López Obrador ratifica proyecto y rumbo

El Presidente Andrés Manuel López Obrador no es tonto, ni está loco ni está débil.

Sus reacciones frente a la pandemia del coronavirus, incluido el Programa Emergente para el Bienestar y el Empleo que se inscribe en los postulados del Plan Nacional de Desarrollo, siguen al pie de la letra sus postulados ideológicos. Sus decisiones son congruentes con su visión y su plan de gobierno.

López Obrador sostiene que el coronavirus “precipitó” la caída del neoliberalismo: “un modelo fallido; por eso la crisis mundial en todo sentido. No es posible que afecte tanto una pandemia en lo económico, en lo social”.

Eso explica, por qué para él, la crisis le cayó como “anillo al dedo” y el porque de las medidas anunciadas el domingo pasado:

“La fórmula que estamos aplicando para remontar la crisis transitoria, repito, es la suma de tres elementos básicos: mayor inversión pública para el desarrollo económico y social; empleo pleno, y honestidad y austeridad republicana”.

Está en pleno uso de sus facultades (de ahí que las últimas semanas insistiera en su buen estado de salud) y ha ido cambiando las condiciones para asumir con toda la fuerza su papel hegemónico e imponer su proyecto de Nación.

“A pesar de las adversidades, no se detendrá la transformación de México.

Pero a nadie engañamos y hay constancia de ello: lo que estamos haciendo es lo que hemos propuesto en forma pública y abierta desde hace años en la lucha diaria y en campañas políticas. Es, también, por lo que votaron millones de mexicanos”.

Su modelo

Para muchos, la emergencia sanitaria y la crisis económica causadas por el Covid-19, podría ser el punto de quiebre para forzar a López Obrador a modificar sus planteamientos políticos y económicos, pero respondió igual, con sus argumentos ideológicos y con decisiones acordes a ellos.

Ahí radica la importancia de su declaración, pues no hay ni punto de quiebre, ni cambio de rumbo ideológico. Si muchos no están de acuerdo – con argumentos legítimos, válidos – para él podrían ser daños colaterales.

El principal reto social del país es combatir la desigualdad caracterizada por más del 50 por ciento de la población que vive en pobreza.

Con sus propuestas, el Presidente ha logrado una coalición de grupos humanos perjudicados por esa situación e interesados en cambiarla, en mejorarla.

Su persistencia para llegar el Poder Ejecutivo es porque contempló tener desde ahí mayor operatividad para lograr ese cambio.

Está dando pasos hacia un gobierno centralista, autoritario (sostenido por las Fuerzas Armadas), populista, y en el que tácticamente ha ido disminuyendo la importancia del sector privado o lo está arrinconando a actividades que le abonen a su proyecto.

Por eso todas las decisiones anunciadas el domingo corren a cuenta del gobierno.

“En suma, los programas sociales y de desarrollo promovidos por el gobierno, este año llegarán a 22 millones de beneficiarios. De igual forma, se otorgarán 2 millones 100 mil créditos personales, de vivienda y para pequeñas empresas familiares del sector formal e informal de la economía. Asimismo, y esto es muy importante, vamos a crear en nueve meses, 2 millones de nuevos empleos. En estos hechos y acciones baso mi optimismo. Además, puedo demostrar que, a la mitad de los hogares del país ya está llegando al menos un programa de bienestar y que 95 por ciento de las familias pobres de México están recibiendo, cuando menos, un apoyo o beneficio. El primero de diciembre de este año podré decir que todos los pobres de México ya cuentan con protección y amparo del gobierno que represento”.

Y si las condiciones lo requieren, puede hacer uso de la fuerza pública, por eso las crecientes concesiones a las Fuerzas Armadas, Ejército, Marina y Guardia Nacional. Les transfirió 5 mil millones de pesos para la lucha contra la pandemia y anunció que los militares construirán los últimos 485 kilómetros del Tren Maya.

En síntesis, López Obrador prevé rescatar “de manera prioritaria a los olvidados, a los marginados, a los pobres y a los que siempre se les ha hecho menos”.

En realidad está engañando a las clases más necesitadas, haciéndoles creer que así -manipulados y sometidos- estarán bien.

Para ello ha revivido e implementado el viejo modelo prísta de un poder centralizado, con nuevas reglas no escritas, con un partido oficial como su principal instrumento, con una burocracia ideologizada porque con ellos puede imponer ese cambio cultural.

Si esa perspectiva no se entiende, pero sobre todo no se asimila por las principales fuerzas opositoras a su proyecto, entonces seguiremos viendo actores protagónicos convencidos de que luchar por una parte del problema y ser políticamente correctos, será el camino; u otros, que bajo el pretexto de combatir la corrupción, solo se dedican a defender intereses de grupo.
Mientras no exista un proyecto alternativo y una vertebración de esfuerzos el proyecto de López Obrador avanzará.

Eso confirma que la creatividad y los esfuerzos ciudadanos honestos son el camino de generar una propuesta para el bien común.
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Mochila Política 114
Abril 6, 2020, Año 4

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