Elecciones 2018: aprender a no tener miedo para hacer el bien
Para asegurar que las elecciones presidenciales que ahora se aproximan sean realmente un florecimiento de la democracia y del espíritu humano, gracias a una auténtica cultura de la libertad, los mexicanos debemos aprender a conquistar el miedo. Es necesarísimo aprender a no tener miedo y votar libremente por los candidatos de nuestra preferencia.
En vez de miedo, conviene que descubramos de nuevo el espíritu de la esperanza verdadera y la confianza, porque todos hemos dicho ¡ya basta! de corrupción. No conozco a nadie que afirme que está a favor de la corrupción. Hemos de abrirnos a la esperanza.
La esperanza verdadera no es un optimismo vacío que nace de la confianza ingenua de que el futuro será necesariamente mejor que el pasado. La esperanza verdadera y la confianza son las premisas de una actitud responsable, y se nutren en el santuario interno de nuestra conciencia, en la que cada uno está a solas con Dios.
La política no puede ignorar la dimensión espiritual y trascendente de la experiencia humana y nunca podría hacerlo sin herir la causa del hombre y la libertad humana. Cualquier cosa que reduzca la aspiración del hombre hacia la divinidad, perjudica la causa de la libertad.
Para recuperar la esperanza verdadera y la confianza en nuestro México, es indispensable recobrar la perspectiva de que ese horizonte trascendente de posibilidades y valores humanos requiere ser una aspiración de sus habitantes.
Juan Pablo II escribió: “La fe en Cristo no nos impulsa a la intolerancia. Por el contrario, nos obliga a comprometer a los demás en un diálogo respetuoso. El amor de Cristo no nos distrae de los intereses de los demás, sino más bien, nos invita a asumir la responsabilidad por ellos, a no excluir a nadie y, ciertamente, en caso necesario, a preocuparnos de manera especial por los más débiles y por los que sufren. Yo soy testigo de la dignidad humana, de la esperanza, de la convicción de que el destino de las naciones se encuentra en las manos de una Providencia misericordiosa”.
Estas palabras de Juan Pablo II, nos pueden orientar a aprender a eliminar el miedo.
@NuevaVisionInfo
redaccion.nuevavision@gmail.com
Gabriel Martínez Navarrete