Más evidencias de que las armas de fuego no causan suicidios
Ryan McMaken
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»
Cuando aparecen en las noticias las tasas de suicidios, algunos observadores que ya están a favor del control de las armas de fuego tratan de culpar de los suicidios a la mera presencia de dichas armas. La afirmación es que las armas de fuego son fáciles de usar para suicidarse, así que esto lleva a más intentos con éxito.
Sin embargo, esta teoría se basa principalmente en conjeturas y supuestas correlaciones ya que, por supuesto, es imposible saber si una persona que comete un suicidio no habría tenido éxito si él o ella (normalmente él) hubiera empleado otro método.
Para respaldar esto, algunos defensores del control de armas afirmarán entonces que (debido a las armas de fuego) las tasas de suicidio son más altos en los estados en los que hay más propiedad de dichas armas. Sin embargo, estos datos se basan en datos de encuestas y no hay ninguna documentación sobre propiedad de armas, ya que los datos de compras no están relacionados con compradores concretos. Por ejemplo, este estudio ampliamente citado se basa en preguntar a extraños si poseen armas. El problema está en que hay razones para creer que la gente no responde a esas preguntas diciendo la verdad, especialmente en estados con leyes más restrictivas sobre armas.
Por ejemplo, el Violence Policy Center también afirma que los estados con leyes más restrictivas sobre armas de fuego tienen menos suicidios debido a esas leyes. El problema es que esas leyes “restrictivas” son normalmente solo leyes que restringen la capacidad del cargador y ciertos tipos de armas de fuego. Pero evidentemente, no hace falta un cargador de alta capacidad o un llamado “rifle de asalto” para cometer el suicidio. El revólver más sencillo o un arma de fuego de un solo tiro valen.
De todas maneras, muchos expertos están más que contentos estableciendo esta relación. Señalarán mapas como este de Mother Jones:
Y luego señalarán este de la CDC:
“¿Ven?”, dirán, “¡Todos esos dueños de armas de fuego en los estados de las Montañas Rocosas están cometiendo más suicidios porque tienen más armas!”
Por supuesto, no importa que Texas tenga una tasa de suicidios que no es notable y aun así el estado tiende a ser el ejemplo de propiedad extendida de armas de fuego.
Sin embargo, no se puede negar que el mapa de suicidios dirige la atención hacia el oeste de las Montañas Rocosas, hacia algo que incluso se ha llamado “el cinturón del suicidio”.
¿Por qué hay allí tantos suicidios?
Bueno, como informaba ayer el Salt Lake City Tribune, “Hay evidencias crecientes, basadas en grandes series de datos, que sugieren que la altitud de residencia está asociada concretamente con un mayor riesgo de suicidio y depresión”.
Esta idea tampoco está basada en meras correlaciones o conjeturas. Al menos esta vez, al contrario que los defensores del control de armas, tienen algún tipo de teoría:
La baja presión atmosférica en altitud causa niveles menores de oxígeno en la sangre. Esto afecta a los niveles de serotonina, el producto químico que ayuda a regular el estado de ánimo, del cuerpo, escriben los investigadores de U., añadiendo que menos oxígeno también dificulta los flujos de energía a través de nuestros cerebros.
“La gente con depresión tiende a tener una utilización menos eficiente de la energía en ciertas partes de su cerebro, como en el córtex prefrontal”, dice Brent Kious, un profesor de psiquiatría de U. y autor principal de la encuesta. Este bloqueador de energía, dice, hace que a la gente le cueste más superar emociones negativas.
Si esto es cierto, podríamos ver que indudablemente no es una coincidencia que siete de los diez estados con mayor altitud media (es decir, Colorado, Wyoming, Utah, Nuevo México, Nevada, Idaho y Montana) resultan estar también entre los diez con mayores tasas de suicidio en EEUU.
Hay más razones para dudar también de la explicación sobre suicidios y armas (ver aquí y aquí), aunque la presencia de la altitud como factor no significa necesariamente que no sean importantes otros factores. Por supuesto, los defensores del control de armas de fuego probablemente continúen señalando a las armas como “causa” de suicidio, basados en una variación de la frase “¡con que salve una vida!” Sin embargo, esa es una malísima razón para apoyar una nueva ley. Después de todo, toda ley tiene sus inconvenientes, especialmente en lugares como muchas comunidades lejos de servicios de policía, como es el caso en buena parte de la región de las Montañas Rocosas. Cuando el sheriff está a 30 minutos de distancia, decir a la gente que “llame al 911” en caso de una amenaza delictiva no es un consejo serio. Además, por ejemplo, las leyes de armas contra los AR-15 no tiene nada que ver con los tipos de armas de fuego que permiten a la gente considerar el suicidio. Solo una prohibición total de armas de fuego conseguiría esto (en teoría). Pero tal vez el hecho de que la prevención de armas de fuego como suicidio sea algo sugerido repetidamente por los defensores del control de armas de fuego es su manera de expresar sus preferencias de lo que realmentequieren.
También es desconcertante el hecho de que muchos defensores del control de armas de fuego (que suelen provenir de la izquierda) también defienden más suicidios, aunque a través de la eutanasia aprobada por el estado y el llamado suicidio “ayudado por el doctor”. Aunque esos defensores afirman estar profundamente preocupados por los suicidios, promueven sin embargo leyes para hacer más fácil de suicidio. El único problema parece ser el método. Y no debería ser sorprendente que el único método que parece preocuparles especialmente afecta las armas de fuego.
Pero una aproximación más realista al problema proviene del investigador que trabajó en las conclusiones sobre la altitud. Concluía: “es difícil prever cómo podrían afectar las conclusiones sobre la altitud a la investigación de casos individuales de suicidio o cómo podría guiar las políticas públicas sobre prevención de suicidios”. Realmente “difícil”. De hecho, puede ser que no haya ninguna solución política al problema. Pero eso es algo que los políticos nunca quieren oír.
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El artículo original se encuentra aquí.
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