El valor de la espera

Una característica de nuestro tiempo es la confusión, y para salir de ella hay que atreverse a pensar. Este es nuestro reto. Hacemos muchas cosas mal por ignorancia o porque pensamos que “todo el mundo lo hace”.

Una chica de 26 años tenía dos años llevando relaciones íntimas con su novio y cayó en la cuenta de que eso no debería ser así. Su novio era ateo. Cuando aprendió a hablar con Dios entró en crisis. Poco a poco lo fue asimilando, y fue buscando argumentos en libros y en internet para dárselos a su novio y así misma. Una vez convencida, decidió plantearle al novio vivir la castidad, y, -pensó- si no aceptaba, rompería con él. Encontró un libro titulado Virginidad 2.0 Recuperar la inocencia, de Jesús María Silva Castigliani, que fue el que más le ayudó. Habló con su novio. A él la idea le cayó como una bomba. Sólo dijo:

“Déjame pensarlo, regreso en 10 minutos”.

Le dio la vuelta a la manzana y al cabo de un rato regresó y comentó:

“No te entiendo pero lo acepto porque te amo”.

Ella se puso feliz. Varios meses después, él le dijo que quería bautizarse. Ella se dijo a sí misma: “Sé que no lo hubiera logrado si no hubiera orado y si él no me hubiera ayudado”.

Patrick Fagan, experto en Antropología de la sexualidad, afirma que quisiera con cariño gritar a los jóvenes: “No te dejes engañar y pienses que la mayoría de los jóvenes tienen relaciones sexuales. ¡No las tienen! Hay mucho que saber y que pensar antes de acceder a ellas”.

Las relaciones sexuales entre jóvenes o adolescentes son un riesgo para tu cuerpo, para tus emociones y para tu futuro. Es maravilloso que en Estados Unidos crezca cada vez más la abstinencia sexual entre los jóvenes.

Es cierto que hay jóvenes que deciden tener relaciones sexuales; pero eres tú quien tendrá que vivir con las consecuencias de tu decisión. Hay muchas formas de expresar tu cariño sin tener relaciones íntimas. Trata de evitar las situaciones que intensifiquen las emociones sexuales. Es más difícil “frenar” entonces.

Carlos Beltramo dice que los besos y caricias mueven las hormonas. A veces, tú como joven puedes afirmar:

Las hormonas son imparables.

Y ¿dónde estuviste?—, te preguntamos.

En un parque a las 3 a.m… Bueno, estuve desde las 8 p.m. allí con mi novia.

¿Quién eligió? ¿Quién se puso en esa situación? Es normal que haya impulsividad si nos ponemos en la ocasión: un piquito, otro piquito, un tercer besito. Luego “¡Qué cansados estamos! Vamos a sentarnos en el sillón”. Pregúntate: ¿Por qué te metiste en el departamento con ella? Es subirse al caballo y darle con la espuela.

Hay jóvenes que piensan: “Si ella no cede, no me ama”. Al ser un sentimiento, al enamoramiento lo matan fácilmente las experiencias negativas. El verdadero amor crece, aunque haya experiencias difíciles.

Para vivir la pureza (castidad), mantente ocupado (a) con los deportes y con las actividades en grupo. Algunos adolescentes ven la sexualidad como una actividad recreativa, placentera. “La unión puramente física es esencialmente demoniaca”, escribe un autor noruego.

Se está perdiendo el romance y muchos jóvenes se quedan en la parte biológica, cuando lo más bello es el amor. La experiencia del enamoramiento es la más plena de las experiencias. No es electiva, es sorpresiva. Yo me sorprendo enamorado.

Si tú y tu pareja no pueden ponerse de acuerdo, entonces quizás es mejor que busques a otra persona que piense igual que tú. Decir “no” puede ser la mejor manera de decir “te amo de verdad”. La castidad no es rechazo ni menosprecio del amor. Significa más bien defender al amor del egoísmo.

Repito: El que un adolescente sea casto es absolutamente esencial para su felicidad. La masturbación y la pornografía hacen que el hombre busque el placer al ritmo de su sexo. Genera placer, sí, pero no entrena para ser feliz, ni entrena para amar. Placer y felicidad no son lo mismo.

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