Reflexiones mínimas en torno a una pandemia (V)
El éxito de la pandemia, nos dicen, impondrá una nueva moda dentro de las ficciones futuriles que anuncian los programas informativos. Los escenarios tanto sociales como económicos que nos recetan a toda hora son en verdad inquietantes.
Pareciera que el Mundo llega a su fin si hacemos caso de las distopías o novelas ambientadas en futuros conflictivos y difíciles, que intentan retratar la vuelta a la normalidad. Por eso, me parece buen ejercicio preguntarnos qué aportan los datos estadísticos catastróficos y apocalípticos y, sobre todo, qué influencia pueden tener en la calidad de vida durante los dias de confinamiento forzoso.
En todo caso, lo que sucederá en el futuro próximo no lo sabemos con certeza. Escuchamos cientos de opiniones sobre el tema, mismas que coinciden de manera directa en puntos neurálgicos relacionados con el bienestar sobre todo material y la paz social.
Podemos leer o ver las noticias sin engancharnos ni considerarnos cómplices de las consecuencias de la pandemia, evento que depende de la naturaleza biológica del entorno en que vivimos. En cambio, sí depende de cada uno conquistar la tranquilidad y la serenidad en el presente, porque en el futuro inmediato cada uno estamos trabajando en el problema de cómo actuar de la mejor manera para lograr que la gente ame y sirva a la Solidaridad humana.
La pandemia nos enseña que nuestra libertad no es absoluta, es restringida. Al mismo tiempo, nos ayuda a recapacitar sobre el consumismo y egoísmo tan enraizados en el disfrute de los bienes materiales. Durante décadas creció en terreno fértil la pasividad y el disfrute desproporcionado del dinero a la par del desinterés por los más necesitados.
El tiempo presente nos habla de la injusticia de una sociedad orientada hacia el consumismo como cebo anestesiante en donde no caben los demás. Lo importante, se nos dice, es la prosperidad económica, acumular bienes, ser felices con el poder de adquisición, progresar.
Un análisis más detallado del concepto “progreso” nos quita la venda de los ojos: progreso no significa mejora, no es sinónimo de superación. Esto es así, porque si consideramos que un tumor canceroso maligno también progresa, entonces termina por llevar a la tumba. Y en vez de superación nos topamos con la depauperación de la vida.
Considero que si algo debemos tener claro es que el éxito será arrollador cuando demos por buena la importancia de enseñar la autolimitación y la solidaridad en la educación de los niños y jóvenes. Y que se puede progresar a peor.
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Rubén Elizondo Sánchez