Nuevos Mundos: Realidades y escenarios (II)

El evento visible es el mismo para todos. La pandemia, las posibilidades mayores o menores de contagio, el número aproximado de fallecimientos, la extensión del fenómeno, la reclusión temporal en el hogar, el impacto en la economía familiar y nacional. Y sin embargo, aunque el acontecimiento es el mismo para todo el mundo, el suceso produce pensamientos, percepciones y juicios diferentes.

No son precisamente los hechos externos los que ocasionan los estados de ánimo, sino los pensamientos autogenerados a partir de la realidad actual que impacta e influye en uno mismo y en el probable escenario futuro que se avecina. Si damos carta de bienvenida al error de evaluar las circunstancias según la distorsión “todo o nada”, no es de extrañar que en poco tiempo se adueñe de nuestra vida el pesimismo, el mal humor y probablemente la depresión.

Esto es así porque, “Si no hay nada que hacer…” y “Nunca las cosas volverán a ser como antes…”, las predicciones personales se vuelven ilógicas e irracionales, porque provienen del pánico y de la ansiedad, dos emociones que trastornan y dificultan el análisis sereno de la realidad.

Me parece que no podemos darnos el lujo de perder el control de los pensamientos y arruinar la vida personal y familiar en tan pocos días de pandemia, porque la evidencia nos indica que es necesario aceptar con entereza y buena dosis de paciencia el re-encuentro con la fragilidad humana, que tal vez habíamos olvidado antes de ahora. Es obligado y oportuno redescubrir el particular mundo interior, la actividad incesante de la mente que se despliega a lo largo de la jornada.

El ámbito de la salud mental, es decir, el adecuado control emocional requiere de la comprensión de las eventualidades de cada época. Si los pensamientos son ilógicos, se vuelven extremosos por exceso o por defecto, y terminamos por creer que las cosas son tan negras como nos aparecen.

No me extraña que diversos medios de comunicación informen sobre el aumento significativo de las ventas de ansiolíticos, antidepresivos y medicamentos para dormir bien. Es el reflejo inmediato que muestra el descontrol mental exógeno que estruja y aplasta a gran parte de la población.

Tal vez no somos conscientes de hasta qué punto podemos sentirnos bien aquí y ahora si desterramos de la mente la distorsión “Todo o Nada”. Para solucionar cualquier problema es imprescindible reconocer que existe.

En mi opinión, el ochenta por ciento del remedio para desarrollar la salud mental consiste en darnos cuenta del pensamiento negativo, mismo que se produce en milisegundos y que demanda el esfuerzo proporcional necesario para corregirlo en el momento en que se presenta, mediante pensamientos más racionales y menos radicales.
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Rubén Elizondo Sánchez

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