¿Cómo caer bien?
Cuando una persona nos atrae, pensamos: “¿Qué la hace atractiva?”. Y la respuesta es: Su alegría y sus virtudes. ¿Por qué? Porque las virtudes humanas embellecen la personalidad. Y cuando una persona nos cae mal, analizamos: “¿Por qué cae mal?”. Y vemos que es mal hablada, voluble, pesimista, impuntual, mentirosa, egoísta o vanidosa, huele mal. ¿De qué carece? De cualidades humanas.
¿Qué es lo que hace a una persona valiosa? Sus hábitos buenos. Un hábito bueno es una virtud, es saber compartir o ser leal, un hábito malo es ser egoísta, impuntual o inconstante (por ejemplo). Lo atractivo de un hombre es su virilidad, y de la mujer su feminidad; peso eso no basta, se requieren también las virtudes: el optimismo, el orden, la limpieza personal, el optimismo, la responsabilidad, la generosidad, el respeto por lo que es opinable, el amor a la libertad, la lealtad, no ser posesivos o celosos… En resumen: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Investígalas pues es un tema importantisísimo, no sólo para triunfar en el amor sino para triunfar en la vida.
Las virtudes humanas son actitudes firmes, perfecciones del entendimiento y de la voluntad que ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón. Proporcionan facilidad para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.
Te conviene cultiva las cualidades del carácter, ya que determinan tu conducta: Benevolencia vs. Egoísmo; Bondad vs. Aspereza; Compasión vs. Indiferencia; Contentamiento vs. Codicia; Deferencia vs. Descortesía; Diligencia vs. Pereza; Discreción vs. Simpleza; Dominio propio vs. Desenfreno; Entusiasmo vs. Apatía; Flexibilidad vs. Resistencia; Generosidad vs. Mezquindad; Agradecimiento vs. Ingratitud; Humildad vs. Orgullo; Mansedumbre vs. Ira; Paciencia vs. Desasosiego; Perseverancia vs. Desaliento; Sabiduría vs. Necedad; Seguridad vs. Ansiedad; Sensibilidad vs. Dureza; Magnanimidad vs. “Codez” o Pusilanimidad; Veracidad vs. Engaño; Delicadeza en el trato vs. Grosería y Violencia.
Si todas las virtudes son importantes, quizá la templanza tenga especial relevancia. Templanza en comida, bebida, vista (películas), música, comodidad. La voluntad está inclinada al bien honesto o moral, pero … puede desviarse.
Entrando ya al tema de la amistad y del noviazgo, la primera ley del amor es no ceder a la gratificación inferior si se quiere llegar a la superior. Y esto, ¿qué significa? Pongamos un ejemplo: un muchacho corteja a una muchacha, y le hace un regalo que le gusta tanto, tanto, tanto, ¡tantísimo!, que hasta se olvida del muchacho. ¡Pues hizo un mal negocio! A la próxima visita ella espera otro regalo, y así sucesivamente, y se va aficionando, no a la persona que la ama, sino a los regalos. Las caricias son como un regalo que pueden llevarnos a olvidar a la persona -porque la mente se ofusca- para quedarse con el regalo. El amor pide ser fiel a la persona y no ceder ante el halago del regalo. La vida va enseñando que, a veces, por preferir lo inferior, se sacrifica lo superior; como aquella muchacha que con el primer muchacho que encuentra, se besa. ¡Es tonta! ¡Babosa! … de baba.
Psicólogos experimentados afirman que, al precipitar las relaciones sexuales –vividas a menudo como una toma de posesión del misterio fisiológico y psicológico de la otra persona-, se cierra prematuramente la etapa de la ternura, del acceso pudoroso a la intimidad ajena. El pudor salvaguarda la propia dignidad. La impaciencia destruye la armonía interior. Las relaciones sexuales devaluadas producen desencanto y desazón porque desajustan los ritmos naturales de la propia vida. La intimidad hemos de ganarla pacientemente. No podemos ser amigos íntimos en una hora.
Y si dos personas se aman ¿deben esperar?… Si él y ella están profundamente enamorados, ¿no es suficiente eso para enlazarlos para siempre? No. Enamorarse es la cosa más fácil del mundo. Permanecer enamorados, la más difícil.
El concepto de abstinencia sexual hasta el compromiso formal no se desarrolla en el vacío, sino que los jóvenes deben de comprender que sus acciones tienen consecuencias. No les debe de extrañar que las relaciones sexuales sean fecundas, cuando todo el planeta está diseñado para dar la vida. Valorar la abstención sexual significa valorar el sexo, que es una maravilla, y valorarse a sí mismos, de modo que se guarda ese tesoro para la persona amada, en el tiempo y en el lugar oportuno; dentro del matrimonio.
El ser humano no vive para el placer del instante sino que tiende a la felicidad eterna. Para lograr esa meta no hay que dejarse dominar por el instinto. San Alfonso María de Ligorio afirmó que en el infierno, el 99% de los condenados están allí por faltas de castidad. Invirtiendo la frase se puede afirmar que siendo puros, existe un 99% de probabilidades de ir al Cielo. La pureza de corazón, como toda virtud, exige un entrenamiento diario de la voluntad y una disciplina constante interior. Exige, ante todo, el asiduo recurso a la oración.
Esos hábitos desarrollados, nos hacer ser mejores. Y eso es lo que embellece a una persona: ser alegre, respetuosa, fiel, responsable, limpia por dentro y por fuera.
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