Marx y Keynes tienen paralelismos siniestros

José Ignacio del Castillo
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»

Karl Marx fue rudo. John Maynard Keynes refinado. Marx es el padre del socialismo real, Keynes tan solo la coartada intelectual de la socialdemocracia. Escarbando un poco, sin embargo, encontramos demasiadas coincidencias en los escritos de ambos autores como para que se nos pasen desapercibidas.

Es posible que tanto keynesianos como marxistas sostengan que la causa de tales coincidencias no es otra cosa que su adecuación a la realidad. En tal caso la carga de la prueba sigue recayendo sobre ellos a la hora de explicar no sólo el cúmulo de profecías fallidas de ambos, sino también la incapacidad de conciliar con sus teorías fenómenos como la generalización de las “clases medias”, la estanflación o la imposibilidad del cálculo económico en los sistemas socialistas. Así que repasaremos brevemente alguno de esos fatídicos paralelismos como aviso a navegantes ingenuos que todavía creen que el keynesianismo ha servido para salvar a la economía de libre mercado. Hasta nueve puntos de contacto evidentes nos surgen en una primera aproximación.

1. Ambos autores centraron el objeto de su análisis en el ciclo económico de la sociedad de mercado capitalista. Más concretamente se centraron casi en exclusiva en las fases de crisis y depresión mostrando de ese modo una acusada inclinación anticapitalista.

Keynes no sólo se concentra en el estudio de la depresión (lo que es comprensible en un inglés contemporáneo de los años 20 y 30), sino que llega a creer que este es un estado permanente del que el mercado es incapaz de salir por sí mismo. Así acuña en “La Teoría General” el contradictorio término de equilibrio con desempleo. “Verdaderamente, parece capaz de permanecer en una situación crónica de actividad inferior a la normal durante un periodo considerable, sin ninguna tendencia acusada hacia la recuperación o hacia el completo colapso. Más aún, la evidencia indica que la ocupación plena, o incluso casi plena, es algo que se da raramente y que dura breve tiempo.

Marx tiene igualmente en mente la depresión cuando habla de la pauperización de las masas y del ejército de reserva de trabajadores. La ortodoxia marxista posterior no estuvo dispuesta a aceptar la posibilidad de alternancia de ciclos de auge y depresión, tan poco adecuada a la teoría de la inevitabilidad del socialismo. Kondratieff fue deportado y asesinado en Siberia poco tiempo después de publicar sus estudios de las series temporales de hasta 28 variables macroeconómicas. Y es que en ellos se ponía de manifiesto, no sólo que los periodos de auge y depresión se sucedían con periodicidad, sino que los primeros eran predominantes en los amplios lapsos de tiempo estudiados con la consiguiente notable mejora del nivel de vida material en los sistemas capitalistas.

2. Tanto Marx como Keynes achacan el desencadenamiento de la crisis a un colapso en la rentabilidad de las inversiones causado por la excesiva acumulación de capital y riqueza en pocas manos y la insuficiente demanda de los compradores. Es la vieja falacia del subconsumo que Hobson otro teórico marxista, tanto haría por popularizar antes que Keynes. La superproducción con falta de demanda, debida a la insuficiente redistribución de la riqueza hace que los stocks de mercancía se apilen sin encontrar salida.

3. Tanto Keynes como Marx sostienen que la sociedad capitalista se encamina hacia un punto de máxima entropía, en el que desaparecen las oportunidades de inversión. La eficiencia marginal del capital se iguala a cero de acuerdo con la terminología keynesiana: “Las experiencias posbélicas de Gran Bretaña y de EE.UU. son, verdaderamente, ejemplos reales de cómo una acumulación de riqueza, tan grande que su eficacia marginal ha descendido más rápidamente de lo que pueda descender el tipo de interés ante los factores psicológicos e institucionales puede interferir, en condiciones principalmente de laissez faire, en un nivel de empleo razonable”.

¿Qué explicación encontrarían Marx y Keynes para los crecientes beneficios que año tras año consiguen a día de hoy Google, Intel, Microsoft, Electronic Arts o Genentech, tal y como Xerox, Texas Instruments, Motorota o IBM hicieron hace décadas?

4. El acercamiento a los problemas económicos simultanea por un lado, la observación de fenómenos muy concretos (por ejemplo, la concentración empresarial y los superbeneficios en la fase de auge, la elevación del tipo de interés por causas monetarias producida en el momento de la crisis o la reducción del consumo en la fase descendente del ciclo) con unas formulaciones teóricas en términos de macroagregados o clases sociales que ocultan lo que realmente está ocurriendo. Keynes es así culpable de retrotraer la economía a una etapa precientífica en la cual los fenómenos económicos no se ligan a las valoraciones y acciones subjetivas. Bajo espúreos términos como burguesía, proletariado, demanda agregada o renta nacional se ocultan los fenómenos reales que quedan sin explicación. El nominalismo omnicomprensivo “lo explica todo sin explicar nada”. Los fenómenos apreciados son erróneamente interpretados llevando a desatinadas conclusiones.

5. El punto fundamental de ambas teorías es su ataque incondicional al dinero. En Marx el ataque es explícito. Punto fundamental del programa comunista es la abolición del dinero. A cambio, se propugnan unos bonos horas-trabajo o bien la distribución directa de la producción a través de cartillas de racionamiento. Como paso intermedio para socavar el orden de mercado se defiende la inflación (papel moneda de curso forzoso) y la nacionalización del crédito.

En Keynes el ataque al dinero se enmascara tras una terminología científica: la preferencia por la liquidez y el atesoramiento son los culpables de todos los desarreglos del mundo. El ataque al ahorro burgués es en realidad un ataque a la propia esencia del dinero. Una esencia que otorga soberanía al consumidor para rechazar la producción que no es de su agrado mediante el simple procedimiento de abstenerse de demandar.

6. Keynes, como Marx, encuentra en el interés el origen de todos los males. Igual que Proudhon, Solvay o Gessel aboga por el crédito gratuito para escapar de la tiranía capitalista. Marx abogaba por la exterminación de los capitalistas; Keynes por la eutanasia del rentista: “Aunque este estado de cosas (un rendimiento suficiente para cubrir el coste de reposición del capital) sería completamente compatible con un cierto grado de individualismo, significaría, no obstante la eutanasia del rentista y, por consiguiente, la eutanasia del poder de opresión acumulativo de los capitalistas para explotar el valor de la escasez del capital”. Aparentemente Keynes ya estaba al corriente de la diferenciación entre empresario y capitalista y llamó rentista al segundo.

7. Marx tilda de anárquico el sistema de producción capitalista. Keynes, igualmente crítico, sostenía que “cuando el desarrollo del capital de un país se convierte en un subproducto de las actividades de un casino, es probable que la tarea se realice mal“. Por motivos de espacio no trataré aquí esta objeción. Baste decir que las alternativas de planificación central que ambos autores abrazaban produjeron las mayores descoordinaciones, desabastecimientos, corruptelas e ineficacias a gran escala de las que la Humanidad ha tenido noticia.

8. Keynes y Marx defienden una fuerte redistribución de la renta con fines igualitarios –eufemismo para hacer respetable el robo cuando el Estado es el encargado del latrocinio– a través de un impuesto progresivo sobre la renta, la supresión del derecho de herencia y la nacionalización de la inversión (los medios de producción).

9. La teoría valor-trabajo es explícita en Marx e implícita en Keynes, que utiliza unas fantasmagóricas unidades de salario. El mercado está obligado a absorber toda la producción independientemente de si esta es deseada o no por el consumidor. No importa qué cantidad se produzca, qué precios se pidan, qué cualidades tenga el producto o cuáles sean los costes incurridos para obtenerla. El consumidor debe comprarlo todo, al precio de coste como mínimo y además le debe gustar. Jamás debe liquidarse un proyecto o despedirse a un trabajador.

En fin, Keynes no hizo más que actualizar el pensamiento socialista dando las mismas interpretaciones de la realidad que pensadores anteriores a él como los mercantilistas, Sismondi, Roedbertus, Proudhon, Marx o Gessel proponiendo sin ambages la nacionalización del dinero, el crédito y la inversión (el capital) para el establecimiento de una nuevo utopía totalitaria.
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