La Familia: primera Iglesia
Ya hablamos que la familia debe ser la primera escuela, ahora vamos a platicar de que la familia debe ser también la primera Iglesia, el lugar donde se vive la fe y se acerca a los hijos a Dios.
En muchas ocasiones no es así y, además, existen factores externos que hacen que la fe se vaya perdiendo y que nuestros hijos pierdan la devoción y hasta se avergüencen de ella.
Es necesario que seamos valientes y demos testimonio de nuestra fe en familia. Por eso, aquí te dejo mis 5Tips para que nuestra familia sea una iglesia doméstica:
Primero. Un altar en medio de tu casa. Para nuestros hijos es siempre más fácil comprender las cosas de la fe, si existen signos visibles que le recuerden los momentos espirituales que como familia debemos tener.
Si nuestros hijos son pequeños, podemos ponerlo muy didáctico y visible, quizá hasta con dibujos o manualidades hechas por ellos.
Conforme van creciendo, tanto en edad como en la fe, estos signos irán cambiando para fomentar su crecimiento.
Lo que nunca debe faltar en nuestro altar familiar es la Biblia, un crucifijo, un rosario, y una imagen de María en la advocación que sea más cercana a nosotros.
Segundo. Espiritualidad personal y familiar. Es importante acompañar los signos visibles, de actitudes, disposiciones y prácticas espirituales que le den significación y relevancia, ya que de otra forma, el altar será un lugar más en nuestra casa.
Las actitudes deben ser coherentes con lo que Jesús nos enseñó. Una espiritualidad no es más que ver la vida de Jesús desde cierto ángulo y aplicarlo a nuestra vida cotidiana, por ejemplo, los Franciscanos ven a Jesús como el amigo de los pobres, los Jesuitas como Cristo Rey o los Pasionistas como Cristo en la cruz.
Las disposiciones la podemos conocer si le damos una mirada a las diferentes espiritualidades que existen en nuestra Iglesia, buscando encontrar puntos afines a nuestra vida familiar.
Si así lo hacemos, tendremos como resultado una serie de acciones concretas que nos irán conformando una vida espiritual tanto personal como familiar Éstas son las prácticas espirituales en las que debemos educar a nuestros hijos, por ejemplo, levantarse en cuanto el reloj suene para forjar la voluntad, hacer oración por la mañana para consagrar el día, asistir a misa diaria para alimentar el alma, tener una lectura espiritual constante, etc.
Tercero. Devociones familiares. Otro signo visible de nuestra fe son las devociones, es decir, los actos de piedad popular y las oraciones que como familia podemos adoptar.
Es difícil recomendar una en especial, ya que existen muchas y muy bellas devociones, dependiendo de cada región y cultura; pero lo que sí podemos decir es que es importante que lo que vayamos a adoptar como familia sea significativo y nos ayude en nuestra santificación.
Es indispensable que estas devociones familiares estén aprobadas por la Santa Iglesia.
Cuarto. Edúcalos en la fe. Para amar algo hay que conocerlo. Por eso es tan importante que nuestros hijos conozcan a Cristo, su vida, sus enseñanzas y el amor que nos ha tenido, para que sean capaces de acercarse a Él, amarlo e imitarlo en la vida cotidiana.
Como papás, debemos darles elementos suficientes desde la familia, y buscar apoyo y acompañamiento en nuestra Parroquia y en la Iglesia.
Quinto. El testimonio debe ser lo más fuerte. Como en otras ocasiones, termino diciendo que nuestro ejemplo es vital para que nuestros hijos vean que el estilo de vida que nuestra espiritualidad nos da, se puede llevar a la práctica y nos hace felices; de otra forma, nuestros hijos verán esto como una obligación y como algo nocivo para la familia.
Si aún no tenemos bien deducido este estilo de vida, aún es tiempo de hacerlo.
Que nuestra familia sea una Iglesia doméstica.
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Silvia del Valle Márquez
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