Protagonistas y también cronistas
Tanto los grandes personajes como las grandes epopeyas de la Historia Universal han tenido cantores que, utilizando la pluma como arma, han conservado para la posteridad los recuerdos de hazañas que corrían el riesgo de perderse.
Dejando a un lado la Guerra de Troya –no del todo probada históricamente– que cantara Homero en “Ilíada”, tenemos gestas y personajes que en realidad existieron y cuya narración conmueve al más flemático.
Un ejemplo emblemático sería “Os Lusiadas”, cuyo autor es Luis de Camoens, quien, dentro de su vasto poema, cuenta con emoción y belleza, cómo se inició y llevó a cabo la gran proeza navegante del pueblo portugués.
Dicho poema es tan importante, que –junto con la fe católica y el idioma portugués– el país lusitano lo considera como uno de sus patrimonios más valiosos.
La Conquista y posterior Evangelización de América llevada a cabo por la España Católica ofrece una lista interminable de héroes y episodios tan sorprendentes, que dejan pequeño a cualquier Cantar de Gesta de la Edad Media.
Sorprendente la Conquista de México, llevada a cabo por Hernán Cortés; sorprendente la Conquista del Perú, cuyo protagonista principal es Francisco Pizarro.
Y lo mismo podemos decir del Descubrimiento y Conquista de las lejanas Islas Filipinas, cuyo protagonista principal fue Miguel López de Legazpi. Un acontecimiento portentoso que se coronó de gloria cuando Fray Andrés de Urdaneta encontró la ruta de regreso que permitió que el archipiélago y la Nueva España estuvieran en contacto durante un cuarto de milenio.
Pues bien, dentro de tan portentosas conquistas con las que el Continente Americano ingresó en la civilización occidental y cristiana, se dieron casos en los que quienes en ellas intervinieron, con el paso del tiempo, acabaron narrando cómo se desarrollaron dichas proezas.
Tal sería el caso de Bernal Díaz del Castillo en México y de Alonso de Ercilla en Chile.
Ampliamente conocido es Bernal, soldado que acompañó a Cortés desde Cuba, que se batió como un valiente durante el asedio de la Gran Tenochtitlán y que, al llegar al ocaso de su vida, allá en Guatemala, narró con lujo de detalles lo ocurrido durante la gran gesta.
Es así como dio vida a su “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España” que, desde hace algunos años, la Real Academia de la Lengua Española considera como una de las obras clásicas de nuestro idioma.
En el caso de la Conquista de Chile, llevada a cabo por Pedro de Valdivia, ocurrió algo similar, puesto que uno de sus soldados –protagonista también de aquella gesta– tuvo el cuidado de ir narrando cómo se fue desarrollando la Conquista para culminar con el tormento y muerte del caudillo Caupolicán.
Sólo que, en el caso de Alonso de Ercilla y Zúñiga, a diferencia de Bernal, su narración no está en prosa sino en verso.
Su obra es un poema, lleva por título “La Araucana” y consta de 4,400 octavas reales en las que, con singular maestría, describe hazañas y hechos emotivos.
Hablar de la gran riqueza que posee toda la Literatura Española, no sólo de España, sino del Mundo hispánico, es tema inagotable.
Ahora bien, dentro del tema que nos ocupa, tan sólo autores como Bernal Díaz del Castillo y Alonso de Ercilla bastan para darle un sello distintivo al nuevo idioma.
En el caso concreto de ambos, a diferencia de otros autores que escribieron contando lo que oyeron –como sería el caso de Homero– los dos fueron protagonistas del hecho histórico.
Y al ser protagonistas y cronistas, su testimonio es de altísimo valor.
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