La Cristianofobia y sus consecuencias

En estos días que hemos estado meditando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, me parece oportuno abordar el tema de la «Cristianofobia”, es decir, el comportamiento hostil, agresivo e intolerante ante cualquier manifestación de Cristianismo.

A manera de introducción a este tema, cabe señalar que el entonces presidente Porfirio Díaz envió a destacados profesores y pedagogos mexicanos para que fueran capacitados en el «Positivismo” iniciado por el filósofo francés Augusto Comte (1798-1857).

El Positivismo hereda muchos conceptos de la Revolución Francesa, entre ellos, la de considerar a la Religión como obsoleta. Esta corriente sostiene que sólo lo que es demostrable en un laboratorio es verdadero. Fuera de eso, nada es verdad sino superstición o fantasía.

Desde esta perspectiva, el Positivismo considera a la Moral y a la Religión cristiana como un “fanatismo” o “producto de la ignorancia”. Lo curioso es que muchos de estos positivistas acudían a sesiones espiritistas, a la magia o a que les predijeran su futuro.

Con esta filosofía, muchos intelectuales, profesionales y profesores mexicanos perdieron la fe en el siglo XIX, o simplemente comenzaron a dudar de todo lo sobrenatural, y se volvieron “Escépticos” o “Librepensadores”.

Su más notable exponente y divulgador fue el maestro, filósofo y médico Gabino Barreda, Director General de la Escuela Nacional Preparatoria, quien impartió numerosas conferencias sobre esta corriente de pensamiento. En una de tantas, escuchaba con atención el presidente Benito Juárez.

A continuación, algunos de estos profesores viajaron a los estados de la república y durante algún tiempo dieron cursos de capacitación sobre el Positivismo. En Hermosillo, Sonora, asistió a varias conferencias, el joven profesor Plutarco Elías Calles.

Este antecedente puede ayudar a comprender un poco más, el anticlericalismo radical de Benito Juárez y la Guerra Cristera de 1926 a 1929 emprendida por el presidente Elías Calles.

Conocí a un historiador amigo mío que ya falleció era el menor de 14 hermanos. Me comentó que su padre estudió, a fines del siglo XIX, en la Escuela Nacional de Minería. Se graduó como geólogo y se vio muy influenciado por el Positivismo hasta el punto de perder la fe y no querer educar a ninguno de sus hijos en la religión Católica.

Sólo este amigo y su hermana, un poco mayor que él, tuvieron una conversión hacia la fe, siendo ya personas mayores. Y este historiador me comentaba con pena que la gran mayoría de la generación de Geólogos, egresados de esta Escuela, habían dejado de creer en Dios.

Crstianismo, objeto de persecuciones

Desde sus inicios, el Cristianismo ha sufrido persecuciones:

En tiempos de los emperadores romanos, muchos fueron llevados al martirio. Luego, fueron los bárbaro provenientes del Este Europeo y Asia Central. Otros, introduciendo herejías y apostasías para dividir al Cristianismo.

Del mismo modo, la Revolución Francesa pretendió en vano eliminar la fe de Jesucristo, lo mismo que el Liberalismo del siglo XIX. En el siglo XX, el nazismo, el comunismo, el populismo (variante demagoga del comunismo) y varias dictaduras más pretendieron echar fuera a Dios.

Actualmente la llamada “Ideología de Género”, el pragmatismo o el galopante hedonismo contemporáneo pretenden dejar fuera a Dios.

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Como consecuencia de ello, comprendemos la enorme crisis del vacío existencial de muchas personas que dicen sufrir en sus vidas y comentan con amargura que su existencia no tiene ningún sentido y se dejan llevar por los vicios (drogas, alcohol, sexo) o se suicidan.

En este siglo XXI, sin embargo, considero que hay un retorno a la fe, a la esperanza. Así lo revelan las celebraciones en distintas partes del mundo de la Semana Santa y la Pascua de Resurrección 2022.
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Raúl Espinoza Aguilera

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