Amor y libertad

Hay circunstancias en que nuestra libertad se ve lesionada, pero otras veces es el mismo ser humano el que se engaña a sí mismo cegado por las pasiones, el temperamento o el ambiente. Todos podemos elegir el camino fácil en lugar del arduo.

¿Qué es la libertad? ¿Acaso es independencia?… quizás no, pues el ser humano es extremadamente dependiente. Hay quien dice que “nacimos libres”, ¿hay alguien más indigente que un bebé? El niño necesita alimento, ropa, cuidados, calor, aire, agua, sol y sombra, ser transportado, ser amado… Y entre más tiempo vive, más dependiente se hace.

Derecho a decidir

Muchos piensan que la libertad es hacer lo que quieres; esta es una idea superficial. Una persona puede hacer lo que quiera y hacerse, como resultado, menos libre. Decidir libremente no asegura que aquello decidido me haga mejor persona. Uno puede comer desorbitadamente y el resultado es una indigestión, lo que supone una limitación de la libertad.

Un ser humano desarrolla naturalmente sus poderes físicos; pero también posee poderes espirituales que pueden no desarrollarse. Hay quienes nunca desarrollan su fuerza de voluntad; no son señores de sí mismos ni de sus elecciones. No son libres.

El que se mueve por lo que le apetece, por la pasión o el confort, en realidad no se mueve, es movido. Algunas decisiones nos desarrollan; otras, nos hacen retroceder. No somos personalidades estáticas sino en evolución. Querámoslo o no, cambiamos para bien o para mal. Lo que básicamente provoca el cambio son nuestras decisiones, cuando decimos “Sí” pudiendo decir “no”, o cuando decimos “no” pudiendo decir que “Sí”. Somos personas que encuentran disyuntivas, cada decisión supone una disyuntiva, por eso es vital descubrir las consecuencias que las decisiones traen consigo. Porque las elecciones, como los caminos, no son indiferentes; dejan huella.

Para ser libre es necesario ser capaz de decir “Sí” y “No”. Para ser libre es esencial tener dos opciones al menos. Si no se tiene la disyuntiva, si sólo se puede decir “Sí”, no se es libre.

Restricciones y libertad

Una a una persona que vive la templanza en la actividad sexual, que pone límites a lo que ve y lee, que piensa que el sexo es oportuno sólo dentro del matrimonio, que controla sus pensamientos y su imaginación, ¿es acaso menos libre?, ¿es menos libre porque acepta poner límites?… ¡No! las restricciones no implican necesariamente pérdida de libertad. Ciertas restricciones salvaguardan la libertad.

Aquellos que sostienen que no debe de haber límites en la actividad sexual están en peligro de perder la libertad de amar, y también su libertad total. Al decir “Sí” al imperioso instinto sexual y al menor dictado del instinto, pierden su capacidad para decir que “No”. Y el hombre ya no es libre cuando es incapaz de decir “No”.

Del mismo modo que la planta no crece porque la estire el jardinero, sino porque hace suyo el alimento, el ser humano progresa en humanidad en la medida en que asume libremente el modelo natural que inicialmente recibe.

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Rebeca Reynaud

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