La amistad (1 de 2)
Para encontrar un amigo, lo primero es interesarnos poa algo en común: y más tarde o más temprano –con el trato mutuo- surgirá la amistad. Los amigos se miran a los ojos, porque existe confianza mutua: ¡Qué bueno que existas!
¿Y la antipatía? Depende de uno. Cuando se dan cuenta de que en verdad se quieren, desaparece. Es uno de los modos de manifestarse el amor mutuo.
Los hombres coaligan sus vidas para cumplir una misión.
“¡Pobre del que está solo, que si cae no tiene quien le levante!”. En vez de tener un amigo, , ¿no sería mejor no tener a nadie? Esto es la soledad, totalmente opuesta a un amor limpio.
La amistad implica amor y comprensión, más que en recibir es darse. Sólo Dios no necesita del amor de nadie, porque es Amor. La amistad “Es la premisa indispensable para lograr captar la realidad de la vida y alcanzar la consiguiente plenitud existencial” (J.B. Torelló. Psicología abierta).
El hombre es un ser indigente e inacabado, abierto a Dios y a los demás. La persona humana, como ser creado es susceptible de perfeccionamiento. Nadie se perfecciona solo, intervienen en su vida: las cosas, los hechos -sobre todo- los demás hombres. Si cada uno de nosotros no es Dios, está claro que no nos bastemos para alcanzar por si mismo la perfección a la que hemos sido llamados. Pero no basta saberlo, es imprescindible, que estemos profundamente convencidos.
Dios busca colaboradores de Él, en la tarea de nuestra salvación: Del amor de Dios, se origina una dimensión de amor entre los hombres, participación del amor divino. Quien no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo amará a Dios a quien no ve? (Sagradas Escrituras). Nadie tiene amor que supere a éste: dar uno la vida por su amigo” (cfr Jn 5, 13-14). “En el amor de amistad, el amante está en el amado en cuanto juzga como suyos los bienes o los males del amigo y la voluntad de éste como suya de modo que parece sufrir en su amigo los mismos males y poseer los mismos bienes” (S. Tomás. S. Th I-II, q.28, a 1).
“Yo a cuántos amo, reprendo y corrijo; despliega pues tu celo y arrepiéntete (Apoc 3, 19-20). “Amistades que son ciertas nadie las puede turbar” (Miguel de Cervantes). “El amigo es otro yo. Sin amistad el hombre no puede ser feliz” (Aristóteles). “El que tiene un amigo verdadero puede decir que tiene dos almas” (Anónimo). “En la prosperidad, nuestros amigos nos conocen; en la adversidad, nosotros conocemos a nuestros amigos” ((John Churton Collins).
“La transigencia es señal cierta de no tener la verdad. –Cuando un hombre transige en cosas de ideal, de honra o de Fe, ese hombre es un … hombre sin ideal, sin honra y sin Fe” (Camino).
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Gabriel Martínez Navarrete