La caída de Rajoy

Cuando nadie se lo esperaba y de modo tan sorpresivo como se da un golpe de Estado, se produjo en España una moción de censura que dio como resultado la destitución del presidente de gobierno, Mariano Rajoy.

Pretender la defensa del caído primer ministro es algo tan tedioso o inútil como ponerse a contar chinos. Y es que Rajoy nada hizo digno de mérito que permita que las generaciones venideras guarden de él algún buen recuerdo.

Cuando llegó al poder a fines de 2011, lo hizo de manera apoteósica, contando con una mayoría absoluta que le daba un poder casi ilimitado. Pudo cambiar lo que estaba mal y no lo hizo. Prefirió ir pasando el tiempo y aburrir a los espectadores cada vez que se presentaba ante los medios o en algún acto público.

Pudo haberle dado marcha atrás a la Ley del Aborto, pero no lo hizo.

Pudo haber derogado la Ley de la Memoria Histórica -esa que reaviva viejos odios y provoca nuevos enfrentamientos- y tampoco lo hizo.

Pudo haber cambiado el sistema electoral pidiendo que se diera como ganadora a la lista más votada y tampoco lo hizo.

Al mismo tiempo, los casos de corrupción se sucedían uno tras otro sin que él moviera un solo dedo, lo cual lo presentaba como cómplice ante la opinión pública.

Dentro de la torpeza egoísta de quien ni come ni deja comer, Rajoy fue despidiendo del Partido Popular a los elementos más valiosos, prefiriendo en cambio rodearse de sujetos mediocres que no le hacían sombra.

Esto trajo como resultado algo que no habían logrado todas las fuerzas de izquierda en más de cuatro décadas: Demolió a la derecha española.

En estos momentos, los grupos conservadores se encuentran huérfanos y en completo desamparo y sin un partido que los cobije porque el Partido Popular, literalmente, se está cayendo a pedazos.

Cuando se presentó la moción de censura (apoyada por los socialistas, PODEMOS, anarquistas, separatistas y terroristas) Rajoy pudo haber dimitido, con lo cual -aparte de irse con dignidad- podía dejarle el cargo a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, quien, aparte de gobernar los dos años restantes, podía reconstruir al partido y convocar a elecciones que le diesen la victoria en 2020.

Tampoco eso hizo Rajoy. Quizás debido a su torpeza o a que un simbólico apretón de manos así se lo ordenó; prefirió la humillación de ser destituido e irse con el rabo entre las patas.

Su lugar lo ocupa ahora el socialista Pedro Sánchez, quien, a pesar de ser el séptimo presidente de gobierno en toda la democracia española, se convierte en el primero que logra dicho puesto sin ser elegido por votación popular.

¿Qué pasará en España en un futuro inmediato?

Por lo pronto, Pedro Sánchez tendrá que gobernar apoyado por Pablo Iglesias y su grupo PODEMOS, por los etarras de Bildu, así como por los nacionalistas vascos y los separatistas catalanes.

Aquí lo más grave es que, una vez llegado el momento, cada uno de dichos grupos le pasará factura para cobrarle el apoyo prestado.

¿Qué tantas concesiones -aparte de algunas carteras ministeriales- le dará a PODEMOS?

¿Apoyará Pedro Sánchez la independencia de Cataluña? Por informes recibidos, sabemos que se opone a dicha solución y que incluso una fuerte corriente dentro del PSOE -representada por Susana Díaz- defiende la integridad de España.

En el caso de Cataluña… ¿cómo logrará conciliar el nuevo presidente español las ansias separatistas con las presiones de su propio partido?

¿Qué tanto cederá ante las exigencias de los nacionalistas vascos que se muestran voraces en el momento de pedir un mayor presupuesto?

¿Qué tanto se verá amedrentado por los antiguos etarras que se encuentran dentro de Bildu?

¿Estará de acuerdo en implantar un Frente Popular parecido al que, en 1936, trajo como consecuencia aquella sangrienta Guerra Civil que acabó con la II República?

Pedro Sánchez entra al Palacio de la Moncloa no por la puerta principal, sino más bien por la puerta trasera, puesto que su investidura no es resultado de la voluntad popular expresada en las urnas.

Tiempos difíciles y de una gran incertidumbre los que se presentan en España.

Pedro Sánchez ha logrado ver cómo su sueño de alcanzar la Presidencia se convierte en realidad.

Ahora solamente falta ver si, al enfrentarse ante una serie de inesperados problemas, tan dulce sueño no se transforma en la más terrible de las pesadillas.

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