Reflexiones mínimas en torno a una pandemia

Todos los seres humanos actuamos en la vida con la intención o finalidad de conseguir un bien o evitar un mal. Todos nos percatamos de la existencia de infinidad de bienes materiales, inmateriales, morales, éticos y espirituales, que suelen ser fines que deseamos conseguir o eventos que en los cuales no deseamos ser actores principales. En todo caso, lo importante es que nos movemos con base en decisiones que contemplan la multiplicidad de bienes que nos presenta la realidad.

No es nada trivial ni banal la importancia de contar personalmente con la formación intelectual adecuada para decidir de forma acertada sobre los bienes que realmente nos acercan a la perfección y a la felicidad, fines naturales que se contienen en toda naturaleza humana. Conforme al conocimiento de índole humanista que debemos adquirir de acuerdo a la situación y circunstancias personales, resulta indispensable distinguir entre bienes reales y bienes aparentes.

Los bienes reales nos ayudan a perfeccionar la propia vida en relación a la plenitud y, por lo mismo, nos proporcionan cuotas de felicidad. Los bienes aparentes, aún siendo bienes, no logran proveer en cuanto a plenitud ni felicidad.

Al conocer este diseño interior inherente a la naturaleza humana, podemos analizar los tipos de bienes que ayudan al ser humano a ser más humano y sobre todo a ser más feliz.

Existen dos grandes categorías de bienes: del cuerpo y del alma. Menciono algunos bienes relacionados con la corporeidad: salud, descanso, alimento, distracción, amistades, prendas para vestir, utensilios para trabajar. En relación con los bienes del alma, menciono los principales: la vida, el conocimiento, la práctica de la virtud y el dominio de las emociones también llamado Inteligencia Emocional.

La pandemia que se avecina nos pone en peligro de perder la salud. Y probablemente en algunos casos el quebranto de la vida, que es el bien más importante desde la perspectiva natural porque de ese bien dependen todos los demás bienes.

Me parece importante señalar que en todos los bienes mencionados anteriormente, los seres humanos nos encontramos en la condición de que no podemos asegurar su uso para siempre, es decir, contamos con que esos bienes son caducos en esta vida. Los bienes reales nos aseguran crecer en perfección pero no olvidemos que conllevan cierta dosis de felicidad. Pero podemos perderlos fácilmente. Sobre todo el bien de la vida. ¿Quién sabe cuando morirá?

En conclusión, es necesario utilizar los medios a nuestro alcance para conservar el bien primero, la vida. Y seguir las indicaciones que nos brindan oportunamente las autoridades competentes.
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Rubén Elizondo Sánchez

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