Hay de formas a formas para educar

Entre ayer y hoy me quedé impactada con dos noticias de Estados Unidos que me aparecieron en el celular:

Una niña de 3 años muerta porque su mamá la pateó en el estómago y al caer se pegó en la cabeza, “por no lavarse los dientes”; y la otra, una niña de 9 años muerta por asfixia porque sus padres habían llamado a su sobrina para que les ayudara a educarla, porque “ya no podían con ella”. Entonces, la sobrina -que pesaba 147 kg- se sentó sobre la niña “rebelde” para “darle una lección”, y cuando se levantó, después de 2 minutos, ésta ya no respiraba.

La mayoría pensará: ”¡qué bárbaros e inhumanos, yo nunca haría eso!”…

Ok, es cierto; pero creo que a partir de esto conviene reflexionar:

¿Qué sí hago?

¿Alguna vez podría haber salido en las noticias por mi forma irrespetuosa o violenta (física o psicológica) de corregir a mis hijos?

¿Qué sí hago cuando “no puedo más” y exploto?

¿Cómo reacciono, qué digo y qué hago?

Cuando después de “repetir mil veces” algo, no sucede lo que pido o sucede lo contrario.

… Cuando tengo prisa y “ni me pelan”.

Cuando ya no pueden tirar más cosas porque sólo queda derrumbar la casa y las visitas están por llegar.

Cuando se cayó el agua por quinta vez, se hizo pipí, rayó el sillón y “todo” sucede justo cuando estoy exhausta, con los nervios de punta y sin reservas de paciencia.

¿Qué porcentaje del día “sufro” a mis hijos y cuánto los disfruto?

¿Cuánto tiempo diario paso que ardo de furia, gritando y dando órdenes; y cuánto me detengo a escucharlos, a abrazarlos, a besarlos, a mirarlos con amor?

¿Qué daños físicos o psicológicos podría estar causando a mis hijos cuando pierdo el control?

Afortunadamente no los he matado literalmente, pero…

¿Mis gestos, palabras y acciones fortalecen o “matan” su autoconocimiento, autoestima, autorespeto, seguridad, individualidad, autenticidad, autonomía, espontaneidad, inocencia, capacidad manejar las emociones y resolver conflictos?

¿Qué hago cuando me doy cuenta de que «me paso» y de que debería de actuar de otro modo?

¿Me autojustifico para tranquilizar mi conciencia y poder seguir igual?

¿Pido perdón?

¿Realizo un plan de trabajo realista para ir mejorando con acciones concretas?

¿Pido ayuda? ¿A quién? ¿Busco formarme? ¿Cómo?

Criar y formar a los hijos es todo un reto y evidentemente hay muchas maneras de hacerlo. En general, la mayoría de los padres oscilamos entre medio de “lo ideal” y de “lo que nunca se debe de hacer”. A veces acertamos y otras metemos la pata.

Sin embargo, es esencial que seamos capaces de distinguir que hay de medios a medios para formar y que, definitivamente, unos son más respetuosos de la dignidad de la persona que otros.

Es inconcebible que aun en pleno siglo XXI exista una amplia aceptación de medios violentos y abusivos para «formar» (amenazas, chantajes, ridiculizaciones, culpabilizaciones, la «nalgada a tiempo», etc…) que, aunque no quiten la vida literal, atacan la dignidad y hieren profundamente a los niños, dejando heridas graves y dificultándoles establecer pautas de comunicación y relaciones sanas.

Obviamente, nadie es perfecto, todos nos equivocamos más de lo que quisiéramos. Por eso, debemos ser humildes para reconocer tanto nuestras fortalezas como nuestras debilidades, así como nuestras áreas de oportunidad y nuestro potencial.

Asimismo, debemos de ser perseverantes para buscar continuamente los medios que sean necesarios para ser mejores padres. Sin embargo, para poder iniciar un proceso de cambio, primero se tienen que romper paradigmas. Así pues, los padres debemos de romper:

  • Con el autoritarismo y el permisvismo, esto es, tanto con el sometimiento indigno de los hijos a los padres como el de los padres a los hijos.
  • Con la justificación inmadura de que no se puede cambiar porque «así soy» o «así me educaron» y «te aguantas», porque además «soy tu madre/padre».
  • Con la desidia para autoevaluar las reacciones, acciones y omisiones negativas y/o violentas.
  • Con la pereza para formarse y para trabajar concientemenente por ser mejor madre/padre.
  • Con la creencia de que los niños son los «culpables» de que los adultos «tengan que educar así» y de que exploten como explotan.
  • Con los «shows y berrinches parentales» para «solucionar los shows y berrinches infantiles».
  • Con la aceptación social de las formas violentas, abusivas e irrespetuosas para «educar».

¡Y luego sorprende que aumente el bullying, la prepotencia, la violencia, la corrupción, la insensatez y la irresponsabilidad de la sociedad!…

Se necesita valor para reconocer que eso es lo que se les enseña a los niños con el ejemplo.

En realidad, las “nuevas generaciones” no lo hurtan… Lo heredan…

Cambiar no es tarea sencilla, pero es lo que nos toca en la vida, ya que tenemos sólo una oportunidad para sacar la mejor versión de nosotros mismos y para ayudar a que nuestros hijos también lo hagan. Por tanto, si queremos que sean respetuosos, responsables, generosos, cariñosos y concientes, seamos respetuosos, responsables, generosos, cariñosos y concientes con ellos…

Es momento de cambiar para que nuestros niños sean mejores y en consecuencia, el futuro sea mejor.

Para cambiar el mundo, primero hay que cambiar nosotros y nuestras maneras para formar…

redaccion.nuevavision@gmail.com

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