La unidad es la prioridad de todo gobernante

Decía Winston Churchill en cierta ocasión que “es mejor la unidad, que ganar”; y es cierto, ya que una nación dividida es semejante a una familia rota, y donde debería haber paz, tranquilidad, orden, cohesión y sosiego, se transforma en intranquilidad, desorden, dispersión y ansiedad, con el consiguiente daño para todos.

El mejor activo de un país se encuentra en la unidad de sus habitantes, por lo que la prioridad número uno de los gobernantes es ser instrumentos de unidad, no de división ni confrontación, para llevar al país por el camino del desarrollo para todos con justicia y paz.

Para lograr esa unidad, los gobernantes deben asumir un comportamiento ejemplar; fomentar en los servidores públicos una verdadera  mentalidad de servicio a los demás, la cual se refleje en un trabajo bien hecho; refrendar en todo momento con sus actos el respeto a la vida humana, la familia, la dignidad de las personas, la libertad individual, el libre emprendimiento de actividades económicas; e impulsar políticas públicas que reflejen su auténtico interés por el Bien común de la sociedad.

Éstos son tan sólo algunos requisitos básicos que identifican al buen gobernante y validan su autoridad.

La autoridad se pierde cuando faltan estos elementos básicos, sobre todo, cuando el gobernante alienta la lucha de clases, promoviendo de esta manera el odio –que es desunión y rompimiento social–, lo cual lo descalifica para ejercer cualquier tipo de liderazgo social.
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Gabriel Martínez Navarrete

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