Norteamérica: Las raíces del odio

Un crimen repugnante que vimos cientos de millones de personas ha indignado no solamente a Norteamérica sino al mundo entero.

Un crimen repugnante, presenciado casi en vivo, porque lo reproduce un video aterrador que fue grabado en Minneapolis (Estados Unidos) el pasado 25 de mayo.

En dicho video se presenta a un agente policíaco arrodillado sobre el cuerpo de George Floyd, un afroamericano de 46 años de edad. Con la rodilla, el policía le apretó el cuello hasta que le causó la muerte por asfixia. Los tres agentes que estaban a su lado, al no hacer nada en favor de la víctima, se convirtieron en cómplices.

A decir verdad, quien esto escribe creyó que el racismo había pasado a mejor vida en Estados Unidos. Especialmente tomando en cuenta que, en noviembre de 2008, el negro Barack Obama había sido elegido presidente.

Desgraciadamente, no es así y, con el furor de los peores tiempos, la violencia racial es una amenaza real en aquel país.

Una violencia racial que tuvo su origen durante los siglos XVII y XVIII cuando los habitantes de las trece colonias inglesas asentadas en la costa atlántica norteamericana se dedicaron a cazar negros en África para luego venderlos como esclavos en varios puertos del Atlántico.

Fue de tales dimensiones el tráfico de esclavos negros que, con el tiempo, dicha raza se propagó en tal cantidad que actualmente constituye un alto porcentaje de la población de aquel país.

La novela “Raíces”, cuyo autor es Alex Halley y que fue adaptada para un serial televisivo, pinta con un realismo pavoroso la tragedia que han padecido los negros en Estados Unidos.

Mediante odio fueron cazados como fieras, mediante odio fueron vendidos como esclavos, mediante odio fueron humillados, maltratados y explotados.

Un odio que perdura a través de los siglos, que forma parte de la idiosincrasia del pueblo norteamericano y que explica que a un pobre hombre le hayan puesto la rodilla sobre el cuello causándole la muerte por asfixia.

Ahora bien, ese desprecio y crueldad hacia el negro que han mostrado desde sus orígenes los anglo protestantes en Estados Unidos tiene una raíz doctrinal.

Una raíz que proviene de la herejía de Juan Calvino según la cual Dios ha predestinado a unos para que se salven y a otros para que se condenen.

Una herejía según la cual Calvino explica que están destinados a la salvación aquellos que acumulen riquezas.

Así pues, basándose en esta creencia, los seguidores del reformador de Ginebra no tendrán otra preocupación que la de enriquecerse, aunque lo hagan por medios ilícitos.

Eso explica la génesis del expansionismo estadounidense según la cual había que quitarles sus tierras a los pueblos indígenas (por ejemplo: apaches, navajos, comanches, sioux, etc.) aunque fuese matándolos ya que para el yanqui despojador “el mejor indio es el indio muerto”

No lo olvidemos: Calvino dijo que las riquezas eran signo de predestinación; por lo tanto, había que enriquecerse a como diera lugar.

Eso explica que, mediante una guerra injusta, en 1847, le hayan robado a México más de la mitad de su territorio.

No lo olvidemos: Calvino dijo que las riquezas eran signo de predestinación.

Eso explica todo el odio secular en contra de los afroamericanos a quienes primero esclavizaron y a quienes hoy maltratan de mil distintas maneras.

No lo olvidemos: Calvino dijo que las riquezas eran signo de predestinación.

Eso explica, en resumen, la muerte cruel que recibió George Floyd a manos de un despiadado policía en tanto que sus tres compañeros se mantenían impasibles.

De cuán distinta manera ocurrieron las cosas en los territorios que formaron parte del imperio español.

En tierras de Hispanoamérica y Filipinas, sus gobernantes -fieles al Testamento de Isabel la Católica- no vieron a los aborígenes como sujetos de explotación destinados a enriquecer a los conquistadores.

Nada de eso. En tierras de Hispanoamérica y Filipinas los gobernantes vieron a los aborígenes como hermanos por ser todos hijos de un mismo Dios. Y gustosamente unieron sus sangres con ellos dando origen a la raza mestiza.

En el mundo anglo protestante se asesina por motivos racistas. En cambio, en el mundo hispano católico a nadie se considera inferior por el color de su piel.

Un profundo abismo es el que existe entre ambos mundos.
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Nemesio Rodríguez Lois

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