Evitemos que AMLO evolucione hacia populismos latinomericanos
Nadie puede poner en duda el tino del gobierno para mantener entretenida a una porción enorme de la población, mediante las cotidianas conferencias mañaneras. La inmensa mayoría del pueblo no ve las conferencias, pero los medios, que están presentes, por obligación profesional las comentan, ya sea a favor o en contra, como primicias. Y a través de ellos López Obrador fija u orienta buena parte de la agenda nacional.
Adicionalmente, están las actividades de la presidencia: giras, actos protocolarios, así como diversas apariciones públicas en cualquiera de las cuales puede haber ocurrencias que sugieran la necesidad de un reporte.
Para los observadores es una rutina desgastante, casi tanto como para el presidente, a pesar de que tienen la oportunidad, en cualquier momento, de captar un campanazo, circunstancia ésta que obliga a los comunicadores a estar presentes.
La realidad innegable es que estamos viviendo un ambiente de campaña y de culto a la personalidad que no sabemos si algún día se terminará, para dar lugar al comienzo de la operación de gobierno, o si se alargará indefinidamente en cuyo caso resultará difícil evitar el señalamiento de una actuación propagandística, de consignas interminables, propia de una dictadura personal, demagógica y populista.
¿Qué debemos hacer?
Pareciera que competir con el gobierno que tiene ingentes recursos a su alcance para mantener su propaganda, ensartándonos en una incesante polémica mediática, abordando todos los temas que el presidente escoja, sería meterse en su campo con evidente e insuperable desventaja. Por eso, probablemente la mejor opción es presentar una propuesta alternativa que atendiera los principales riesgos de la llamada cuarta transformación:
> Debemos evitar la evolución hacia los populismos latinoamericanos que han tenido, en todos los casos, el riesgo de la continuidad transexenal. Si en México cayéramos en esa trampa, romperíamos una, de las dos principales proclamas de la Revolución Mexicana: «La no reelección».
> Necesitamos insistir, incansablemente, en la preservación y fortalecimiento de las instituciones, entre ellas la división de poderes, evitando el avasallamiento del Legislativo y el Judicial, lo cual implicaría la de exigir la sujeción estricta del Ejecutivo al Estado de derecho.
> En la búsqueda de la paz. El presidente ha afirmado que ya se terminó la guerra, es decir el combate que se ha venido teniendo de las fuerzas del orden: policías municipales estatales y federales, así como de miembros del Ejército y de la Marina Armada de México para someter a los bandidos que delinquen impunemente, y han conformado una especie de ejército irregular para proteger sus actividades: de narcotráfico, robo de combustibles, secuestros, asesinatos, exacciones mediante chantaje y muchos otros.
En tal caso, caben varias preguntas: ¿cómo se tratarán las violaciones a la ley, las del pasado, las actuales y las futuras? ¿Cómo se garantizarán los derechos ciudadanos a vivir en paz, al trabajo, a la propiedad legítima, al libre tránsito, a la libre expresión de las ideas, al emprendimiento en industria, comercio y cualquier otra actividad que los ciudadanos libremente quieran realizar, revirtiendo así la situación de ingobernabilidad que padece el país en diversas localidades?
Es indispensable exigir respuestas claras y precisas. Los ciudadanos tenemos derecho a ellas.
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Bernardo Ardavín Migoni