Carlos y la Corona partida

Todos aquellos que suelen deleitarse con series de televisión de carácter histórico, es muy probable que opinan que la serie “ISABEL” fue una magnífica producción como pocas veces antes se había visto.

Ya lo hemos comentado en otra ocasión y con gusto lo repetimos: A lo largo de casi cuarenta capítulos, se presentan la vida, peripecias, reinado y frutos que la eximia Isabel la Católica le proporcionó tanto a sus contemporáneos como a las generaciones venideras.

Esa es la razón por la cual, animados por el éxito que tuvo la serie “ISABEL”, pocos años después se filmaron otras dos que, en cierto modo, son continuación de la primera: “CARLOS” y “LA CORONA PARTIDA”.

“LA CORONA PARTIDA” trata acerca de los violentos acontecimientos que se produjeron en España a partir del momento en que la Reina de Castilla exhaló su último suspiro.

“CARLOS” es continuación de la anterior y narra con gran detalle como fue el reinado del Emperador Carlos V quien, como todos bien sabemos, por ser hijo de Juana la Loca, venía siendo nieto de Isabel la Católica.

Hemos visto ambas series y, después de analizarlas con la visión propia del historiador, observamos que, por momentos, en ambas, el autor se deja llevar más por la fantasía que por el apego a la verdad.
Pondremos algunos ejemplos.

En la serie “LA CORONA PARTIDA” se trata acerca de los problemas a que tuvo que enfrentarse don Fernando el Católico debido tanto a la locura de su hija doña Juana como a la desmedida ambición de su yerno don Felipe el Hermoso.

Los problemas existieron en realidad y fueron de tal magnitud que estuvieron a punto de provocar una guerra civil. Guerra civil que hubiera ensangrentado a Castilla de no haber sido porque, prudentemente, don Fernando prefirió refugiarse en su reino de Aragón.

Es entonces cuando, de manera repentina, fallece Felipe el Hermoso, muerte inesperada que agrava aún más la enfermedad mental de su viuda la reina Juana.

Es aquí donde el autor del argumento da rienda suelta a la imaginación presentando la muerte de Felipe el Hermoso como si fuera producto de un envenenamiento en el cual mucho tuvo que ver el Cardenal Cisneros.

Desde luego que no se hace una afirmación categórica pero los hechos se presentan de tal modo que quien vea dicho episodio sin tener mayores conocimientos históricos, pensará que don Felipe fue eliminado para quitarle un obstáculo al rey don Fernando.

En el caso de la serie “CARLOS” se presenta al personaje principal, o sea al Emperador Carlos V con gran realismo y la trama transcurre con bastante apego a la verdad histórica.

Se presentan, con lujo de detalles, las intrigas cortesanas, la ambición de Carlos de Habsburgo por conseguir la corona imperial, sus enfrentamientos con el rey de Francia, sus malas relaciones con algunos Papas, el gran amor que sentía por su esposa la Emperatriz Isabel de Portugal, y, en fin, una larga serie de acontecimientos -como el de la Conquista de México- que hacen que los televidentes no se levanten de sus butacas.

También aquí tenemos algunos detalles que no están muy apegados a la realidad pero que, si los comparamos con el anterior, son de poca importancia.

Desde luego que un gran personaje dentro de la trama es el noble Francisco de Borja quien, después de contemplar el cadáver putrefacto de la Emperatriz, decidió alejarse del mundo e ingresar a la Compañía de Jesús.

Aquí la falla consiste en que se presenta a Francisco de Borja como un eterno solterón siendo que la realidad fue otra: Estaba casado con una de las damas de compañía de la Emperatriz, enviudó y, después de arreglar sus negocios temporales, se hizo jesuita.

Cuando en la serie se presenta lo relativo a la Nueva España, observamos unas fallas que el autor pudo haber evitado si se hubiese tomado la molestia de revisar libros de historia de México.

Dichas fallas -absurdas y risibles- son que se presenta a Fray Bartolomé de las Casas luciendo una bien cuidada barba de color negro; en tanto que, al primer virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, lo muestra lampiño.

La realidad fue exactamente al revés: Por los cuadros que existen y que constituyen pruebas documentales, vemos que el fraile dominico era calvo y sin barba en tanto que el virrey lucía una envidiable y bien poblada barba negra.

Cualquier libro de texto de Historia -incluso los de nivel Primaria- da fe de esta afirmación.

Resumiendo: Si “ISABEL” fue una serie estupenda apegada a la realidad, las otras dos que vinieron después tienen una serie de lunares que hacen que el rigor histórico quede en evidencia.

Sin embargo, eso no quiere decir que no estén muy bien logradas en lo técnico y que, por supuesto, pasemos un buen rato cuando las proyectan.
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Nemesio Rodrìguez Lois

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