El valor de las virtudes humanas. La Honestidad
12.- Honestidad.
Es el hábito de actuar conforme a la decencia y las buenas costumbres.
Esta virtud es hermana de la JUSTICIA, y es comúnmente tomada como sinónimo de franqueza o sinceridad, pero en realidad abarca mucho más que eso.
De hecho, podríamos decir que la Honestidad es la Honradez proyectada al ámbito social, es decir, que, mientras que la persona honrada no roba por estar bien con su conciencia, la persona honesta no roba porque el robo le hace mal a la sociedad.
Un ejemplo muy claro de esta diferencia, es: Cuando un empleado hace más lento su trabajo para forzar al patrón a pagarle horas extras, tal empleado legalmente nunca robó; sin embargo, honestamente es un ladrón.
El truco del fajo de billetes “tirado” en la calle
Es el día 13 del mes y Claudia, como todos los meses, va al cajero automático del banco a retirar de su nómina lo necesario para los pagos en efectivo que deberá hacer a partir del día 15.
Justo a la entrada del cajero, ve a una chica en cuclillas buscando algo en un bolso de tamaño mediano, y al acercarse Claudia, la chica –con un muy bonito vestido azul rey– repetía constantemente: “las llaves del auto, las llaves del auto, las llaves del auto”.
Claudia pasó junto a la chica del bonito vestido azul, metió la tarjeta de débito al cajero, tecleó su NIP y retiró $6,000.00 pesos, retiró su tarjeta, dio la vuelta, se percató que la chica del vestido azul ya no estaba ahí, y al pasar por la puerta, con asombro vio que en el suelo se encontraba una fajilla de billetes de $500.00 pesos y se podía leer en la fajilla $50,000.00.
Claudia discretamente se inclinó hasta el suelo, recogió la fajilla y disimuladamente la metió en su bolso. Tres pasos afuera del cajero fue abordada por 2 sujetos jóvenes que le dijeron: “Ese dinero es de la chica de azul, usted debe devolverlo…”. Tras una brevísima pausa, uno de los sujetos le dijo: “Mire, si nos da una parte nosotros decimos que no vimos nada”. Claudia abrió su bolso, y en ese momento el otro joven le dijo: “Pero no saque la fajilla pues se puede dar cuenta la gente que usted la tomó, mejor denos lo que sacó del cajero y nos vamos”.
Claudia pensó en ese momento: ‘$6,000.00 a cambio de $50,000.00 es buen negocio pero, pobre chica de azul, seguro va a regresar a buscar su dinero’. Además, siendo honesta, ese dinero no lo había ganado ella y, en el futuro, cada vez que viera una chica con vestido azul rey se debería esconder para no ser reconocida…
Claudia dio bruscamente media vuelta y entró a la sucursal bancaria, dirigiéndose directamente al gerente, y puso sobre el escritorio la fajilla, diciendo: “A una chica con vestido azul rey se le cayó esto, y se lo entrego a usted por si viene a buscarlo”.
El gerente, primeramente sorprendido, vio la fajilla; pero fijándose bien, con un ojo bien entrenado como ejecutivo bancario, le dijo que el billete que había arriba era falso, y dándole vuelta dijo: “y el de atrás también”; y barajando los billetes de la fajilla, mostró a Claudia que eran sólo trozos de papel periódico bien cortados. A continuación, mandó llamar a una cajera para que recogiera los billetes falsos, pues es obligación de todos los bancos enviar éstos al Banco de México.
El gerente le preguntó si alguien le había pedido dinero por la fajilla, y Claudia asintió y le contó lo sucedido.
Antes de despedirse, tanto el gerente como Claudia llegaron a la conclusión que la honestidad de Claudia la había salvado de perder buena parte de su quincena.
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