¿Eres un trabajador positivo?
A diferencia de las personas workalcohólicas suelen motivarse por miedo al fracaso, más que por amor al éxito, entendido éste como disponibilidad de servicio a los demás, las personas sanamente trabajadoras superan el miedo al fracaso evaluando lo peor que puede acontecerles, con lo mejor que puede ocurrirles. Así, aprenden a manejar el riesgo.
Y es que, efectivamente, las personas workalcohólicas mantienen una poderosa adición a la ocupación y creen que todo lo que sea fuera del trabajo es tiempo perdido, Toman al trabajo como fin, que acaba destruyendo sus vidas.
En cambio, el trabajo, evaluado como un valor y como una oportunidad para desarrollar los propios talentos, trasciende como aportación a la familia y a la sociedad, y esto es lo que hace más valiosos a los trabajadores positivos.
Su motivación es una auténtica dedicación al trabajo, pero saben respetar el tiempo dedicado a los valores espirituales, a la familia y a las relaciones sociales. Y no obstante esto, su ilusión profesional les hace esforzarse por ser mejores, no por fatua vanidad o tonto orgullo, sino para ser útiles a los demás. Perciben que ningún ideal se hace realidad sin sacrificio.
Los trabajadores positivos entienden la necesidad de relajarse y de descansar como periodos de tiempo creativos. Se dan cuenta que para que la mente funcione óptimamente, el cuerpo humano debe estar en buenas condiciones, por ello procuran sistemáticamente el ejercicio o un hobby.
Asimismo, los trabajadores positivos cuidan y desarrollan fuertes lazos familiares y de amistad, y no permiten que el exceso de trabajo los deteriore. Saben que el trabajo es ocasión de perfeccionamiento personal, fuente de sustento económico y ocasión de hacer progresar a la sociedad. Ello les lleva a perfeccionar su competencia profesional.
Los trabajadores positivos desafían las creencias comunes y sus propias ideas (sin importar cómo las hayan adquirido). Les gusta desafiar lo que es adecuado y lo que no lo es; lo que es real y lo que no. Confían en sus propias ideas, pero esta confianza no les lleva a cerrarse a las aportaciones de los demás, sino que saben escuchar.
Son conscientes de que sus puntos débiles deben trabajarlos –mediante el esfuerzo continuado- hasta convertirlos en fortalezas; y así, eliminando sus puntos débiles, se convierten en soñadores y hacedores, capaces de cristalizar los proyectos más audaces que se puedan imaginar.
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Gabriel Martínez Navarrete
Felicidades Gabriel por tu artículo, siempre es bueno recibir un recordatorio de nuestra estructura laboral.
Saludos cordiales.