El valor de una sonrisa

¿Qué es lo primero que captamos de una persona cuando la acabamos de conocer? Alguno dirá «su mirada»; otro «su modo de vestir»; otro más: «su corporeidad», La respuesta quizás más acertada sería «su expresión». El rostro es la parte más espiritual del cuerpo humano, el lugar donde se refleja con más claridad el interior de la persona y sus sentimientos.

Los sociólogos dicen que en las grandes ciudades las personas apenas tienen algo en común, nadie se exterioriza. Todos protegen su intimidad. Cuando una persona se exterioriza, empieza a enriquecerse. Sonreírle a otra persona equivale a decir «me caes bien». ¿Cuál es el valor de una sonrisa para la gente que nos rodea? al sonreír le decimos a la otra persona que la aceptamos. Tiene importancia en la vida diaria no sólo para relacionamos sino también para la salud; una comida puede hacer daño si es el mal humor lo que reina en el ambiente.

El carácter es un modo estable de ser y de actuar. Todos tenemos carácter, pero no todos tenemos buen carácter, es decir, bien moldeado. De eso depende en gran parte nuestro destino.

La sonrisa es un fenómeno humano de sorprendente riqueza por ser creado de dentro a fuera, con espontaneidad expresiva, y ser irreductible a los elementos que lo integran. Si se sonríe uno forzadamente, hace un mueca, que es un gesto carente de expresividad. La sonrisa manifiesta una actitud personal de alegría y beneplácito. Para comprender el significado del fenómeno de la sonrisa, debemos verlo en bloque, como el lugar en el cual la persona se expresa acogedoramente, dice el filósofo Alfonso López Quintas.

En su libro Humildad y Liderazgo explicaba el Dr. Carlos Llano: “No dudamos en advertir que en un líder, el acto de escuchar y la disposición de ser humilde se identifican plenamente. Justamente por ello, escuchar es un arte muy difícil. Para dominarlo, es importantísimo el control de los gestos faciales: no cabe duda de que una sonrisa es la distancia más corta entre dos personas”.

En cierta ocasión la Madre Teresa de Calcuta tuvo una reunión con empresarios y, al final, le dijo uno de ellos. Ahora díganos algo a nosotros. Sólo dijo:

-«Sonrían».

Ella conocía bien el efecto que una sonrisa puede causar en el otro, en el próximo a nosotros. Sabía que sonreír le facilita la vida a uno mismo y los demás. Si alguien te sonríe piensas: “¡Ah! La esperanza existe”.

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