Incertidumbre del sector empresarial sobre las decisiones de AMLO
A casi 6 meses de haber iniciado el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, los empresarios se encuentran envueltos en un ambiente de incertidumbre respecto a las formas, mecanismos y nuevas reglas que el gobierno de la 4t quiere establecer para hacer negocios en nuestro país.
En reuniones, asambleas o desayunos la pregunta que surge de manera natural en las conversaciones entre los hombres de negocios es: ¿Y tú cómo ves lo que está haciendo el presidente? Aunque la gran mayoría no deja de manifestar su apoyo, siempre queda la percepción de que son respuestas “políticamente correctas” que se dan, más por la ilusión de que lleguen los anhelados cambios que favorezcan a las empresas, que por la convicción de que nuestra economía está tomando el rumbo de equidad y saneamiento que nos permita crecer al ritmo del 4 % anual.
Sería un error pensar que el sector empresarial no apoya al Presidente de la República; no, para nada. Muchos coinciden con el diagnostico que el presidente tiene sobre los diversos factores que nos llevaron al grado de descomposición social y económica que estamos viviendo; la galopante corrupción, desvío de recursos, utilización de programas de gobierno para favorecer campañas políticas –lo cual se dio sobre todo en la administración de Enrique Peña Nieto–, la nulidad de los órganos internos de control, las superficiales y complacientes investigaciones realizadas por Virgilio Andrade Martínez como Secretario de la Función Pública que después a Areli Gómez González le fueron difíciles corregir.
Los empresarios que coinciden con el diagnóstico, también votaron por un cambio; pero ahora no tienen claro si las decisiones que está tomando el Presidente sean las que requieren nuestro sistema económico para combatir el cáncer detectado.
Hay que anotar que el Gobierno federal y el sector empresarial buscaron corregir el escenario de confrontaciones que se dio durante la primera etapa del gobierno lopezobradorista, derivado de la decisión de cancelar las obras del nuevo aeropuerto en Texcoco e invertir en la remodelación de la Base Militar de Santa Lucía.
El acercamiento fue en el marco de la 36 Asamblea Anual del Consejo Coordinador Empresarial, realizada en febrero pasado, en donde asistió el presidente López Obrador como invitado de honor para tomar protesta a Carlos Salazar Lomeí como presidente de la cúpula empresarial. En sus discursos, ambos presidentes se dijeron mensajes de cordialidad y prometieron apoyo mutuo, por el bien del México. Es más, López Obrador remató: «No se puede crecer a 4% anual si no se cuenta con la participación del sector privado nacional y extranjero. Se necesita la inversión».
A tres meses de haberse dado “el abrazo de Acatempan”, la suerte parece correr por rumbo diferente y lo demuestran hechos recientes:
PRIMERO. La controversia que desató la declaración que dio la semana pasada el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo Garza, quien también es el enlace del Gobierno federal con el sector empresarial. En el marco de la Cumbre 2019 México Investment Ideas Conference, organizada por el Credit Suisse, el funcionario que se mueve en el primer círculo del poder aceptó que la economía había tenido un débil desempeño en el primer trimestre de este año, lo cual, dijo, podía considerarse como una “cachetatida”.
La declaración de Romo se dio como respuesta a los reporteros que le cuestionaron, luego de la publicación de datos que fundamentan el precario desarrollo económico de nuestro país: El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) había señalado que en abril la inflación del país registró una alza de 0.05% y el índice nacional de precios al consumidor creció en 4.41% a tasa anual en el periodo de referencia.
También se publicaron los resultados de la encuesta realizada por la consultora A.T. Kearney con sede en México, la cual reveló que nuestro país cayó ocho lugares en la preferencia de inversión extranjera, quedando en el último lugar de los 25 países que tienen en su ranking.
Antes, el domingo 7 de mayo, la revista Proceso había titulado en su portada “Economía Negro Panorama” y en su artículo principal sentenció: “El presidente Andrés Manuel López Obrador ha decidido creer que México crecerá a un ritmo del 4% anual durante todo su sexenio… Pero la realidad lo contradice”.
Nada de esto gustó al presidente, quien descalificó todos los datos, diciendo en sus conferencias mañaneras que la economía va muy bien.
SEGUNDO. El anuncio que el presidente López Obrador dio para la construcción de la refinería “Dos Bocas”, descalificando a las empresas constructoras que meses antes había elogiado. Lo más sorprendente fue que presentó a PEMEX y a la Secretaría de Energía como las constructoras de la refinería, pese a no tener ninguna capacidad y experiencia reciente en ello, lo cual ha desatado las críticas más mordaces.
Y es que, desde enero pasado, el Instituto Mexicano del Petróleo hizo pública una evaluación sobre la construcción de la refinería de Dos Bocas y concluyó que era “inviable técnica y financieramente”. Según el IMP, el proyecto, sin ningún tipo de retraso, tendría un costo de 14 mil 740 millones de dólares, casi el doble de los 8 mil millones de dólares que el Gobierno proyecta gastar.
PARA FINALIZAR: Sin reglas claras, con un alto grado de voluntarismo e improvisación, haciendo a un lado la normatividad y el Estado de Derecho, el gobierno del presidente López Obrador no da señales claras al sector empresarial de cuáles serán las reglas no escritas para impulsar la inversión y lograr que nuestro mercado interno crezca. El presidente afirma en sus discursos lo que en la práctica niega.
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Gerardo Cleto López Becerra