«Ayúdanos, Papi Gobierno»

¿En qué momento nos volvimos dependientes de «Papá Gobierno»?

A lo largo de la historia los gobiernos se han vuelto cada vez más complejos, abarcan más actividades, influyen más en la vida de la sociedad.

Los gobernantes, de ser nuestros mandatarios (los que cumplen nuestros mandatos), ahora son los mandantes… los mandones, valga la frase. Ellos son, ahora, los que nos dicen qué hacer, los que conceden permisos sin los cuales no podemos funcionar, etc.

¿Siempre fue así? No lo sabemos. La historia no la escriben los pueblos, la escriben las clases dominantes. Pero, por lo poco que sabemos, los gobiernos no asumían las responsabilidades que hoy abarcan.

Hoy vemos como algo natural que los gobiernos asuman responsabilidades como, por ejemplo, la salud, la enseñanza (incluso la educación), la innovación, temas que eran el territorio de la familia y de los individuos. Y, en consecuencia, los gobiernos son cada vez más grandes, más pesados, más costosos.

El proceso siempre es el mismo:

* La casta política decide que necesitamos definir un nuevo derecho ciudadano, por ejemplo, el derecho a la salud, a la cultura, al conocimiento, etc.

* Nos presentan ese derecho como un nuevo beneficio que la benemérita clase política nos otorga.

* Ese nuevo derecho se usa como plataforma electoral, como una oferta política, se debate, los congresos votan y lo aprueban en nuestro nombre.

* Luego, se crean organizaciones para implementar el nuevo derecho, por tanto, aumenta el aparato estatal al que se le destina un presupuesto para sostenerlo.

* Y por último, se crean nuevos impuestos para pagar ese nuevo gasto, porque no es de a gratis.

Todo ello sin consultarnos. Y nosotros, dócilmente, lo aceptamos y decimos que ahora hay que exigir que nos den esos beneficios. Y una vez que se complete el proceso, el ciudadano deja de ser responsable de un gran tema que era y es de la sociedad.

De esta manera, ya no tenemos responsabilidades, ahora tenemos derechos: la responsabilidad ahora la asume un ente fantasmagórico llamado la casta política, que cada vez tiene más cargos y cargas, que cada vez consume más recursos que ejerce a su arbitrio.

Y si alguno cuestiona si es papel del Gobierno ejercer esas funciones, la respuesta standard sería: “Es que no exigimos lo suficiente: hay que exigirles”. Lo cual demuestra que ya nos convencieron de que el Gobierno debe abarcar más y más.

En uno de los países del sur de Europa se hacían las siguientes cuentas, según me da mi flaca memoria:

* El 30% de la población económicamente activa trabaja para el Gobierno.

* El 25% de la población está desempleada y la sostiene el Estado.

* El 20% de la población es jubilada y la sostiene el Estado benefactor.

En resumen, en ese país sólo la cuarta parte de la población económicamente activa genera riqueza e impuestos y sostiene al 75% restante.

Los números pueden fallar, pero ese es el concepto de un Estado Benefactor: unos pocos sosteniendo al «ogro filantrópico», como lo llamò Octavio Paz.

Y mientras, los grupos siguen pidiendo al Gobierno: “Papi, Papi, danos más; nuestros derechos no están completamente satisfechos. Danos dinero para poder sufragar lo que antes eran nuestras obligaciones”.

No sé cuánto tiempo más podremos seguir así. No es sostenible una sociedad que se hace menos y menos responsable, transfiriendo sus responsabilidades al Gobierno.

El estatismo es el nuevo dogma moderno. El Gobierno, según dice ese dogma, siempre hace las cosas mejor que los particulares, lo que no es verdad. Sin embargo, este dogma, por desgracia, tiene cada vez más adeptos…
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