John Oliver se equivoca con Venezuela: Es un país socialista
José Niño
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»
Los comentaristas políticos de izquierdas siguen negando la mayor en Venezuela.
En su programa, Last Week Tonight with John Oliver, el humorista John Oliver trataba recientemente la actual crisis económica de Venezuela.
Para explicar el estado catastrófico de Venezuela, Oliver realizaba una serie de ejercicios gimnásticos mentales que podrían clasificarle para los juegos olímpicos de 2020. Todo el programa fue una muestra hueca de periodismo izquierdista disfrazado de comedia.
Y tristemente estuvo lleno de muchas de las mismas excusas que usan los defensores del socialismo para justificar los fracasos de sus desagradables experimentos.
Estamos cayendo de nuevo en la falacia de “ningún escocés verdadero”
Empezando en el 2:46, Oliver afirma que hay “Muchos países socialistas que no se parecen en nada a Venezuela”.
¿A qué países se está refiriendo en realidad?
¿Corea del Norte y Cuba? Unos de los regímenes comunistas más duraderos de la época moderna y posibles escenarios a los que se enfrentará Venezuela si continúa por esta vía económicamente destructiva.
¿O se está refiriendo a los supuestamente socialistas países escandinavos? Los mismos países que muestran economías mixtas que originalmente se hicieron ricos mediante el capitalismo antes de que llegara el estado de bienestar.
Vago en detalles e investigación real, Oliver empieza evitando cualquier explicación directa del espantoso historial del socialismo.
Pero eso es lo que cabía esperar de los intelectuales de izquierda que rechazan rápidamente cualquier caso evidente del fracaso socialista diciendo que “no es un verdadero socialismo”.
La falacia de ningún escocés verdadero acaba de entrar en el edificio.
La excusa de la mala gestión
En la misma línea, Oliver rebaja la crisis venezolana afirmando que no es un problema de socialismo sino más bien un caso de “malísima gestión”.
Una excusa cómoda para dejar de explicar las consecuencias naturales de la planificación central, Oliver no se da cuenta de que esta mala gestión es una característica propia del socialismo.
La conocida crisis de escasez de Venezuela es el resultado de un país en el que no funciona ningún mercado que determine libremente los precios. Oliver al menos reconoce el impacto negativo de los controles de precios en 9:07, pero adorna esto con la afirmación de que los controles de precios de Venezuela “eran irreales”.
La economía básica demuestra que los controles de precios son irreales por defecto.
Bajo un mercado libre, consumidores y productores usan los precios como señales para determinar cuánto producto debe demandarse u ofrecerse.
Sin embargo, cuando los controles de precios entran en la ecuación, todo el sistema de precios desaparece de golpe. Los precios artificialmente bajos impulsan a los consumidores a demandar más de un bien de lo que los productores son capaces de suministrar. Cuando la demanda excede la oferta, aparecen las escaseces.
No os equivoquéis, los controles de precios son parte integrante del sistema socialista.
El economista Ludwig von Mises explicaba esto en su ensayo Middle-of-the-Road Policy Leads to Socialism:
No puede omitirse ningún sector de la industria en esta fijación completa de precios y salarios ni en esta obligación de producir aquellas cantidades que el gobierno quiere que se produzcan. Si se dejara libres a algunos sectores debido al hecho de que producen solo bienes calificados como no vitales o incluso de lujo, el capital y el trabajo tenderían a acudir a ellos y el resultado sería una caída en la oferta de aquellos bienes cuyos precios el gobierno ha fijado precisamente porque los considera como indispensables para la situación de las necesidades de las masas.
Pero cuando se alcanza este estado de control completo de los negocios, ya no puede haber una economía de mercado. Los ciudadanos ya no pueden hacer que sus compras y abstenciones de compra determinen lo que debería producirse y cómo. El poder para decidir estos asuntos se ha traspasado al gobierno. Ya no hay capitalismo: es una planificación completa por parte del gobierno, es socialismo.
¿Sigues sin creer que Venezuela es un país socialista?
Para quienes sigan escépticos acerca del estatus socialista de Venezuela, basta con que miremos a la segunda sección del Manifiesto comunista, “Proletarios y comunistas”, para entender la verdadera naturaleza del gobierno. Marx resume el programa socialista en diez ideas esenciales:
1. Abolición de la propiedad de la tierra y aplicación de todas las rentas de la tierra a propósitos públicos.
Bajo el régimen de Hugo Chávez, el gobierno venezolano ha expropiado más de seis millones de acres de tierras de cultivo y ha extendido este programa a grandes cadenas de supermercados y fábricas, poniendo en riesgo los derechos de propiedad.
2. Un impuesto de la renta altamente progresivo o graduado.
Venezuela tiene un impuesto de la renta progresivo, con un máximo del 34% para los mayores perceptores de rentas.
3. Abolición de todos los derechos de herencia.
Aunque los derechos de herencia no se han derogado completamente en Venezuela, el gobierno sigue gravando a las mayores herencias con una enorme tasa del 55%.
4. Confiscación de las propiedades de todos los emigrantes y rebeldes.
El gobierno venezolano ha expropiado los activos de empresas extranjeras como ExxonMobil y ConocoPhillips.
5. Centralización del crédito en manos del estado, por medio de un banco nacional con capital estatal y un monopolio exclusivo.
Fundada en 1939, el Banco Central Venezolano ha desempeñado un papel esencial en el colapso de Venezuela al monetizar su deuda y aumentar la oferta monetaria hasta tasas sin precedentes. ¿El resultado? Hiperinflación.
6. Centralización de los medios de comunicación y transporte en manos del Estado.
La Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL) de Venezuela regula y controla todos los medios de comunicación del país. Ha obtenido notoriedad por sus campañas de censura, que han hecho que los medios venezolanos obtengan la clasificación de “no libres”, según Freedom House.
7. Extensión de las fábricas e instrumentos de producción propiedad del Estado.
Las organizaciones laborales patrocinadas por el gobierno se han apropiado de fábricas abandonadas, en nombre del estado. Los grandes conglomerados extranjeros no han estado exentos de ello al apropiarse el gobierno de Chávez de fábricas de propiedad argentina y japonesa para fines estatales.
8. Igual derecho de todos al trabajo. Creación de ejércitos industriales, especialmente para la agricultura.
En respuesta a las escaseces de alimentos, Nicolás Maduro aprobó una ley de trabajo forzoso que obligaba a “todos los trabajadores del sector público y privado con capacidades físicas y conocimiento técnico suficientes” a ayudar a estimular la producción pública de alimentos.
9. Combinación de sector agrícola con el manufacturero; abolición gradual de la distinción entre pueblo y ciudad mediante una distribución más equilibrada de la población en el país.
Originarios de Cuba, el gobierno venezolano trató de implantar organopónicos, un sistema de agricultura urbana que utiliza jardines orgánicos, con el objetivo de mejorar la autosuficiencia agrícola en centros urbanos como Caracas.
10. Libre educación para todos los niños en escuelas públicas.
La educación obligatoria fue establecida por decreto 1880. Las escuelas públicas en Venezuela ahora funcionan como centros de adoctrinamiento, en los que millones de jóvenes leen las obras de personajes comunistas como el Che Guevara y Fidel Castro para “librarse” del pensamiento capitalista.
En resumen, Venezuela cumple la mayoría de los requisitos que indicaba Marx para que un país estuviera en la vía al socialismo.
Tristemente, muchos continuarán ignorando esta insoportable verdad.
¿Cuántos experimentos socialistas fracasados más harán falta para que la izquierda reconozca la inclinación del socialismo por la destrucción?
La audiencia de John Oliver puede reírse todo lo que quiera, pero lavar los fracasos de socialismo en Venezuela no es cosa de risa cuando muchísima gente está muriendo debido al hambre inducida por el socialismo.
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