Carlos Llano Cifuentes, ejemplo de un gran profesor
Corrían los años 70 del sglo XX y México era un país en plena lucha por industrializarse, por seguir un rumbo propio entre las economías iberoamericanas y, en general, entre las economías del mundo.
Lleno de defectos y virtudes -como toda nación-, trabajábamos y, en particular, mi generación nacida en los primeros años de los 50, procurábamos salir adelante, con la ilusión de tener una licenciatura, tal vez un despacho, una empresa o un buen puesto, posiblemente casarnos… En fin, luchábamos a brazo partido en nuestro país, ya en paz, habiéndose superado el problema del 68.
Acababa yo de terminar la carrera y deseaba estudiar un postgrado, así que empecé a buscar posibilidades… Unos amigos me recomendaron el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), que cobraba ya cierta fama. Me presenté y logré cubrir los requisitos, sólo me faltaban los recursos con qué pagar. Conseguí una beca-préstamo y fue la mejor inversión de mi vida: los compañeros, el ambiente, los profesores y uno de los fundadores: Carlos Llano Cifuentes.
No es casualidad, desde esta tribuna que me brinda el DIARIO NUEVA VISIÓN, quisiera rendir homenaje a ese señorón que fue gran profesor, sabio, sencillo, inteligente, simpático, ocurrente, profundo: Carlos Llano Cifuentes, quien cumple el próximo día 5 de mayo 10 años de haber fallecido.
¿Pérdida irreparable? No. Dios tapa siempre los huecos que deja. Pero el doctor Llano fue un hombre maravilloso en múltiples aspectos de la vida. Para mí fue el mejor profesor que tuve, no sólo por su inteligencia y capacidad, sino porque a ello sumó siempre un intenso compromiso educador que cargó sobre sus espaldas.
Autor de muchos títulos en el ámbito filosófico y empresarial, siempre amigo y digamos que al hombre no le sobraba tiempo.
Carlos Llano Cifuentes, desde mi pequeñez, va un abrazo y una oración.
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Jesús Galera Lamadrid