Afinar en lo esencial (1)
Afinar en lo esencial cada día.
Revertir la adversidad: A veces sucede que antes de un gran éxito puede uno encontrarse atorado sin recursos, y dar media vuelta el panorama de la noche a la mañana.
Iniciar por el propio orden interno. Quitarnos las barreras que nos hemos construido. Estas limitaciones nos pueden atar con más fuerza que los reglamentos de una empresa. Cambiar hábitos personales que ya no nos sirven, por otros que sean ´´útiles” o nos vengan bien. Cultivar constantemente las virtudes y habilidades (nuestras fuerzas) para estar cada vez más aptos., para llegar al objetivo o ideal.
Deja de hacer lo que sabes que no debe hacerse. Los recursos internos aumentan la fuerza de ánimo, porque uno labora con más inteligencia y eficacia.
Amar el trabajo produce alegría. Has del trabajo un gozo. Esta actitud aumenta las capacidades, porque no existe límite a la superación personal. No debemos bajar la guardia y decir: «¡ya basta!”. Siempre podemos ir a más. Formarse: no darse nunca por vencido ni amainar en el esfuerzo, ni después de tres decenios, ni siquiera en el último momento de la vida. Esto no es perfeccionismo, sino afán de superación.
Se trata de estar en el lugar adecuado, en el momento oportuno. Esto implica autoeducación y disciplina.
Necesidad de un esfuerzo psicológico. Superar rasgos personales que estorban para lograr el éxito. Por ejemplo: controlar el ego, pensar en las necesidades de los otros. Esforzarnos por mejorar el impacto con los demás: empatía, saber escuchar, persuasión, etc.
A medida que cambian los requerimientos del trabajo, sustituir los hábitos de trabajo y gustos arraigados, pero obsoletos, por otros que sean útiles.
La capacidad de trabajar en equipo es básica. Cualquiera que sea la posición de uno, siempre estaremos negociando con la gente. Uno es sólo parte del todo. Favorecer la mentalidad ganadores–ganadores; es importante poder contribuir hoy, ahora.
Avivar la sensibilidad hacia los problemas de los otros, de la empresa y del equipo. Y lograr un equilibrio.
Aceptar que todos padecemos debilidades que hay que trabajar y que están bloqueando nuestro desempeño. Esto nos hace más comprensivos y exigentes con los demás y con uno mismo. Esas debilidades pueden ser –entre otras– la calidad inadecuada, la burocracia, rutina, la falta de creatividad cuando las situaciones exigen situaciones innovadoras.
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Gabriel Martínez Navarrete