Elecciones en EU: “Los once de la victoria”

Conforme más nos acercamos al martes 3 de noviembre -día de elecciones en Estados Unidos-, más aumenta la inquietud derivada de la incertidumbre que pueda salir de dichos comicios.

Y es que, aunque las encuestas muestren como favorito a un candidato y como seguro perdedor a su oponente, la verdad es que, en estos momentos, nada está definido.

Y todo porque el anacrónico sistema electoral estadounidense puede ser fuente de injusticias, ya que puede acabar ganando quien perdió y perdiendo quien ganó.

La dinámica de las elecciones presidenciales en Estados Unidos es algo peculiar puesto que el triunfo no se le adjudica al candidato que obtiene mayor cantidad de votos populares, sino más bien al que conquista un mayor número de votos electorales.

Explicaremos esto:

Cada estado de la Unión Americana cuenta con un número fijo de votos electorales. Por ejemplo: Nueva York cuenta con 55, Texas con 38, Florida con 29, e incluso hay estados pequeños que apenas cuentan con 3 votos.

Cuando un candidato obtiene mayoría en un estado, inmediatamente, se le adjudican todos los votos electorales de dicho estado. Por ejemplo: Si el candidato demócrata triunfa en Nueva York se le conceden los 55 votos, aunque hubiera triunfado apenas por un voto más de la mitad.

Esto significa que los votos electorales no se reparten de manera proporcional. Quien gana se los lleva todos.

La suma de los votos electorales de todos los estados de la Unión Americana es de 538. Esa es la razón por la cual, para ser declarado presidente electo, un candidato necesita conquistar cuando menos la cantidad de 270.

Por ese motivo, los candidatos enfilan siempre sus baterías para conquistar los estados que más votos electorales puedan aportarles. Por ejemplo, aparte de los ya mencionados, destacan Florida, Pennsylvania​ Ohio, Illinois, etc.

Para ganar se necesitan 270 votos electorales. Quien obtenga dicha cantidad se convierte en presidente, aunque -cosa paradójica e injusta- en el voto popular haya contado con menor cantidad de sufragios que su opositor.

Esta paradoja se dio en las pasadas elecciones de 2016 cuando Donald Trump ganó la Presidencia pese a perder el voto popular.

En efecto, en las elecciones de hace cuatro años, Hillary Clinton obtuvo 65 millones 853 mil 516 votos populares frente a Donald Trump, quien solamente obtuvo 62 millones 984 mil 825 votos.

Hillary superó a Trump con casi tres millones de votos (2,868,691 para ser exactos). Sin embargo, debido al sistema electoral estadounidense, Trump obtuvo 306 votos electorales, mientras que Hillary solamente obtenía 227.

Ahora bien, y hablando de lo mismo: existen once estados cuyos votos suman más de los 270 requeridos para ser proclamado presidente.

Dichos estados son conocidos como “Los once de la victoria”, y entre ellos se encuentran: California, Texas, Nueva York, Florida, Illinois, Pennsylvania, Ohio, Michigan, Carolina del Norte, Georgia y New Jersey, que en conjunto rebasan la cifra mágica de 270.

Quien gane en dichos estados será presidente, aunque pierda en los restantes treinta y nueve. Eso explica la derrota de Hillary en 2016.

Ésa es la razón por la cual los asesores de campaña de cada candidato enfilan todas sus baterías a conquistar esos once estados y, si acaso esto no fuese posible, al menos lograr imponerse en los que aporten mayor cantidad de votos electorales.

Así pues, en el momento en que nuestros amigos lectores están leyendo este comentario, aún no hay nada escrito.

Y es que, con la velocidad con que se van dando los acontecimientos, la situación puede dar un vuelco en menos de un par de horas.

Repetimos, debido al complejo sistema electoral, en estos momentos no podemos predecir cuál será el resultado final.

Y es que, de aquí al martes 3 de noviembre, pueden darse muchísimas sorpresas.
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@NuevaVisionInfo
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Nemesio Rodríguez Lois

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