Pegar o no pegar, esa es la cuestión…
En pleno siglo XXI, todavía es una cuestión debatible el hecho de pegarles o no a los hijos “para que se eduquen”… A pesar de que se habla de la defensa de los derechos de los niños y de que esté penada la violencia de género, el mobbing y el bullying, el golpear, humillar o amenazar a los hijos, aún es ampliamente aceptado y se reduce a una opción “personal”- “amoral” que “no puede” ser juzgada como buena o mala y que puede ser “elegida libremente” según la historia personal, personalidad, preferencias educativas, las circunstancias, la frecuencia y la intensidad… Eso sí, no se te ocurra pegarle a un animal porque el peso de la ley te cae encima…
No es complicado encontrar justificaciones para educar según “la tradición de la chancla en mano” y bajo la filosofía de “más vale una nalgada a tiempo”… Empezando por el típico “hete aquí y tampoco saliste tan mal ni tan traumado”… De hecho, mientras no vivas en uno de esos países de primer mundo “súper exagerados”, que te “coartan la libertad” de poder “educar como quieras”, “puedes” seguir “escogiendo” si aplicar métodos violentos o no con los niños. Si por el contrario, ya está prohibido legalmente, “sólo” puedes recurrir a la violencia psicológica que es más difícil de probar y que incluso, en muchos casos, ni siquiera se le reconoce como tal. En cualquiera de estos casos tendrás porristas que aplaudirán “tu firmeza”, justificarán tu actuación y asegurarán que “no pasa nada, que es por su bien”.
Asimismo, la sociedad relativista te brindará todo su apoyo y medios para que después de sorrajar y/o humillar a tus chamacos no se te vaya a ocurrir sentir ni un poquito de culpa, porque a final de cuentas “todo lo que haces como papá/mamá, lo haces con la mejor intención y por su bien”…¿¡¿¡¿¡!?!?!?… Además, ¡relájate!, porque no naces sabiendo ser papá/mamá y tampoco es que te sobre el tiempo (ni las ganas) para formarte, cuestionar o modificar tu actuación y actitud. Por otra parte, afortunadamente ya eres un adulto y, como tal, “no tienes que darle explicaciones a nadie ni pedir perdón” y menos a un escuinclillo que osa disturbar tu paz… ¡Hombre!…Algún privilegio tiene esto de tener canas, ser la autoridad y ostentar el poder… Más aún, “algo hicieron para merecerlo”…
En fin, para qué darle más vueltas al asunto cuando “¡la vida va tan rápido y haces lo que puedes… Más bien, que tus hijos se den de santos de que al menos les haces caso y de que te preocupas “tanto” por ellos, que hasta “les pegas cuando es necesario”… Aunque “tanto amor”, pueda matar, física y psicológicamente…
Por otra parte, si eres de esos “padres hippies” que están convencidos de que sí se puede formar sin golpes, deberías de empezar a reconocer que eres un iluso e idealista, que tarde o temprano pagarás las consecuencias de “tu debilidad”… Seguro tus hijos serán unos inmaduros y caprichosos, incapaces de enfrentar la dura realidad y estarán limitados para ser exitosos, porque “siempre querrán salirse con la suya” y no habrán aprendido, entre otras cosas: a someterse ante el poderoso y a obedecer ciegamente, o bien a dominar, subyugar y humillar al débil cuando ellos sean la parte fuerte de la ecuación. Así pues, evidentemente “te arrepentirás” de no haber sido contundente cuando “tenías poder sobre ellos” para dejar claro “quien mandaba”… Total, que tus esfuerzos por educar sin golpes y sin castigos no serán aplaudidos sino demeritados por las razones anteriores o porque “no sabes lo que es educar un niño-hombre porque solo tienes hijas-mujeres” o “porque todos tus hijos eran muy fáciles y muy buenos” o “porque tienes menos hijos o más chicos”… En consecuencia, es evidente que no estás cualificado para opinar al respecto y que eso te funciona sólo a ti…
Ante estos argumentos carentes de fundamentos personalistas y realistas, totalmente permeados de sentimientos, emociones y casuística, en ocasiones parece imposible poder encontrar un “modelo” de crianza al cual apostarle… Y surgen mil dudas:
¿Se puede ser de verdad “libre” al educar con formas violentas
o en realidad queda exhibido un adulto esclavo de sus propias pasiones, entre ellas la ira,
que abusa de su poder para controlar y “bullear” al débil?
¿Es lógico y coherente enseñar a no pegar pegando
e inculcar hacer el bien a través de medios intrínsecamente malos?
¿Realmente hay conductas que sólo con golpes o métodos violencia pueden ser modificadas?
¿Si es así, quién establece cuándo sí son “necesarios”, con qué y qué tan fuerte?
¿Esto garantiza que la conducta no deseada se modificará
y logra que tu hijo actúe por convicción o consiguen que obedezca por miedo
y que se vuelva más astuto para hacer lo que se le dé la gana sin que te enteres?
Ahora bien, ¿por qué sólo a los niños se les “puede” pegar?
¿No debería estar permitido que tu jefe te golpeara cuando no das los resultados esperados
y que tú pudieras pegarle a tu pareja cuando de plano “no capta” y “no cambia”?
¿Entonces, no debería de estar justificado que tu hijo te pegue para que entiendas
“de una vez por todas” que algunas de tus conductas o actitudes son inadmisibles?
En fin, paro … Sólo te invito a concebir a tu hijo como lo que es: un don, no un objeto de tu posesión, un regalo invaluable al que necesitas ayudar a llegar a la eternidad. Sí, tu misión va mucho más allá que sobrellevar las luchas diarias con las que enloqueces día a día, parafraseo, con las que tú decides o “te permites” perder los estribos cada día. Desgraciadamente, la violencia daña la relación entre padres e hijos y disminuye la confianza entre los involucrados. Asimismo, deteriora el autoconcepto y el autoestima del afectado, inhibe la capacidad empática, promueve la repetición de conductas agresivas y reduce la posibilidad de desarrollar formas asertivas de diálogo y de negociación.
Así que, detente y contempla tu grandeza y tu fragilidad, tus aciertos y tus fracasos, tus cualidades y tus áreas de oportunidad, tu madurez y tu inmadurez, tu capacidad para resolver conflictos logrando un ganar-ganar, tus habilidades para ser empático y tratar a los demás según sus edad y desarrollo… Porque esto puede ayudarte a ver que tu hijo no es tan distinto de ti, no es perfecto sino perfectible y comete, al igual que tú, mil errores…Sólo que al ser menor que tú, se sitúa en una posición de desventaja… Esto no es una cuestión irrelevante y su pequeño tamaño o reducido número de años no lo hace merecedor de un trato indigno.
Romper paradigmas para optar por formar respetuosamente sin golpes ni humillaciones no es tarea sencilla, exige primero que nada mucho autoconocimiento, autocontrol y coherencia de vida, así como una concepción positiva y humana de los hijos. Luego, es indispensable forjar la paciencia, ser constante y desarrollar de nuevas habilidades para poder enfocar y facilitar la solución de los retos que se presenten a lo largo de la crianza.
No es “necesario” pegar para formar ni para dejar claro “lo inaceptable y lo esperado”. Eso sí, si decides formar conciente y respetuosamente a tus hijos o a cualquier niño, no esperes acertar en todas las ocasiones ni que siempre fluya. La realidad es que más de una vez te encontrarás pidiendo perdón y buscando rectificar… Entonces, no con culpabilidad sino con humildad busca ser crítico contigo mismo, no criticón ni permisivo para ir creciendo y mejorando constantemente junto a tus hijos y puede ser que entonces encuentres el justo medio para lograr formar con un trato digno a cada uno de tus hijos, sacando lo mejor de cada uno de ellos…
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