¿En vísperas de la canonización de Sebastián de Aparicio?
Una de las fiestas de mayor abolengo dentro de la comunidad gallega afincada en México es la tradicional “Ida a Puebla” que siempre se realiza entre fines de febrero y principios de marzo.
Su propósito no es otro que venerar al Beato Sebastián de Aparicio.
Según documentos de probada solvencia histórica, hace más de dos siglos que los gallegos-mexicanos veneran al Beato; más sin embargo, persiste la duda: ¿Cuándo lo canonizan o dicho con palabras que todos entiendan: ¿Cuándo hacen santo a Sebastián de Aparicio?
Preciso será que aclaremos las diferencias que existen entre “santo” y “beato”.
* Beato: Es el cristiano cuya vida ejemplar ha sido motivo para que la Iglesia autorice que se le rinda culto dentro de la orden religiosa a la que perteneció o en el país donde vivió.
* Santo: Es el cristiano cuya vida virtuosa ha impulsado al Papa a ordenar que sea venerado públicamente en todo el mundo.
En el caso de un santo –aparte de señalarle un día festivo– se le concede un especial Oficio Litúrgico, se dispone que sus reliquias sean veneradas públicamente, se consagran templos en su honor y se exponen imágenes suyas en las iglesias.
Como podemos observar, el Beato no tiene la categoría de un Santo puesto que, mientras el Beato solamente puede ser venerado dentro de un país o pequeña comunidad; el Santo es venerado a nivel universal.
Según esto –a pesar del cariño y veneración que sentimos por Sebastián de Aparicio–, el caso es que tan popular personaje no puede ser venerado en Galicia a pesar de que una estatua que honra su memoria se encuentra en su aldea natal de La Gudiña; estatua que fue costeada por devotos de la ciudad de Puebla.
¿Qué le falta a nuestro querido Beato para que lo canonicen o, mejor dicho, para que le reconozcan la categoría de Santo?
Según el proceso seguido por la Iglesia –proceso que puede durar siglos–, se se deben realizar una serie de rigurosos trámites (entre ellos un milagro) para que lo hagan Beato.
Y si después de que lo hicieron Beato se comprueba que realizó un milagro, es entonces cuando el Papa lo canoniza, o sea, que lo reconoce como Santo a nivel universal.
Sebastián de Aparicio fue beatificado por el Papa Pío VI en 1789 y desde entonces nuestro querido orensano permanece en la misma situación.
Aunque son muchos los milagros que ha realizado, el caso es que –por desidia de las autoridades eclesiásticas– ninguno de esos milagros ha sido reconocido por Roma.
Gravísimo descuido por parte del postulador de la causa.
Con lo fácil que sería que dicho postulador pusiera un poco más de empeño, examinando los posibles milagros, seleccionando los que considere apropiados y enviándolos a Roma para que allá se diga la última palabra.
No olvidemos que es bien cierto aquello que “de Roma viene lo que a Roma va”.
¿Canonización inminente?
Ahora bien, de unos años a esta parte, la situación parece haber dado un giro de ciento ochenta grados.
Fue el actual Papa Francisco quien decidió actualizar un viejo procedimiento que data del siglo XVIII, según el cual pudiera darse la llamada “canonización equivalente”.
Según esto, ya no se necesitaría de un milagro para que un Beato pase a ser reconocido como Santo.
La “canonización equivalente” (o sea, la que canoniza sin necesidad de un milagro) procede siempre que se den tres condiciones:
- Posesión de culto antiguo y constante.
- Común testimonio de historiadores dignos de fe acerca de las virtudes o martirio.
- Fama ininterrumpida de prodigios.
Tomando en cuenta estas tres condiciones, fue que el Papa Francisco decidió canonizar (sin que hubiera un milagro de por medio) a San Juan XXIII y a San Junípero Serra.
Consideramos que esas tres condiciones se dan a plenitud y con abundancia de testimonios históricos en el caso del Beato Sebastián de Aparicio.
Esa es la razón por la cual, con sólidos argumentos canónicos y sin que sea algo extraordinario, consideramos que procede la canonización equivalente en el caso de Fray Sebastián de Aparicio.
Abundando en lo anterior, diremos que, desde hace ya varios años, en la señorial Puebla de los Ángeles, un equipo coordinado por Klaus Feldmann Petersen trabaja con entusiasmo incansable para lograr que nuestro Beato sea pronto venerado como todo un San Sebastián de Aparicio.
Hace algunos años, se reunió un pequeño grupo de poblamos –varios de ellos miembros de la Federación Mexicana de Charros– para sacar adelante el proceso de canonización de Fray Sebastián de Aparicio.
Fue así como se constituyó notarialmente “Vida y Obra de Fray Sebastián de Aparicio”.
Al mismo tiempo, grupo tan entusiasta –presidido por el mismo Klaus– lograba el apoyo de Monseñor Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo de Puebla, así como de la orden franciscana a la cual perteneció el beato gallego.
Dicho grupo logró que el presidente de la Federación Mexicana de Charros le hiciera una petición formal al Papa Francisco. Y junto con los charros, la arquidiócesis de Puebla hacía también la misma petición a Roma.
Y algo importantísimo: De manera oficial, el Episcopado Mexicano pidió también lo mismo a la Santa Sede.
Todo hace suponer que, tomando en cuenta todos estos elementos, en el caso de Fray Sebastián de Aparicio, el Papa Francisco decida aplicar la misma vía de canonización equivalente que en los años recientes ha venido aplicando en otros casos.
Por lo que estamos viendo que la canonización de Fray Sebastián de Aparicio pudiera ser inminente.
Fue por eso que, con el fin de celebrar la posible próxima canonización del Beato de La Gudiña, la institución que preside Klaus Feldmann hizo un proyecto para un monumento en honor del próximo santo orensano.
Dicho proyecto fue autorizado tanto por el Ayuntamiento de Puebla como por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y, según lo previsto, será montado en la explanada de la Capilla de Dolores, frente al Teatro Principal y sobre el boulevard Héroes del 5 de Mayo.
Y concluimos con la siguiente reflexión:
Qué bueno fuera que, en caso de que el proceso de canonización de Fray Sebastián de Aparicio llegase a buen puerto, una nutrida comitiva de gallegos residentes en México viajase a Roma y, una vez que el Papa haya canonizado al orensano de La Gudiña, los jóvenes del Cuadro Artístico del Centro Gallego de México interpretasen sus mejores bailables nada menos que en la mismísima Plaza de San Pedro.
Quieran Dios y el Beato que tan buen deseo pronto se haga realidad.
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