Fidel Castro, el marxismo «tropical» y sus nexos con Venezuela y AMLO
Corrían los primeros años de la década de los años sesenta. Estudiaba en el Instituto La Salle de Ciudad Obregón, Sonora. La mayoría de los profesores eran Hermanos de las Escuelas Cristianas de nacionalidad mexicana.
De pronto, de modo sorpresivo, comenzaron a llegar a este centro educativo varios hermanos lasallistas procedentes de Cuba. Me relataron de viva voz lo siguiente: 1) Con el triunfo de la revolución cubana y la caída de Fulgencio Batista, el primero de enero de 1959, existía gran incertidumbre con respecto al comportamiento hacia la Iglesia y a los empresarios por parte del Comandante Fidel Castro. Pronto los llamó en pequeños grupos y les fue diciendo que se tranquilizaran que no les ocurriría nada malo ni se tomarían represalias contra ellos, si eran fieles seguidores del régimen. Y que tanto los empresarios podían continuar con sus industrias y negocios como antes de la revolución y los clérigos, religiosos, Hermanos y sacerdotes serían respetados absolutamente, puesto que el mismo Fidel –como expresamente lo comentó– estaba muy agradecido con la formación recibida en los colegios lasallistas.
Recuerdo varias fotografías suyas en la entonces popular revista “Life” en las que este líder cubano posaba muy sonriente ante las cámaras portando en su cuello, de manera ostentosa, numerosos rosarios, escapularios y medallas. Se confesaba abiertamente católico y, además, sostenía que su permanencia política en el poder era temporal, ya que únicamente había buscado derrocar al injusto y prepotente dictador Batista, asunto en que no le faltaba razón.
Sin embargo, poco a poco, se fueron conociendo sus verdaderas intenciones: 1) Instaurar en la isla caribeña el sistema marxista-leninista, con la ayuda de la Rusia comunista; 2) perpetuarse de por vida en el poder político; 3) nacionalizar empresas, industrias y comercios; 4) El ejército y el servicio secreto eran el permanente opresor de los ciudadanos para mantener el orden social; 5) Se establecieron medidas extremadamente duras contra los “sospechosos” de conspirar contra el régimen, de tal manera, que miles y miles fueron condenados –muchas veces sin juicios previos– a ser fusilados, exiliados o encarcelados. 6) Con respecto a la Iglesia Católica traicionó todas sus afirmaciones y acuerdos e inició una feroz persecución contra los católicos.
Así las cosas, los Hermanos lasallistas, según ellos mismos me relataron, fueron convocados un inesperado día a las oficinas de Fidel Castro y, sin más diálogo, les comunicó su inflexible decisión de que en 48 horas deberían abandonar la isla, so pena de ser detenidos y encarcelados, si desobedecían a sus órdenes. Estos Hermanos sólo tuvieron tiempo de preparar sus maletas y salir a toda prisa de Cuba, dejando varios colegios de gran solera y tradición que por muchos años habían contribuido a la formación de la niñez y juventud cubanas.
Su bandera de que “gobernaría sólo para el pueblo y con la determinación del pueblo”, pronto se descubrió que era una falacia. Ya que nunca se instaló un gobierno demócrata, no hubo verdaderas y libres elecciones y, con tanta demagogia, pronto la economía se fue a la quiebra.
Afirmaba Fidel Castro que él era un ciudadano más y que padecía las mismas carencias materiales que sus restantes compatriotas. Para comprobar que se trataban de meras falsedades, les animo a ver en www.youtube.com, los siguiente videos: 1) “Las mansiones de Fidel Castro”, reportaje de la comunicadora María Elvira; 2) “La vida de lujo de los Castro” elaborado por el reconocido periodista Jorge Ramos; 3) “Desvelada la vida de lujo de Fidel Castro” (“América Tevé”) testimonio oral de Juan Reinaldo Sánchez basado en su libro. En resumen, importantes y antiguos colaboradores de Fidel Castro informan y denuncian con valentía que Fidel, Raúl y toda la familia Castro vivían una “doble vida”, como unos “burgueses millonarios” mientras el pueblo pasaba hambre y carencias de todo tipo.
No olvidemos que el dictador comunista venezolano Hugo Chávez y, después, su sucesor Nicolás Maduro, establecieron un puente de ayuda mutua económica y política con Cuba para consolidar el régimen marxista en Venezuela.
Por otra parte, tanto Andrés Manuel López Obrador y todos sus más estrechos colaboradores han afirmado, en reiteradas ocasiones, su enorme admiración y simpatía por el marxismo-leninismo de Fidel y Raúl Castro, y el actual sucesor, en Cuba, así como por los gobiernos totalitarios de Hugo Chávez y, posteriormente, de Nicolás Maduro en Venezuela.
¿Se puede esperar una actitud diferente de López Obrador, y su equipo de trabajo, en caso de que el tabasqueño llegue a la Presidencia de México? Ya habló en fecha reciente con los empresarios y les prometió “el cielo, la luna y las estrellas”. ¿Podemos caer en la ingenuidad de confiar a ciegas en quienes tienen como modelos de su actuación política en dirigentes que han sido fieles seguidores de Carlos Marx y Vladimir Lenin?
¡Qué importante es que medites con calma tu voto, en forma razonada, en las próximas elecciones presidenciales! Porque nos estamos jugando el futuro de México y sus libertades democráticas.
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Raúl Espinoza Aguilera