemos diez mil millones de neuronas. Hay que ser gente inteligente, prefrontal. Necesitamos cerebros inteligentes, que aman con un cerebro bioaxiopráxico volicional.

El libro del doctor Castañón contiene el resultado de más de 17 años de investigación sobre el tema y de un recorrido a través de los cinco continentes en los últimos seis años.

«Cuando la palabra hiere”; ofrece datos originales, respaldados por tecnología moderna de neuroimagen, sobre aquellos mecanismos que a través de la palabra, conforman huellas y programas neuropsicológicos, que luego se reconocen a través de la observación de los hábitos y actitudes del hombre. En este novedoso itinerario nos revela por qué, con mucha razón, se afirma que «el hombre es aquello que dice…».

El autor explica con acierto los distintos mecanismos que se registran cuando el hombre habla y escucha. Se puede así comprender por qué muchos hablan de una manera y por qué otros hacen del noble recurso verbal, un instrumento tan doloroso como un bisturí mal maniobrado. Presenta perfiles realizados por primera vez, sobre las características de aquellas personas que edifican o destruyen por medio de la palabra. Por eso propone al lector la “eufonía”, o sea, un modo positivo y constructivo del uso de la palabra, particularmente en un periodo de tanta confusión e incomprensión psicosocial como el de hoy.

Y precisamente, por las consecuencias de la palabra que hiere, invita a reconsiderar la importancia del «silencio» como «medio oportuno y necesario» de comunicación. Y no puede evitarse una profunda reflexión al detenernos en un pensamiento: «si aquello que vas a decir, no es más importante que el silencio…, calla». Nos recuerda lo que escribió Tomás de Kempis: Pon los ojos en ti mismo y guárdate de juzgar las obras ajenas. En juzgar a otros se ocupa uno en vano, yerra muchas veces y peca fácilmente; mas juzgando y examinándose a sí mismo se emplea siempre con fruto (Cap. XIV).

El doctor Castañón dice: “Si vas a hablar de una persona, habla bien”. Hay que cuidar el prestigio de los demás por principio, por ética. San Agustín dice que la perfección consiste en luchar cada día contra la imperfección.

Su perspectiva es «Biopsicológica integral», en cuanto, contrariamente a la opinión de un razonamiento exclusivamente materialista, propone la importancia de redescubrir los valores interiores y espirituales. Un observador internacional, luego de la presentación del libro, comentó: «Después de leer este libro, nadie podrá hablar igual que antes…”.

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