Ideas para construir un mundo mejor

“El futuro no existe para ser adivinado, sino para se hecho”. Nos interesa en la medida en que pueda querer nuestros o objetivos presentes. Esta verdad palmaria, a veces, no es correctamente entendida y se descuida el presente, el ahora, con las consecuencias funestas que la precipitación y el atolondramiento traen consigo. Muchos de los males que padecemos: droga, divorcio, pérdida de los valores morales, consumismo, aumento de la brecha entre ricos y pobres, violencia, desempleo, etc.  Se deben quizá, por no haber cuidado nuestro presente, por vivir del modo más impaciente lo que contraría.

Lincoln dijo en una ocasión que una de las cosas más difíciles para el hombre, consiste en saber qué tiene que hacer uno al momento siguiente. Y es cierto, veces resulta casi imposible. Pero no reside aquí el problema, sino en la carencia de unos objetivos por los que valga la pena esforzarse.

¿Cuáles son  nuestros objetivos? ¿Qué pretendemos?: forjar un  mundo un  mundo más humano, donde cada persona sea acogida con alegría, se le respeten sus derechos y fomente su libertad. En esto todos coincidimos, y nadie sería capaz de objetarlo. El asunto radica en cómo y para qué.

No se trata de forjarnos una utopía, sino de ser realistas, sabiendo que es imposible encontrar la felicidad completa en esta vida, pero que sí es posible ser feliz y que al menos se pueden crear las condiciones para hacerlo. Pero no se trata de un estado , sino más bien de una actitud personal, la que hace que seamos felices.

Por ejemplo, la actitud responsable y positiva  de los paterfamilias, contribuye poderosamente  al bienestar personal y social  y a edificar el futuro en los mejores términos que puedan ser imaginados.  El gobierno debe  preocuparse por esta situación, pero especialmente cada uno de quienes integramos el país. La humildad es la verdad: es imperativo aceptar la situación –bastante lamentable- en que nos encontramos y tomar el toro por cuernos, el que a cada quien le corresponda.

La humildad es la auténtica prueba de las virtudes humanas y de las virtudes cristianas, de la fortaleza de una nación. Si queremos un futuro mejor, es necesario empezar ahora a reconstruir lo que ya anda mal, antes de que las cosas empeoren. Empezar por la familia –acordémonos que esta  es la célula de la sociedad-.  Y a la vez seguir con la sociedad. Nunca es demasiado tarde para reaccionar y emprender.
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Gabriel Martínez Navarrete

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