Mujer flautista demanda a Sinfónica de Boston por «paga desigual»

Andrew Moran
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»

Ni siquiera la música celestial es inmune a las leyes de la economía. No es un secreto que el interés público por J.S. Bach y Johannes Brahms está disminuyendo. Los antiguos patrocinadores están desapareciendo y las nuevas generaciones no se sienten tan atraídas por la música clásica como Adina por Nemorino en L’elisir d’amore. Debido a esto, las orquestas sinfónicas y las salas de ópera tienen serios problemas para cuadrar las cuentas, dependiendo de referencias culturales pop, como los temas de videojuegos y las bandas sonoras cinematográficas, para pagar las deudas.

Con la demanda disipándose y la oferta de músicos de formación clásica creciendo, el sector nunca ha sido tan competitivo. Si eres un violinista, prepárate para competir con cientos de otros violinistas de tu ciudad por un puesto entre los 50 miembros de la orquesta local. Salvo que seas Hilary Hahn o Daniel Hope, tus posibilidades de tener un empleo al menos temporal son casi tan altas como las de no enamorarte de la coqueta Carmen.

El caso de la Orquesta Sinfónica de Boston

Si consigues un puesto a tiempo completo en una empresa, ¿estarás ganando lo mismo que todos los demás? Esa pregunta se está debatiendo en la Orquesta Sinfónica de Boston (OSB) al estar pagando a un famoso músico menos que a otro renombrado intérprete. El caso ha llegado a los tribunales.

Elizabeth Rowe, la flautista principal de la OSB está demandando a la organización por discriminación de género. Reclama que está recibiendo 70.000$ menos que John Ferrillo, el oboísta principal. Desde la perspectiva del feminismo de tercera generación, se presumiría que es un caso de odio a las mujeres por parte de la banda sin ánimo de lucro. Sin embargo, cuando se profundiza en el caso, se ve que no es tan sencillo.

Ferrillo, que lleva en el OSB desde 2001, estuvo previamente trabajando en la codiciada Orquesta de la Ópera Metropolitana. La OSB le sacó de la Met ofreciéndole “el doble de lo que ganan los miembros normales de la orquesta”. Por su parte, Rowe fue contratada en 2004 tras una “audiencia a ciegas”, que implica tocar detrás de una pantalla marrón de poliéster de 75 centímetros, de forma que nadie pudiera identificar su género o raza.

La OSB ha insistido en que el género no tiene ninguna influencia de su salario.

¿Cuál es entonces la historia real?

Oboes contra flautas

En una declaración, los dirigentes de la OSB señalaron correctamente tres hechos importantes: No son los mismos instrumentos, el oboe es más difícil de tocar y hay más flautistas con talento de entre los que elegir.

Sólo porque toques en la misma orquesta, esto no significa necesariamente que se aplique la política de igual paga para igual trabajo. Un clavecín es mucho más difícil de tocar que un piano (y además hay menos clavecinistas que pianistas), pero aquí está la pregunta de los 64.000 dólares: ¿Ambos instrumentos dan los mismos salarios?

O, visto de otra manera, si te contratan para tocar las cucharas, ¿deberías recibir el mismo nivel de salario que un flautista o un fagotista? Difícilmente, salvo que de repente haya una creciente demanda sobre la oferta limitada de tocadores de cucharas para interpretar el Réquiem de Mozart todas las noches.

Las leyes de la oferta y la demanda se aplican siempre al trabajo, incluyendo los miembros de una orquesta. Hoy un miembro masculino de una orquesta gana de media 254.000$ al año, mientras que la miembro femenina medio de una orquesta consigue 202.000$. No es una discriminación descarada, sino que más bien las mujeres tocan los mismos instrumentos y cultivan un grupo concreto de talentos o que los hombres tocan múltiples instrumentos y se presentan a varios puestos.

Además, y aquí está lo que hace a esta historia aún más interesante, según el Washington Post:

Aunque otros cuatro instrumentistas principales de la OSB (todos hombres) ganan más que Rowe, la orquesta señala que ella gana más que otros nueve instrumentistas principales, de los cuales, solo una, la arpista Jessica Zhou, es una mujer. Rowe ha recibido aumentos ocasionales y su salario actual es de 250.149$ al año.

Qué curioso.

Igual paga para igual trabajo

Una de las mayores mentiras en el mundo hoy es el pago de género. Según la izquierda, tenemos que creer que las empresas están discriminando activamente a las mujeres porque las odian y creen que son inferiores a los hombres. ¡Es el patriarcado, señores!

¿Pero es eso realmente lo que está pasando? Muchos creen que es así en una cadena de supermercados británica.

Al otro lado del charco, Tesco se enfrenta a una demanda por la que miles de trabajadoras de sus tiendas reclaman hasta 6.800 millones en pagos retroactivos. Afirman que los cajeros, en su mayoría mujeres, ganan hasta 4$ menos por hora que los trabajadores masculinos de los almacenes. Los representantes legales citan un “sesgo inherente” como razón para que a las mujeres se les pague menos. En otras palabras, es sexismo en acción, sin otros factores propios del puesto de trabajo.

Esta es la realidad: La mayoría de los cajeros son mujeres y la mayoría de los empleados de almacén son hombres. Asimismo, el trabajo de distribución es muy distinto que cobrar los productos a los clientes: los almacenes requieren levantar grandes pesos, empacar en cajas, llevar las órdenes a las áreas de envío y mucho más. Son manzanas frente a naranjas.

Sólo porque estés empleado en una compañía y compartas un puesto con otras ocho personas, es importante saber no todas ganarán lo mismo. Aunque tengas el mismo nivel de experiencia, educación y habilidades, puede que no resulte así. Pero ¿por qué?

Examinemos a dos abogados, un hombre y una mujer, que tiene currículos idénticos. Aparentemente, ambos tendrían las mismas ganancias. Sin embargo, si rascamos por debajo de la superficie descubriremos que el abogado varón podría estar dispuesto a trabajar por las noches o a reunirse con sus clientes durante tres horas un domingo por la mañana, mientras que su colega quiere un mayor equilibrio entre trabajo y ocio.

¿Deberían ambos ganar lo mismo o sería justo que el abogado varón ganara un 3% más porque está dispuesto a aceptar trabajo extra?

¿Debería un escolta tirador suplente ganar el mismo salario que LeBron James? Ambos hacen el mismo trabajo: correr, botar un balón y lanzar a canasta. Pero todos sabemos que James proporciona más valor a cualquier equipo en el que esté que Jameer Nelson, de los New Orleans Pelicans.

La economía de la justicia social

El problema de la justicia social es que no tiene lógica ni coherencia intelectual. Es una lástima que la economía elemental haya sido secuestrada por los guerreros de la justicia social y su subgrupo de los cruzados de los salarios. Porque haya implicado un elemento humano, no significa que las leyes de la oferta y la demanda no sean aplicables también al trabajo. Flautistas e ingenieros, naranjas y trayectos en Uber, todo es lo mismo.

Ahora, disfrutemos de un vals de Johann Strauss.
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El artículo original se encuentra aquí.
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