Profesores universitarios empujan a los estudiantes al socialismo
Chris Calton
«Cortesía de la Biblioteca Ludwig von Mises»
Después del colapso del mercado inmobiliario en 2008, los historiadores profesionales dieron a luz a un nuevo subcampo de la historia al que se suele denominar «la nueva historia del capitalismo». En la última década, este campo se ha convertido en una de las tendencias más de moda en la profesión de la historia, con centros para el estudio del capitalismo establecidos en Cornell y la Universidad de Georgia.
Como era de esperar, la escolaridad que cae bajo esta etiqueta está repleta de problemas.
La mayoría de los autodenominados «historiadores del capitalismo» no saben nada de la teoría económica incluso cuando tratan de incorporarla a sus escritos. Seth Rockman, de la Universidad de Brown, por ejemplo, apoya su análisis de Baltimore antes del atentado citando la exposición de Adam Smith sobre la teoría del valor-trabajo. Rockman parece estar tomando una astuta decisión sobre los proponentes del capitalismo –«incluso su precioso Adam Smith cree que el trabajo es la fuente de valor»–, pero parece que no es consciente de que los economistas abandonaron la teoría del valor-trabajo hace más de un siglo.
Estos historiadores también han aceptado uniformemente que la esclavitud y el capitalismo están inextricablemente unidos. Esta idea ha existido al menos desde 1944, cuando el historiador marxista Eric Williams publicó Capitalismo y Esclavitud, argumentando que la industrialización británica dependía de la economía esclava de Barbados.2Pero la idea ha evolucionado hasta el punto de que los historiadores han establecido un consenso sobre las afirmaciones que desafían la justificación empírica.
Rockaman, una vez más, proporciona el ejemplo perfecto al afirmar que la esclavitud era «un sistema laboral que aceleraba el desarrollo económico».3 No entiendo cómo un historiador puede demostrar empíricamente que cualquier sistema económico aceleraba el crecimiento económico. ¿Cuál es exactamente su base de comparación? ¿Una línea de tiempo alternativa en la que la esclavitud nunca existió? Edward Baptist intenta apoyar esta idea conectando la producción de algodón antes de la cosecha con el producto interno bruto para demostrar que «el 6% de la población total de Estados Unidos» producía más de la mitad de la producción nacional. Su argumento, sin embargo, depende de una comprensión notablemente inexacta del PIB, que el historiador Phil Magness ha demolido hábilmente.
Pero el principal problema de la nueva literatura es que, si bien los historiadores han tomado el «capitalismo» como su principal tema de investigación, parece casi imposible identificar qué es, exactamente, el capitalismo.
Las muchas nociones amplias y contradictorias del capitalismo no tienen ningún propósito analítico, pero parecen tener un propósito político: animar a los estudiantes a asociar el capitalismo con todo lo malo de la historia humana. La nueva estrategia no es agitar positivamente por el socialismo, sino más bien sugerir vagamente «alternativas» al capitalismo, mientras se amplía la definición de capitalismo para que se aplique literalmente a todo excepto al socialismo en toda regla.
Estos problemas terminológicos han sido ignorados en gran medida porque el objetivo no es un análisis histórico sólido. El verdadero objetivo de estos «activistas académicos», como muchos académicos han comenzado a llamarse a sí mismos, es propagar el socialismo redefiniendo el capitalismo para abarcar todos los males de la historia humana. Por lo general, evitan defender cualquier sistema económico específico. Sólo quieren que la gente piense en «alternativas al capitalismo». Pero con su concepción amplia y a menudo contradictoria del capitalismo, es fácil reconocer la «alternativa» que tienen en mente.
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