¡Devuelvan los tipos de interés!
Jeff Deist
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»
Dejen que aumenten los tipos de interés. Mejor aún, dejen que funcionen los tipos de interés en el mercado, completamente independientes de los intentos del banco central de establecer o dar objetivos de tipos.
¿Cómo? No a través de un proceso ridículamente pequeño y lento de reducción de la Fed, sino a través de una venta completa y agresiva de los activos que siguen contaminando el balance de la Fed desde que ésta empezó a comprar agresivamente esos activos a los bancos comerciales en 2008.
Ésta fue la crítica de los tres participantes en nuestro evento de Nashville este último fin de semana: los tipos de interés tienen que aumentar para que pueda producirse alguna verdadera recuperación económica. La manipulación de los tipos de interés por la Fed y otros bancos centrales causa distorsiones incalculables en toda la economía. Hasta que no estemos dispuestos a ocuparnos de este problema, ningún cambio fiscal ni de política monetaria tendrá mucho sentido ni tendrá mucho efecto saludable. El dinero y el crédito continuarán dirigiéndose hacia usos por debajo del óptimo, los inversores se verán obligados a continuar buscando rendimientos en el casino de los mercados bursátiles y el Congreso (además de otros parlamentos occidentales) continuará produciendo déficits anuales de billones de dólares sin preocuparse mucho por el pago de la deuda.
Tal vez lo peor de todo es que el mundo continuará creyéndose un cuento: que la Fed realmente recapitalizó los bancos comerciales de EEUU en la crisis de 2008 y a través de rondas sucesivas de QE sin dolor ni consecuencias. ¿Tenemos que creer realmente que la base monetaria que sostiene a la divisa de reserva del mundo puede cuadruplicarse en menos una década sin causar ningún daño perdurable? ¿Que el exceso de gasto bruto del Congreso puede desaparecer sencillamente haciendo que la Fed proporcione un mercado para deuda del Tesoro con tipos minúsculos de interés? ¿O que los tipos de interés no deberían tener ninguna relación con los hábitos de ahorro de la sociedad?
Todo esto desafía la credulidad, que es por lo que precisamente la política monetaria confía tanto en la jerga tecnócrata y los procesos opacos: quieren confundirnos o aburrirnos para que no prestemos atención. Y así se tira para adelante, políticamente y a nivel político. Así es como nos hemos convertido en una sociedad con una alta preferencia temporal casi sin darnos cuenta.
Puedes escuchar aquí estas interesantes presentaciones del Dr. Robert Murphy, Carlos Lara y yo mismo (pronto habrá vídeos en el mismo enlace).
Estos extractos de mi discurso tratan de recordar al oyente que nada de esto es normal; de hecho, es todo lo contrario. No hace mucho las sociedades prósperas se basaban en la noción de acumulación de capital, de producir más de lo que consumían, beneficiando a la siguiente generación con este proceso.
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Éste es el cambio fundamental y básico que tiene que ocurrir. Necesitamos tipos de interés positivos, reales, tipos con sentido por encima de las tasas de inflación. Tenemos que recompensar el ahorro si pretendemos tener una economía creciente o sostenible.
No es una exageración decir que los tipos de interés dirigen la civilización.
Son las señales más importantes de una economía. Todo deriva de ellos, porque el costo de tomar prestado afecta al costo de casi todo.
Este es el punto de partida fundamental e inevitable para construir no sólo una economía real, sino una cultura real. Toda sociedad rica acumula capital, toda sociedad rica produce y ahorra más de lo que consume y toma prestado. El deseo humano de dejar algo a generaciones futuras explica por qué todos nosotros hoy estamos rodeados de esplendor, en este restaurante, disfrutando de condiciones que nuestros abuelos no podrían siquiera haber imaginado.
Para hacer esto se necesitan verdaderos tipos de interés reales, precios del mercado para el dinero. Ahorradores y tomadores de préstamos, oferta y demanda, tienen que encontrarse. Tenemos para esto un mecanismo, que se llama mercado. Sin precios de mercado hay socialismo, lo contrario de los mercados.
¿Por qué entonces no protestan contra la planificación centralizada monetaria los economistas que en lo demás defienden el mercado libre?
El tipo de interés más importante es el tipo de los fondos federales, el tipo al que los bancos comerciales se prestan entre sí durante una noche si tienen que cumplir requisitos de reserva para sus préstamos. La Fed controla este tipo o le marca un “objetivo”, manipulando la cantidad de reservas que tienen los bancos en sus cuentas en la Fed. Los bancos con altas reservas no necesitan tomar prestado mucho de otros, así que el tipo de los fondos de la Fed permanece bajo y desde 2008 los bancos comerciales han recibido intereses sobre las reservas extraordinarias depositadas en la Fed, lo que anima a mantener balances altos y mantiene bajos los tipos.
Todos los tipos de interés comercial (por ejemplo, el interés que pagas por tu hipoteca) deriva del tipo de los fondos de la Fed a partir de una base de costo más beneficio.
Pero cuando la Reserva Federal en la práctica mantiene los tipos de interés por debajo de los que habría habido naturalmente, crea una terrible desconexión entre prestamistas y prestatarios. Y esta desconexión causa increíbles distorsiones en toda la economía. Como dice David Stockman, debido a los bancos centrales, no hay en ningún lugar precios honrados para los bienes: sencillamente no sabemos, por ejemplo, cuánto debería costar un barril de petróleo, una fanega de trigo o un Honda Accord. La Fed ha distorsionado el precio más importante de toda la economía: el tipo de los fondos federales.
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