Ecos de la Cuarta Transformación
Es natural indagar sobre cómo nos ha ido en términos del cambio de régimen. El balance ¿es positivo o negativo?, ¿es posible detectar problemas estructurales?, ¿cómo avanza el crecimiento económico y la seguridad?
¿Es normal el escenario que se nos presenta a nuestra consideración?, ¿notamos avances en la redistribución de la riqueza?, ¿cuáles parámetros son significativos para medir el primer año de gestión?
Presenciamos un cambio de régimen. No es algo menor. El sendero que conduce a la transformación ¿demanda realizar pruebas y aprender de los errores? La narrativa de los intelectuales de la transición ¿es real, se refleja en los hechos?, ¿es probable la alternativa autoritaria?
A un año del inicio del actual sexenio, ha transcurrido –en cierto sentido– tiempo suficiente para realizar valoraciones sobre aciertos y errores del nuevo gobierno de la República. Desde otra perspectiva y temática, un año parece no ser el periodo idóneo para aventurar escenarios que reflejen con certeza el futuro que nos espera en temas esenciales.
Si bien es cierto que “árbol que crece torcido jamás su tronco endereza” por sí solo, no es menos cierto que –si se corrige desde el principio–, todo tronco puede crecer de forma adecuada porque permite el arreglo de la distorsión.
Al día de hoy, percibimos algunos ecos de la cuarta transformación. Pero como en todo eco, la reflexión del sonido tarda algunos segundos en llegar a la fuente emisora. Los ciudadanos reflejamos y emitimos señales de aprobación o condena. Dicen los expertos que, si después de diez segundos no se escucha el retorno del sonido, es seguro que ya no se oirá nunca. Es decir, no habrá eco.
En mi opinión, ahora percibimos algunos cuantos ecos o destellos de las decisiones políticas que se han tomado en los últimos doce meses de gobierno. Son luces que parecen suficientes porque integran el armazón de juicios difundidos ya en tantos medios de comunicación.
Me parece que las evaluaciones, positivas o negativas, responden a un periodo demasiado cercano, y provienen de diversas instancias nacionales e internacionales. La ventaja que aprecio en las estimaciones mediáticas consiste precisamente en la cercanía en el tiempo de la fuente emisora, es decir, el primer año de gobierno.
Los efectos están a la vista. Se escuchan claramente las reverberaciones de las primeras decisiones. El árbol que creció con el tronco torcido puede todavía enderezarse, pero requiere de la ayuda de otros actores de la sociedad.
No dudo que todos deseamos que México se transforme, pero hacia el bien. Cabe también la posibilidad de que la deriva actual no nos encamine a buen puerto.
Propuestas no faltan. Por ejemplo, la Cartilla Moral representa el mejor intento en orden a la consecución del bien común. Pero ha sido devaluada y confundida insistentemente con la religión.
Para ayudar al presidente, se requiere que él escuche y reconozca. Sobre todo, que escuche.
Por parte de los ciudadanos se requiere lo mismo: escuchar y reconocer.
En la capacidad de escucha y aceptación, se encuentra el 80% de la solución.
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Rubén Elizondo Sánchez