Alegato contra la Reserva Federal
Doug French
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»
[Publicado originalmente en 1995]
Después de más de 80 años de inflación y devastadores auges y crisis, ¿cómo podemos librarnos de la causa de estos devastadores cánceres? “La única forma de hacer eso es abolir la falsificación legalizada: es decir, abolir el Sistema de la Reserva Federal y volver al patrón oro”, responde Murray Rothbard en su libro Acusación contra la Reserva Federal.
Para aquellos estudiantes que no tuvieron la oportunidad de estudiar la Historia Económica de Estados Unidos con el Dr. Rothbard, este delgado volumen les dará una idea de cómo eran sus clases.
El Dr. Rothbard nunca aburría a sus estudiantes con gráficos estériles o ecuaciones enrevesadas. Tampoco este libro. Esta historia de la Reserva Federal se trata de buenos, malos y políticos autocomplacientes que ayudan a sus amigos ricos y famosos.
También es interesante la explicación de Rothbard de la jurisprudencia británica del siglo XIX que abrió el camino para la banca de reserva fraccionaria. Rothbard apunta que, por la falta de desarrollo de la ley de depósito del siglo XIX, los banqueros fueron capaces de ganar tres importantes casos judiciales culminando con el caso Foley contra Hill y otros en 1848. En este caso, la Cámara de los Lores decidió que los banqueros contrataban una cantidad de dinero, pero no necesariamente mantener ese dinero concreto en la mano.
Rothbard refuta el mito de que el Pánico de 1907 llevara a la creación de la Fed. Los banqueros empezaron a planear un banco central después de que William McKinley derrotara a William Jennings Bryan en las elecciones presidenciales de 1896. Habían pasado hacía tiempo los días del partido democrático jacksoniano del dinero fuerte y el demócrata populista Bryan proponía monetizar la plata para aumentar la oferta de dinero. Los banqueros de Wall Street apoyaron a McKinley, al no desear una inflación que no pudieran controlar.
El Pánico de 1907 se usó para avivar el apoyo a un banco central. Pero fueron las reuniones de la Convención Monetaria de Indianápolis las que empezaron a mover los engranajes políticos, culminando con la aprobación de la Ley de la Reserva Federal en diciembre de 1913.
Con el sistema implantado, todo lo que se necesitaba era el hombre “apropiado” para controlar la máquina del dinero. En 1914, ese hombre era Benjamin Strong, entonces presidente del Bankers Trust propiedad de J.P. Morgan y gran amigo de los socios de Morgan, Harry P. Davison, Dwight Morrow y Thomas W. Lamont.
Strong dirigió la Fed hasta su muerte en 1928. Durante la Primera Guerra Mundial dobló la oferta de dinero, financiando los gastos de guerra de Estados Unidos.
La propaganda habitual de la Fed es que un público enfervorecido reclama más inflación y sólo las cabezas frías de la Reserva Federal se interponen en el camino hacia un desastre hiperinflacionario. Por supuesto, la verdad es justo la contraria. Como apunta Rothbard, “El único responsable de la inflación, la Reserva Federal, está continuamente realizando un griterío acerca de la ‘inflación’, de la cual todos los demás en la sociedad parecen ser responsables. Lo que estamos viendo es el viejo truco del ladrón que empieza a gritar ‘¡Detente, ladrón!’ y corre por la calle apuntando a otros”.
Rothbard se guarda para el final la parte divertida de desmantelar a la Fed. A los amantes de la libertad siempre se les dice que “tus ideas suenan bien, pero ¿cómo vas a ponerlas en práctica?” Rothard nos ha dado instrucciones sencillas para la liquidación de la Fed.
Una vez abolida la Fed, los bancos estarán solos, sin más prestamista de último recurso o rescates de los contribuyentes. El dragón de la inflación será decapitado. La montaña rusa de auge y crisis será nivelada.
Acusación contra la Reserva Federal es en parte historia, en parte polémica y en parte escrito político, con éxito en los tres aspectos. Murray Rothbard ha escrito otro clásico.
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