La teoría monetaria moderna tiene raíces neomarxistas
Antony P. Mueller
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»
La influencia de la economía de Michal Kalecki en la Teoría Monetaria Moderna (TMM) es difícil de ignorar.
Con sus raíces en la teoría macroeconómica neomarxista de Michal Kalecki, la TMM lleva consigo la herencia de la teoría laboral del valor y el análisis marxista del Estado y la clase. Kalecki preparó el terreno teórico para la expansión del gasto público, especialmente en los países del tercer mundo. Sin embargo, aunque la mayoría de los países en desarrollo han abandonado esta teoría, ésta celebra su regreso disfrazada de «teoría monetaria moderna».
La tesis de que «los déficits no importan» no se origina con el economista inglés John Maynard Keynes, sino con el muy poco conocido economista marxista polaco Michal Kalecki (1899-1970), uno de los precursores de la Teoría Monetaria Moderna.
Kalecki impulsó la idea de que el gasto público crea por sí mismo el superávit de ahorro en el sector privado, y que la deuda pública puede acumularse sin tener que enfrentarse a un límite.
En consonancia con el modelo keynesiano básico, en el que la renta se compone de consumo, inversión, gasto público y exportaciones netas, Kalecki determina que el ahorro privado es la parte de la renta que queda después de los impuestos y el consumo. Estos ahorros privados son, según el modelo de Kalecki, iguales a la inversión, la balanza comercial y el déficit presupuestario del gobierno. En el modelo de Kalecki, las inversiones y los déficits presupuestarios son la contrapartida del ahorro privado. Esta tesis es también el punto focal de la Teoría Monetaria Moderna que dice –como lo plantea Mosler– que en la medida en que el gobierno aumenta su deuda, la riqueza financiera en el sector privado aumenta.
Enredados en sus reformulaciones matemáticas de una identidad básica de la contabilidad macroeconómica, los partidarios de la Teoría Monetaria Moderna pierden de vista un gran problema: cuanto más gasta un gobierno, menos invertirá el sector privado. En otras palabras: aunque habrá un superávit de ahorro privado, no es el resultado de un mayor ahorro, sino que se produce debido a la caída de la inversión. En el modo formal, las cuentas se equilibran, mientras que la economía real se hunde.
En la macroeconomía convencional, el ahorro proporciona los fondos para financiar la inversión y un déficit presupuestario reduce el ahorro nacional. La Teoría Monetaria Moderna, siguiendo los pasos de Kalecki, lo pone al revés: cuanto más invierten los capitalistas, y cuanto mayor es el gasto deficitario del gobierno, mayor es el superávit del ahorro nacional. Basados en un conjunto de ecuaciones similares al modelo de Kalecki, los defensores de la Teoría Monetaria Moderna promueven un gasto deficitario sin obstáculos para impulsar el crecimiento económico. Su lema de que «los déficits no importan» y que el gasto gubernamental no tiene límites es adoptado por los Socialistas Demócratas de América (SDA) y los políticos asociados. La Teoría Monetaria Moderna sirve como una herramienta intelectual para justificar el aumento sustancial del gasto público y el gasto integral en bienestar público.
A pesar de su nombre, la Teoría Monetaria Moderna carece de precios y dinero. No es de extrañar que los países que siguieron el modelo Kaleckiano fueran devastados por un despilfarro masivo de capital, una malversación generalizada y una alta inflación. En América Latina, donde este tipo de razonamiento todavía está de moda en algunos círculos, las políticas de gasto público sin trabas han creado una economía marcada por la baja productividad, los bajos salarios y la miseria generalizada.
Mientras que muchos países en desarrollo han abandonado el enfoque fallido del desarrollo por medio de la deuda y han recurrido a políticas económicas sólidas, en los Estados Unidos y en otras partes del mundo desarrollado ocurre lo contrario. El entusiasmo que suscitaron las propuestas de la educación gratuita, la atención de la salud para todos y una infraestructura ecológica totalmente renovada, es una señal utópica de ilusión. Si se realizan, estos planes no traerán prosperidad y justicia social, sino hiperinflación, estancamiento económico y caos sociopolítico.
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