Masacre en Barcelona
Las Ramblas es el bellísimo paseo que engalana la señorial Ciudad de Barcelona: Desde la Plaza de Cataluña hasta el Monumento a Colón, a orillas del mar, la refrescante sombra de los árboles le confieren a dicho paseo un encanto muy singular que se incrementa por la gran cantidad de artistas que allí cantan, declaman, actúan, dibujan y hacen mil destrezas.
Desgraciadamente, en unos cuantos minutos, un espacio de cultura y esparcimiento se transformó en un escenario de sangre y terror.
Y todo porque uno de esos locos seguidores de Alá, cuyo profeta es Mahoma, decidió atropellar a cuanto infeliz encontraba en su camino.
Consecuencia fatal: Catorce muertos y más de cien heridos, de los cuales, más de sesenta, se encuentran hospitalizados.
De esa gran cantidad de heridos que se revuelcan de dolor en los hospitales….¿Cuántos lograrán sobrevivir? Y de los que sobrevivan…¿Cuántos quedarán reducidos a la dramática situación de minusválidos?
Una sangrienta matanza que vuelve a repetirse en Europa pues ya antes ocurrió en París, Niza, Londres e incluso Alemania.
En el momento de hacer un análisis acerca de lo ocurrido, no faltan quienes –ya sea por ignorancia o ya sea por deformación ideológica- ofrecen una torpe explicación: Que esto es resultado de la justa protesta de los pueblos árabes que son explotados por las potencias occidentales.
Una explicación torpe como también torpe sería decir que la tragedia del narcotráfico que flagela a los mexicanos es consecuencia de la miseria y que quienes matan, roban, secuestran y violan son resentidos que luchan contra las injusticias sociales.
En ambos casos dicha explicación no solamente es torpe sino incluso falsa y tendenciosa; no pueden ser unos pobres resentidos unos sicarios que utilizan armas de alto {poder cuyo altísimo costo no está al alcance de cualquier bolsillo.
Si deseamos hallar la solución al problema, habrá que rechazar la suicida postura del avestruz que hace que, por miedo al peligro, escondamos la cabeza. Es necesario afrontar la realidad tal cual es.
Lo ocurrido hace días en Barcelona; y que pasó antes en Francia, Inglaterra y Alemania es un episodio más de la guerra que el Islam le ha declarado a Occidente.
La religión de Mahoma ha decretado que el mundo entero debe ser conquistado para su fe, bien sea por las buenas o bien sea por las malas.
Y dentro de esa conquista que se lleva a cabo por las malas, se encuentra la llamada Guerra Santa.
Si repasamos las sabias lecciones de la Historia, veremos que ese afán de conquista por parte de los musulmanes no es algo nuevo sino que se inició a mediados del siglo VII; se extendieron rápidamente por Arabia, norte de África y hubiesen dominado Europa de no haber sido porque Carlos Martel los detuvo en Poitiers en 732.
Los territorios donde impusieron su religión a golpes de cimitarra jamás recuperaron su libertad.
Excepto España que –tras una larga guerra que duró ocho siglos, llamada Reconquista- logró expulsar a los sarracenos y recuperar la unidad perdida.
Desde entonces hicieron varios intentos por dominar Europa, pero fracasaron tanto en Lepanto en 1571 como en pleno siglo XVII a las puertas de Viena.
El tiempo pasó y desde entonces fueron muchos los acontecimientos que convulsionaron a la humanidad.
En cambio el odio musulmán contra Occidente, así como su afán de revancha y conquista, se mantuvo latente y ahora, al encontrarse con una Europa decadente en lo moral y con una bajísima natalidad, vuelven a la carga.
Es algo evidente que, en estos momentos, Europa se encuentra invadida por los musulmanes. No se trata de una violenta invasión al estilo de los siglos pasados sino que es consecuencia de oleadas de inmigrantes, muchos de los cuales –más que gente que huye de la miseria- son sujetos adoctrinados que le van preparando el terreno a quienes vienen detrás.
Hace poco más de un año, en una parroquia francesa de Normandía, fue degollado el Padre Jacques Hammel mientras decía Misa.
Desde entonces el baño de sangre no solamente no se ha detenido sino que amenaza con ir en aumento.
Esa y no otra es la explicación real de la masacre de Barcelona.
Quien diga otra cosa o bien no ha entendido nada o –por desgracia- sabe mejor que nadie lo lque en realidad está ocurriendo.