Cannabis: cultivo destructivo

Muchos medios de comunicación masiva suprimen con frecuencia y sin razón las argumentaciones antropológicas derivadas de la perspectiva moral-natural del ser humano. Quienes así proceden, asocian los razonamientos con base en la ley natural, a las visiones de eremitas o monjas, ya pasados de moda puesto que nada tienen que decir en relación con la vida diaria de ahora.

Pero no desdibujemos el hecho de que los ordenamientos naturales establecidos en el mundo real son, en muchos sentidos, significativamente mucho más completos y certeros que la evolución de la moralidad moderna o la dictadura del relativismo.

Y lo son por la siguiente conjetura: porque en esos softwares naturales se avizora la proyección de éxito o logro en la inquietante batalla hacia el ideal ético de cada ser humano: la felicidad. Con afán de abrir camino nos cuestionamos si el sendero de la felicidad o virtud es batalla perdida o tal vez fruto inalcanzable.

Para desentrañar tal incógnita, se ofrecen todo tipo de aventuras entretenidas y se fundan encantadoras empresas de servicios, divertidas y animadas, en pos del mercado del placer. Me atrevo a señalar sobre el cultivo del cannabis que éste apunta hacia una cierta visión del futuro prometedor anclado en fabulosas ganancias.

Sólo puedo advertir, por otra parte, con absoluta convicción, del colosal horror que seguirá al quebrantamiento de la ley natural-moral, porque, aunque el cannabis medicinal puede curar, el cannabis legal en realidad no cura, aunque sea permitido su cultivo, venta y consumo lúdico. El mercado de las medicinas requiere años de estudio y pruebas científicas precisas determinantes en orden a la omisión de riesgos para la salud. La FDA es prueba de ello.

La Medicina informa sobre los efectos terapéuticos de los ansiolíticos, así como de las derivaciones dañinas del cannabis en su aspecto lúdico, como, por ejemplo: los riesgos psicóticos, los daños cardíacos, renales y pulmonares, sin faltar el deterioro de la memoria, la comprensión y la valoración correcta de eventos ordinarios del día a día.

En contra de todo, se proclama la bondad del cannabis por sus “efectos terapéuticos”, como si el alcohol resultara ennoblecido porque también limita la ansiedad. Alguno posiblemente se preguntará, ¿por qué adelantar catástrofes por un pequeño placer al margen de la ley? A varios años de distancia, el recelo gana terreno por la afectación al medio ambiente, inherente a los cultivos de marihuana.

Según el Código de Hammurabi (1692 aC), la ley 53 dice textualmente:

“Si uno, negligente en reforzar su dique, no ha fortificado el dique y se produce una brecha en él, y la zona se ha inundado de agua, ese restituirá el trigo que ha destruido”.

Si no se contiene la destrucción del dique social y nos atrincheramos en el desmedido interés por el dinero pronto y fácil. ¿Qué enfoque ofrece pensar en el mañana? El argumento de la riqueza es muy convincente, ¿no? ¿Quién restituirá el dique social roto?

Ignoro si me perciben como impertinente o iluso. De ser así, lo importante es acertar en la dirección de la mirada hacia la verdadera felicidad, hacia la plenitud del fin como bien para el hombre.

El uso lúdico del cannabis termina por ser letal para la naturaleza humana y física de nuestro alrededor. Yo no creo que su legalización acabe por despojar del negocio a los traficantes expertos. Más bien, lo veo como una puerta idónea para los entendidos en esta ocupación.

El legislador que se confunde entre lo legal y la ley natural-moral en su aspecto médico es, fundamentalmente, una persona menos sana que muchos de esos médicos sensatos que, con gran sabiduría y experiencia en sus espaldas van cambiando la romántica imagen del cannabis, en aras de impedir escenarios ficticios de felicidad.

No lo dudo. Existen desacuerdos que pueden esgrimirse contra la influencia de ordenamientos y visiones de moral natural, ya sea en las grandes avenidas de la opinión o en las arterias principales de la vida. Sin lugar a dudas, esa ventaja, la de apreciar y aplicar la moral natural, la tendrá siempre, para siempre, quien de verdad desee ser feliz con la relativa felicidad que se puede conseguir en esta vida.

¿Qué discierne usted?, el cannabis, ¿un cultivo destructivo? Nos falta examinar la vía de los metabolitos tóxicos procesados en el hígado y expulsados por la orina, en su recorrido hacia los ríos y el mar, principal fuente de agua dulce para la humanidad.

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Rubén Elizondo Sánchez

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