¿Qué cabe esperar de López Obrador?

MADRID. – ¿Qué cabe esperar del gobierno de López Obrador? La pregunta es difícil y la respuesta que sigue es sólo una especulación basada en los pocos datos iniciales y los patrones de conducta comparables.

Lo primero que cabe afirmar es que es seguro que México no se va a “venezualizar” a pesar de los malos augurios de los “anti-Pejes”. Y a pesar también de que la acumulación de poder en Congreso, Senado y estados es probablemente uno de los mayores de la historia.

Es verdad que el chavismo ha estado monitoreando a Morena y que tanto Kirchner como Maduro e Iglesias han apoyado a Obrador. Pero también es verdad que México tiene 3,000 kilómetros de frontera con Estados Unidos y que -mal que bien- hay instituciones que todavía funcionan.

Con todo, los “check & balance” más seguro son la sociedad civil. Y en México, tanto la Coparmex como la Iglesia han sido leales y respetuosas, pero no se han sumado al “besamanos”.

Descartado el modelo venezolano, cabe preguntarse qué modelo seguirá Obrador. El “modelo argentino” es inviable porque los Kirchner establecieron un simple mecanismo de compra de votos a cambio de “ordeñar” Argentina sin decencia alguna. Obrador “vende” regeneración y lucha contra la corrupción. Es seguro que no será la Inmaculada Concepción. Pero pasarse al kichnerismo sería demasiado burdo.

En mi opinión, el modelo más parecido es el nicaragüense del segundo Ortega o el más lejano en el tiempo y el espacio de Felipe González. Ortega estableció un sistema de control absoluto del poder con acuerdos con Iglesia y empresarios. El resultado, hasta el pasado mes de abril, fue de 11 años de crecimiento económico y estabilidad política y social.

Por su parte, Felipe González hereda un país agitado por la Transición política que hizo perder una década de desarrollo. Le tocó modernizar el país: acometer la reforma industrial, crear infraestructuras básicas, implantar un modelo tributario moderno con bases fiscales ensanchadas. Un balance positivo con la gran sombra de la corrupción y la obsesión por “dejar a España que no la reconociera ni la madre que le parió”, como dijo Alfonso Guerra. A saber: acoso a la educación religiosa y aborto, principalmente.

En el caso de Obrador, creo que el centro de su actividad se va a centrar en las reformas económicas. Meter mano a Pemex, nido de corrupción sistémica y empezar a generar refinerías propias. Es una vergüenza nacional que un país petrolero tenga que dejar que sean otros lo que practiquen el refino. Súmenle “ajustes” fiscales que hagan que los que más pueden colaboren más.

Desde el punto de vista social elevará el salario mínimo y establecerá bonos para mayores y estudiantes. Medidas de corte social, pero también económico. Si México consigue elevar su nivel de preparación profesional será más competitivo en el mundo. Pero es que, además, si una parte más elevada de la población eleva su poder adquisitivo, se incrementará el consumo elevando la demanda interna.

Probablemente sólo estas pequeñas medidas pueden suponer gran parte del crecimiento del 4% anual que ha prometido.

Es seguro que no va a eliminar la corrupción. Pero es muy fácil que robe menos que sus antecesores. Ese diferencial es dinero que queda en la sociedad generando eficiencia y mejorando la economía productiva.

Por supuesto, si además de su compromiso personal estableciera mecanismos de control -los check & balance- su promesa sería más confiable.

En materia de Seguridad -gran problema nacional- sería muy necio si no reclamara apoyo de los Estados Unidos -siquiera por debajo de la mesa- siguiendo el modelo del “plan Colombia”. Eso sí, “mexicanizado”, con espacios de impunidad para los narcos que no descontrolen el país como en la era Calderón. A Estados Unidos también le interesa controlar su “patio trasero” convertido ahora en una suerte de “Estado fallido”. Y eso no le impide a ninguno de los dos mantener alta la agresividad verbal de cara a los suyos.

La única incógnita -a mi juicio- es el rol de Olga Sánchez Cordero, la activista judicial extremadamente ideologizada. Ya ha lanzado los globos sonda de la legalización de la marihuana y la eutanasia. Hay quien piensa que también irán por el aborto en todo México. En mi opinión, globos sonda para testar el nivel de oposición social. Sánchez Cordero llegará todo lo lejos que la ciudadanía le deje. ¿Para qué?, ¿qué le aporta a Obrador esta agenda ideológica? En mi opinión, nada. No es su agenda y no es su prioridad. La única explicación razonable es el peaje que ha pagado -sin demasiada molestia, es cierto- como parte del posible pacto con el sistema. La “teoría de la conspiración” señala que Morena y el PRI pactaron con las elecciones del Estado de México y que eso explica que Obrador no incendiara el país cuando su candidata -Delfina, favorita en las encuestas- perdió frente al PRI. Y explicaría también que el PRI hubiera optado por un candidato para no ganar.

Por último, hay muchos rumores que apuntan a que Obrador propiciará una reforma Constitucional para poder ser reelegido. Si los astros se alinean como pretenden y logra crecimientos del 4% anual con creación de empleo y bolsa social, es seguro que lo hará a finales de sexenio, ¿El argumento? La demanda social. Como lo hizo Uribe en Colombia.

Si el PAN sigue en “guerra civil” y el PRI se mantiene lamiéndose las heridas, hay Morena “hasta que la muerte nos separe” … En definitiva: reforma industrial, ajuste fiscal, bono social, crecimiento económico, control político para perpetuarse y lo que le dejemos de ingeniería social.

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Mochila Política 50; Julio 13, 2018
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